Viernes 28 de Agosto del 2020 – Evangelio según San Mateo 25,1-13

jueves, 27 de agosto de
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Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’.

Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’.

Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’.

Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.

Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’, pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro sacerdote jesuita

 

Hace unos cuantos años, me encontré con una frase que me interpeló de un modo especial: “el que no es libre dentro de la cárcel no será libre fuera de ella”. La vi real y contundente. Primero, porque me invitaba a descubrir mi libertad en toda circunstancia, aún en esas “cárceles” que me eran excusas para transar con egoísmos, o con tristezas paralizantes, o con rencores antiguos; me ayudó a entender que siempre era posible ejercer la libertad para elegir no solo el sentido de la vida, sino la manera de vivirlo en las circunstancias a veces elegidas, a veces impuestas. En segundo lugar, me exigía acoger el presente con todas las letras, y elegir actitudes, dar pasos de maduración, reconocer y renunciar a dinámicas y hábitos que enredan y entristecen. Dios siempre habla en nuestro presente y siempre podemos escuchar su voz que nos impulsa a amar. Me impacta mirar a Jesús en la pasión, cómo siguió amando y perdonando hasta el final, en medio de un juicio tramposo, de una condena injusta y de una violencia inhumana. Jesús hombre libre eligió amar hasta el extremo.

Elegir la vida es cosa seria, y hay elecciones que, necesariamente, exigen a la persona entera, asumiendo las renuncias que implican y poniendo los medios necesarios para vivirlas.

Esto es lo que está en juego en el Evangelio de hoy, las vírgenes prudentes eligieron al esposo y entrar en la boda, y van preparadas para esperarlo, la elección llevó consigo poner los medios para vivirla; realmente se determinaron por ella. Sin embargo, las necias eligieron ir a la boda y al esposo, pero no pusieron los medios para vivir ese deseo, lo que quedó frustrado. Se quedaron sin aceite en sus lámparas, y debieron ir a buscarlo justo cuando iba a llegar el esposo, y así se quedaron sin poder entrar en la boda. Eligieron algo, sin cuidar el camino, despreciaron los medios para vivirlo, no se determinaron por el deseo que las movía. ¿Lo habrán elegido realmente?

¿Cuántos de nosotros podemos caer en la cuenta de elecciones incompletas o mediocres por las que no hemos puesto los medios para vivirlas? ¿Cuántas frustraciones podemos reconocer por esto a lo largo de nuestra vida? Pues, si nos sentimos aludidos, podemos abrirnos a la gracia, pedir perdón, y ponernos en camino para fortalecer nuestra libertad, y reaprender a determinarnos por aquello que elegimos.

El Reino de Dios, el seguimiento de Jesús, exige una elección radical. ¿Qué podemos hacer? Por un lado contar con la gracia que asiste y fortalece, y con la misericordia de Dios que sana e impulsa; podemos valorar positivamente nuestras elecciones, las grandes que determinan la vida y, también, las pequeñas que ejercemos cotidianamente. Y podemos crecer en la conciencia que todas son importantes para el ejercicio de nuestra libertad. Seguramente, el ejercicio cotidiano de nuestra libertad, expresado en elecciones pequeñas, pero que si las vivimos con conciencia y poniendo los medios para realizarlas, nos ayudarán a preparar el corazón para aquellas elecciones más grandes, esas que comprometen la vida y nos hacen amigos de Dios si las vivimos en plenitud.