Viernes 19 de Junio del 2020 – Evangelio según San Mateo 11,25-30

jueves, 18 de junio de
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Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”

 

Palabra de Dios

 

Padre Marcelo Amaro sacerdote Jesuita

Hoy es la fiesta del Sagrado Corazón, es la fiesta del amor más grande del mundo que se ha hecho vida, palabra y obra en Jesús, amigo, hermano, Señor y Dios nuestro.

Contemplar a Jesús a través de su corazón, nos impulsa a mirar sus sentimientos y a pedir la gracia que necesitamos para que nuestros sentimientos sean parecidos a los suyos. Acercarnos así a su manera de mirar al Padre, y de relacionarse con Él.

Su manera de acercarse a las personas, y de no ser indiferente a sus dolores y carencias; su compasión movilizadora, motor de tanta obra buena que realizaba en su camino. Su misericordia infinita, fuente de sus miradas, palabras y gestos llenos de cariño y de perdón; llenos de la esperanza lúcida, que rescata el sentido de la vida de todo ser humano.

En el Evangelio de este día, contemplamos a Jesús abierto a la alabanza y al agradecimiento. No se queda en sí mismo, sino que se refiere al Padre reconociéndolo como fuente de todo bien, como suma bondad; como quien trabaja en la historia, revelando lo esencial de la vida a quienes caminan con espíritu pobre y sencillo. El que alaba, como Jesús, sale de sí mismo, y con mirada limpia y honesta reconoce lo bueno y lo agradece.

Jesús nos revela quién es el Padre, y acercándonos al corazón de Jesús, nos acercamos al corazón de Dios mismo. Jesús, con su corazón de carne, con su corazón humano, hecho uno con nosotros en esta historia, nos muestra el corazón de Dios que es Amor, este Dios que nos ama y que nos involucra en el amor.

Contemplamos a Jesús compasivo, y hombre que vive la radicalidad del amor en medio de dolores y dificultades; que se ofrece como alivio a quienes están agobiados y afligidos; y quien comparte con todos, su propuesta de amar, aún desde las situaciones más difíciles y dolorosas.

Jesús se nos da a conocer como manso y humilde de corazón;  no nos pone modelos de éxito y de poder como referencia para nuestra vida. Es desde el espíritu de las bienaventuranzas, es desde la humildad, la sencillez, la misericordia y la compasión; es desde el deseo de justicia, que podremos amar, y mediante el amor ser plenos, con la gracia de Dios.

Hoy, frente a tantos modelos de poder y de prestigio, de durezas y discriminaciones, nos encontramos con este modelo de hombre humilde y sencillo, gastando la vida por amor a la humanidad; nos encontramos con el Corazón de Jesús. Hoy te podés preguntar: ¿Quiero que Él sea el modelo a quien seguir y con quien identificarme?

Feliz fiesta del Corazón de Jesús.