Y decía: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”.
También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”.
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
El evangelio de Marcos hoy nos presenta a Jesús que nos enseña a través de parábolas tomadas de la vida agrícola, de la naturaleza; parábolas que nos hablan de la obra de Dios en nuestra vida, de la eficacia del poder de Dios en nuestra vida a través del ejemplo de la semilla que crece sola.
Parábola que nos habla de la importancia grande de lo pequeño y de lo sencillo en nuestra vida a través de la parábola del grano de mostaza. Ojalá entonces que aprendamos que en lo pequeño y lo sencillo el poder de Dios se hace grande, poderoso, efectivo Que tengas un hermoso día.
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