Cuando todo se mueve, Dios permanece

martes, 24 de noviembre de 2015
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24/11/2015 – Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
“De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”.

Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan.  Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”. Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.”

Lc 21,5-11

¡Bienvenidos a la #Catequesis! El P. Javier Soteras desde Roma junto al P. Giorgio encargado del proyecto de la Radio…

Posted by Radio María Argentina on martes, 24 de noviembre de 2015

 

Dónde está tu confianza

Si avanzamos en el mensaje y en el lenguaje en el que Jesús se expresa de manera apocalíptica frente a la belleza del Templo, y pensamos que éste era el mejor modo de alabar a Dios de éstos hermanos, Jesús muestra que la belleza está ubicada en otro lugar. Todo pasa ante la belleza misma, del Dios venido en carne. En otro texto paralelo, Jesús dice que todo esto acontecerá cuando el Hijo del hombre sea elevado en lo alto, en la cruz.

Que todo se caiga y que todo se derrumbe, quiere decir que el hombre encuentra su verdadera dignidad por sobretodo las cosas en el Dios viviente, el Cristo. Dios nos hace entrar en conciencia que todo se cae, incluso lo más amado, para que se evidencie su presencia, la belleza del Dios hecho hombre que embellece nuestra realidad humana. Cuando todo se tambalea y parece el fin, nosotros sabemos que todo está comenzando.

En este cambio de época nos viene bien descubrir cuántas cosas ya no tienen el peso y el significado de otro tiempo, ya no dan para más, y es necesario darle lugar a lo nuevo.

Es saludable, aunque doloroso, descubrir que allí donde pusimos nuestra seguridad al final no era tanto. Por ejemplo ver qué caducas son las instituciones humanas en las que tantas veces tendemos a depositar nuestra confianza y cuando ponemos demasiada confianza en las instituciones humanas solemos desengañarnos y disgustarnos, como lo es la Iglesia, tan sacudida y cuestionada. Allí no está nuestra seguridad, sino que es un instrumento santo y pecador, pero no es Dios. La Iglesia es sacramental elegida por Dios como mediación, pero no es Dios. Esto mismo para cualquier otra institución, o vínculo. 

Cuando vamos por este camino padecemos la crisis del ideal, que es un poco lo que hoy pone en juego Jesús con este anuncio apocalíptico. Nos pone de cara a la realidad, que siempre es más que la idea. Cuando el Señor nos lo hace ver, esa cruda realidad a la qe pertenecemos y que evidencia nuestra condición frágil, se transforma en un camino de transformación. Por eso Jesús dice que su discípulo es aquel capaz de cargar su cruz y seguirlo, su cruz de su propia condición.

La invitación es mantenernos vigilantes, alertas, esa es la sabiduría del cristiano, cada día es volver a comenzar la historia, cada día es tiempo de salvación si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas, al paso de Dios, a ese susurro de Dios que cada día se nos regala.

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Dios es fiel

Cuando sentimos que la vida atraviesa por tormentas, que pueden ser del ámbito de la familia, los afectos, en el trabajo, con problema económicos, pérdida de seres queridos, etc, las seguridades dejan de ser tales. Es el momento de identificar las cosas que realmente valen, y poner la confianza en el Señor.

Ante la tormenta recordar que Dios es fiel, que como dice Santa Teresa “Dios no se muda, y la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.