Jesús dijo a sus discípulos: No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
El Evangelio de hoy nos regala hoy una de esas máximas, de esos principio que, en lo personal, me han ayudado desde mi adolescencia y me ayudan como criterio de discernimiento de mi vida para ver por dónde está andando mi vida, cuál es el sentido que le voy dando, que va teniendo, “donde esté tu tesoro, estará tu corazón”, nos dice Jesús. Preguntarnos qué nos motiva a levantarnos cada día, qué nos mueve a esforzarnos a trabajar, a soportar sufrimientos, a seguir adelante, a no perder la esperanza, así, dónde está el tesoro está el corazón, está la vida, estan las energías.
Ojalá Jesús y el Reino sean el tesoro que está en nuestro corazón.
Que tengas un hermoso día.