Jesús dijo a sus apóstoles: «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.»
El evangelio de Mateo nos anuncia, nos recuerda esta dimensión martirial de persecución que tiene la fe en Jesucristo; ser discípulos de Cristo supone estar dispuestos a dar la vida, a muchas veces, en nombre del Evangelio pasarla mal, estar en situaciones difíciles. Hoy quizás en nuestra patria no estamos expuestos a dar nuestra vida pero en tantas situaciones se hace valiente predicar el Evangelio. Necesitamos una fuerza especial para predicar el evangelio. Pero en muchas partes del mundo, muchos hermanos nuestros son perseguidos y martirizados en el nombre de Jesús.
Pidámosle al Señor el espíritu de fortaleza y mansedumbre para aún en las peores circunstancias anunciar siempre el evangelio de la paz y del amor.
Que tengas un hermoso día