Viernes 8 de Mayo del 2020 – Evangelio según San Juan 14,1-6

jueves, 7 de mayo de
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Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy”.

Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”.

Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.”

 

 

Palabra de Dios

 

Padre Marcelo Amaro sacerdote jesuita

 

Una escena conmovedora de la ópera rock Jesucristo Superstar, es una canción que se titula ¿Podríamos comenzar de nuevo, por favor?.Ya se lo llevan a Jesús detenido; María Magdalena y los apóstoles, mirándolo dirigirse a la pasión, no pueden creer lo que está sucediendo y se resisten a que este sea el desenlace de su vida y la conclusión de su propio seguimiento. Conmueve mirar sus rostros llorosos, angustiados, desilusionados, que se posan sobre Jesús alejándose y a quien le suplican una y otra vez, ¿podríamos comenzar de nuevo, por favor?

Acerquémonos al Evangelio de hoy, sintiendo la turbación de los discípulos y de tanta gente de buena voluntad, que mirando las injusticias, las ilusiones truncadas, la muerte próxima, la enfermedad o el dolor, gritan aún en el silencio, buscando que la historia retroceda, clamando por una conclusión distinta o reivindicando sus ilusiones que parecen frustrarse…

“No se turbe el corazón de ustedes, creen en Dios crean también en mí.” Jesús nos invita a mirar más allá, a inundar nuestros ojos con la luz pascual para apreciar la realidad, aún la más oscura e incomprensible, y hacerlo desde la buena noticia del triunfo del amor de Dios que nos trae su resurrección.

Así como Jesús comparte su vida, sus sentimientos y su sabiduría con sus amigos; así como les invita a llamar a Dios Padre de la misma manera que Él lo hace; así como les exhorta a vivir y a trabajar por el Reino como lo hace ÉL; ahora les dice que la muerte no termina ni con la vida ni con su modo de ser, ni de compartir con ellos todo lo que Él es y tiene.

Aunque en ese momento los discípulos no lo entendieron, después de resucitado, sí que apostaron a vivir su misma suerte y a gastar sus vidas por el mismo amor que Jesús les había enseñado.

Jesús no solo compartió con la humanidad su camino en la historia, sino que también comparte su eternidad. Aunque su pasión y cruz no cese de dejarnos perplejos, la vida, muerte y resurrección de Jesús nos han persuadido de que el camino del amor es la verdad, y que vale la pena, aún en la realidad más frustrante, amar hasta el final.

Hoy, nosotros, como sus discípulos y amigos, no solo creemos en Él sino que le creemos a ÉL, y lo confesamos como CAMINO, VERDAD y VIDA, buscando con su gracia unirnos al amor más grande del mundo, confiando en su Palabra, y confiando en que la vida de la humanidad, solo en el amor, apunta a la eternidad y tiene su lugar reservado ahí donde está Jesús, en la intimidad del corazón amoroso del Dios Trinidad.