Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”.
El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”.
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Estamos más o menos en la mitad del camino Cuaresmal. Hoy el Evangelio nos recuerda lo esencial, porque nos puede pasar que nos podamos perder en prácticas, digamos así penitenciales o cuaresmales tradicionales y nos olvidemos lo esencial, o que nos perdamos en el ritmo de la vida cotidiana y también nos olvidemos de lo esencial.
¿Y qué es lo esencial? Lo esencial es escuchar y amar. Precisamente el primer mandamiento es este “…escucha Israel, amaras a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”. El mandamiento consiste en esto: Escuchar a Dios que habla y Amar como respuesta a ese Dios que nos habla de muchas maneras.
Escuchar y amar dos claves interesantes para volver a lo esencial. Que tengas un lindo día
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