Viernes 30 de Agosto del 2019 – Evangelio según San Mateo 13,44-46

jueves, 29 de agosto de
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Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”

Palabra de Dios

 Padre Javier Soteras director de Radio María Argentina

 

Entre otras cosas, el texto dice: “Jesús dijo a la multitud, el Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo”.

¿Quién es el tesoro escondido? ¿Quién es el comprador del campo? ¿Qué paga para comprar el campo? Una lectura que últimamente me llena el alma contemplando el misterio de Dios que ofrece su vida por nosotros, derramando su sangre en la cruz, en la persona de Jesús, es justamente que el que encuentre el tesoro es Jesús, el que compra el campo, es Jesús y el que paga para comprar el campo, derramando su propia sangre, es Jesús. ¿Cual es el tesoro? nosotros.

Nosotros somos lo más preciado para Dios. Tanto vales, tan importante sos, tan valiosa es tu vida, que Dios ha querido regalarte la posibilidad de “ver”, eso que tantas veces no contemplabas en la riqueza de tú persona diciéndote que Él, por lo valioso, por lo valiosa que sos, ha decidido darlo todo, entregarlo todo, venderlo todo, ¡su propia vida! derramar su sangre, para comprarte con su sangre, para adquirirte por su sangre… Pero no para que seas posesión de Él, sino para hacerte vivir en libertad, que es lo que más le agrada a Dios, desatándonos de los nudos que nos tienen atado por la fuerza del mal y la acción del pecado en nuestras vidas. Le agradecemos, a Quién nos compró para hacernos libres, a quién pagó por nosotros, para devolvernos la libertad. Le agradecemos a Jesús, el que encontró el tesoro escondido, tu vida, la mia, por lo valioso y lo importante que es.

Solamente mirando la mirada que Jesús tiene, mirándolo a Jesús a los ojos podemos encontrar lo que Él ve, tantas veces oculto a nuestra propia mirada, la riqueza que está escondido en lo más profundo de nuestro ser.