Viernes 2 de Agosto del 2019 – Evangelio según San Mateo 13,54-58

miércoles, 31 de julio de
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Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. “¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?”.

Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

 

Palabra de Dios

 


P. Javier Soteras director de Radio María Argentina

 

El evangelio de este Viernes Jesús aparece llamando la atención entre sus paisanos; “¿acaso éste no es el hijo de María y de José? ¿Sus parientes no viven entre nosotros? ¿cómo es estos milagros que realiza?” comentan.

Hemos confundido tantas veces lo extraordinario con lo grande. Hay miles de historias muy sencillas que son, sencillamente de gente de corazón grande que vive entre nosotros. No son estruendosas historias como la que nos muestra Hollywood, sin embargo son historias para contar. Son historias de grandeza, de alma escondidas en nuestros recuerdos familiares capaces de ensanchar el corazón y de invitarnos a más. Cuánta gente, ¡de las nuestras!, de corazón grande, están como sin ser puestas en el lugar donde tienen que estar.

Y que bueno que es hoy recuperar la memoria de los grandes, de la familia, de la comunidad. Esos que merecen ser puestos, en estos tiempos de crisis, en un lugar que nos alumbren, que nos guíen, que nos sostenga.

Pienso tantas veces en estos tiempos difíciles que van apagando el alma, el deseo de sueños importantes y que nos van entremezclado en la pobreza de la indignidad que es justamente no poder levantar la mirada para pensar que es posible algo distinto. El sueño que trajeron muchos de nuestros abuelos, de “los nuestros”, de nuestros bisabuelos ¡posiblemente tatarabuelo! cuando llegaron a estas tierras con, sencillamente el deseo de poder encontrar aquí lo que encontraron en su tierra de origen.

Nosotros que pertenecemos a esté “aquí y ahora” tan doloroso y tan difícil, qué bueno que es traer la memoria de ellos, para recomenzar. Con el despliegue de lo que en el alma está escondido, de lo que el corazón está esperando aparecer. Soltar el alma, el corazón y los sueños para permitirnos en la pequeñez de la fragilidad de nuestra vida, reconocer que llevamos este tesoro dentro de nosotros, en esa condición vulnerable, frágil y de barro que somos.

Te invito a que vos te puedas admirar de que vivís entre los tuyos con un secreto inmenso y que los demás tienen su secreto, inmenso tan grande como el que tenía Jesús cuando se movía entre sus paisanos. Que la capacidad de admirarnos de las cosas sencillas, vividas con grandeza de alma, nos permita recuperar los sueños en estos tiempos.