¿ Y si el oratorio fuera un país?

martes, 9 de abril de
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Fue en medio de una plaza donde se le despertó (o le despertaron) esta inquietud: ¿y si el oratorio fuera un país?. Federico Veltri, novicio salesiano, pensó que pasaría como un comentario algo loco más, como de los tantos que nos salen del corazón cuando uno se siente verdaderamente en su lugar, haciendo lo que ama. Nos comparte su reflexión, hecha oración, súplica y sueño.

 

El domingo pasado fuimos con el Oratorio Miguel Magone al barrio Don Bosco de Alta Gracia a “la placita del barrio”. Hicimos un día de Oratorio… la plaza de lleno de pibes, de gurises. Había futbol por allá, dibujo por acá, la mancha corría de un lado para el otro, etc. Llega la famosa hora de la merienda y la típica actuación Oratoriana: Un joven triste que caminaba desolado, otro distraído y hablando por celular a los cuales, un grupo de oratorianos, invitan al Oratorio, se animan a ir y se vuelven felices.

Uno de los actores pregunta al público -lleno de niños y animadores- si sabían lo que era el Oratorio. Una nena del público – debía tener unos 4 años- gritó contundentemente “Siiiiii”. Y a los segundos volvió a gritar “¡Es un país!”.

Inmediatamente me entré a reír a carcajadas y contagie la risa a otros animadores que escucharon a aquella niña. “Un país”, pensé… “¡son tremendos estos pibes!” mientras me seguía riendo…

Pero en el fondo, algo me había hablado, algo me había dicho que allí había algo más.

¿Y si el Oratorio fuera un país? ¿Cómo sería si fuera un país? Empecé a meditarlo… a rezarlo… una voz me hablaba allí. Así que me animé a preguntarme y pensar: ¿Qué pasaría si el Oratorio fuese realmente un país?

Estoy seguro que sus habitantes buscarían estar siempre alegres.

No habría cargos electorales, sino puestos de animación y servicio.

Los jóvenes serían los protagonistas de la sociedad.

Los pibes podrían jugar, salir a correr, a tomar mates, a bailar, a hacer rap y se sentirían libres y seguros.

No existiría el juzgar.

Se trabajaría incansablemente para que todos tengan un hogar, alimento y trabajo.

El presidente sería un cristiano salesiano. Don Bosco sería un prócer del país.

La política sería la del Padre Nuestro.

Habría nuevos Ministerios, como el Ministerio de la Música, Ministerio de Teatro, Ministerio de Pastoral, Ministerio de Sacramentos…

El Sistema Preventivo sería la Constitución Nacional…

No habría leyes sino que solo serían 2: “Amaras a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. ¡Las sanciones se aplicarían en base al mandamiento del Amor!

Las calles tendrían nombres de salesianos.

El ideal a alcanzar no sería el éxito, el dinero y el placer, sino la santidad.

No existirían tantas casas ni departamentos… todos vivirían en comunidades compartiendo lo que tienen.

Estaría prohibido no compartir el mate.

En todas las comidas se bendeciría la comida con el RAP de la bendición.

Habría Oratorios, Batallones, Mallines, campamentos, Catequesis, Patios abiertos, centros deportivos, Oratorios

Nocturnos, Iams, Murgas, misiones en los barrios, colonias, grupos juveniles, coros, encuentros de jóvenes constantemente y serían políticas públicas de las provincias.

En vez de cárceles habría escuelas, centros de día, clubes deportivos, espacios artísticos, programas y proyectos educativos, sociales y pastorales para los pibes.

Los pibes tendrían todos sus derechos garantizados.

Las pibas no tendrían miedo de andar por calle, ni faltaría ninguna. Habría igualdad.

El fútbol no sería un negocio, sino otro espacio de inclusión.

En la noche, por cadena nacional, el presidente transmitiría un mensaje de buenas noches.

Habría orquestas donde se mezclen los estilos de música.

No existiría la violencia. Ni tampoco la discriminación.

Las calles se volverían patios.

Los fines de semana se organizan juegos multitudinarios en las plazas.

La gente estudiaría carreras humanitarias, sociales, serviciales.

Se podría compartir el corazón con mucha naturalidad en cualquier espacio.

Se fomentarían las vocaciones: matrimonios, religiosas, laicos, misioneros, etc.

En las escuelas en vez de preguntar que queres estudiar, te preguntan qué soñas.

La Iglesia no sería un espacio físico sino que se viviría en cualquier lugar.

Un país donde los pibes son amados incondicionalmente…

Un país donde los pibes tienen educación de buena calidad…

Un país donde no se los mete preso y no se los mata, sino que se les da oportunidades…

Un país donde desde chicos se fomenta lo bueno.

Un país donde los pibes no sean víctimas de las drogas, de los abusos, de la explotación.

Un país donde los pibes son incluidos y salgan adelante.

Un país donde los pibes son protagonistas, tienen dignidad y son felices.

Un país donde se enseña a ver a Dios en lo cotidiano, en lo sencillo pero sobre todo en dar una mano al otro.

Un país donde los pibes son amados por lo que son.

Un país donde los pibes se sienten amados profundamente por Dios.

¿Y si el Oratorio no fuera un país? ¿Y si fuera un continente? ¿Y si fuera un mundo? Es más… ¿y si fuera una galaxia?

Y si el País del Oratorio sea un anticipo del Reino, como lo dijo Jesús… “el Reino esta entre ustedes…ya está aquí”… solo hay que completarlo, trabajarlo y purificarlo para que sea completamente realidad. ¡Tal vez con el Oratorio sea lo mismo!

El Oratorio ya está aquí… y tenemos que seguir laburando para que algún día, el Oratorio sea un país, ese lugar donde querramos vivir y querramos estar. Tal vez así lo soñó Don Bosco.

Ojalá podamos llevar ese País del Oratorio a cualquier lugar. Es más… ¡que no existan las fronteras! Que podamos sentirnos como ciudadanos del Oratorio, ciudadanos del Reino de Dios… en cualquier lugar, con cualquier hermano, con cualquier pibe… y trabajar por Dios, en los pibes, a la manera de Don Bosco.

Y ahí dejé de reírme. Y entendí lo que Jesús decía de “sean como los niños” y que en sus dichos esconden grandes verdades. De reírme de la frase de una niña, entendí que Dios estaba allí. En esa pequeña pero sabia niña de 4 años… Dios estaba hablando.  Diciendo que el Oratorio es un país.
Y sí, efectivamente el Oratorio es un país.

Y ojalá así lo sea.