Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Seguimos compartiendo durante el tiempo pascual el discurso del pan de vida del capítulo 6 del Evangelio de San Juan , y en este tiempo donde nos hemos dado cuenta la importancia de las vacunas para la salud podemos decir que la comunión con Jesús en este discurso, creer en el hijo de Dios y comer su carne y beber su sangre es la vacuna contra la muerte del alma, contra la muerte eterna. Es antídoto contra todo aquello que nos mata interiormente.
Creer en Jesús, comer su carne beber su sangre, estar en comunión con la persona y el proyecto de Cristo es salud para nosotros y la comunidad, es germen de una vida plena que inicia acá y que se hace plena, abundante, eterna en la Pascua de cada uno en el encuentro con Dios.
Necesitamos de la comunión con Jesús, para vivir plenamente la vida que nos regalo, para compartirla y para vivirla en abundancia. Que tengas un hermoso día
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