Viernes 23 de Octubre del 2020 – Evangelio según San Lucas 12,54-59

viernes, 23 de octubre de
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Jesús dijo a la multitud: “Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?.

Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.”

 

Palabra de Dios

 

Padre Marcelo Amaro sacerdote jesuita

 

Todos nosotros somos personas en relación, es decir, que no nos podemos concebir individualmente, como si no tuviéramos nada que ver con nadie. Así como a lo largo de nuestra historia hemos necesitados de otros para que nos ayuden a crecer, también, otros necesitan y necesitarán de nosotros para ayudarlos en su desarrollo como personas.

Crecer, madurar, humanizarnos, implica no solo reconocer esta dimensión relacional de nuestra existencia, sino también nos implicará reconocernos libres para elegir el modo en que desde nuestras posibilidades y circunstancias, nos haremos cargo de esta realidad, para aportar nuestro granito de arena, en la construcción de una sociedad así como Dios manda.

Reconocernos libres, es también reconocer que no estamos programados, y que no hay una única forma de actuar frente a la realidad. Es fundamental, y aquí estará la insistencia de Jesús en el Evangelio, nuestra actitud de discernimiento en la vida, para poder mirar a nuestro alrededor y actuar de una manera adecuada.

Ahora bien, la crítica de Jesús, nos la merecemos cuando la actitud de discernimiento, necesaria en la vida de todos, la reservamos para las cosas superficiales o para las cosas externas, aquellas que no tocan nuestra interioridad.

El reclamo de Jesús no solo es legítimo, sino que también es urgente. Discernamos entre tantas voces, cuál es el sentido de la vida que nos propone el Señor, para reconocerlo, para elegirlo y para largarnos a vivir coherentemente desde él. Es urgente que discernamos en nuestra interioridad las actitudes, los deseos, los pensamientos que gobiernas nuestros actos, para poder elegir aquellos que nos ponen en sintonía con la fraternidad del Reino, con las Bienaventuranzas, con la identificación con Jesús, que ha venido a salvar, amando hasta el extremo.

En nuestro interior conviven dinámicas distintas: una que nos construye como personas, y que nos animan a actuar buscando la misericordia, la justicia, en pos de la fraternidad que nos invita a vivir Jesús. La otra dinámica, contraria a la anterior, nos desintegra, nos encierra en egoísmos, nos aleja del proyecto de Dios.

Ahí va lo fundamental, tomarnos enserio el discernimiento y aprender a mirar en nuestro interior, para elegir lo que nos humaniza y construye la fraternidad del Reino; pero también, para poder rechazar lo que nos centra en nosotros mismos, y nos aleja del proyecto de Dios.

Pidamos al Señor la gracia de valorar nuestra libertad, y la gracia del discernimiento, para que de verdad elijamos los caminos de la vida que nos lleven hacia Dios, caminos que solo se hacen posible en el amor al modo de Jesús.