Con Jesús de travesía a la otra orilla

lunes, 5 de febrero de 2018
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alegria (20)

05/02/2018 –  El evangelio es una permanente invitación a familiarizarnos con lo desconocido y contemplar cómo la fuerza de la Buena Noticia todo lo transforma.

 

Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

San Marcos 6,53-56

 

Un viaje a otras regiones, una travesía

Marcos por un sentido didáctico conjuga seis viajes marítimos de Jesús. Ayer contemplábamos al Maestro en la casa de Pedro, en contraposición a la Sinagoga donde expulsa demonios. La barca donde Jesús realiza estas travesías es también la barca de Simón, la Iglesia. Es la barca donde el Señor se sube en estos días, junto a nosotros, para recorrer una travesía que nos lleva por nuevos territorios. Jesús muestra toda su autoridad, incluso su poder frente a las fuerzas del mar. Toda la travesía donde se producen sacudones sobre la barca de la comunidad de la Iglesia es cuando van camino a la otra orilla. Sería donde la travesía los pone de cara a la periferia existencial en un viaje hacia lo no sabido. Esto simboliza el texto de Matcos cuando muestra el paso de una orilla a otra y el sacudón que la barca reciba. En ambos viajes aparece la figura de autoridad de Jesús que calma la tempestad.

Nosotros también cuando en el recorrido de la vida vamos de una orilla a otra, necesitamos confiarnos al Señorío del Señor. Los nuevos desafíos de la misión nos ponen de cara a otros ambientes y culturas, realidades diferentes, periferias novedosas. La vida del cristiano está permanentemente desafiada por estos territorios de novedad. El anuncio de la buena noticia se muestra con todo su poder, cuando nos confiamos en el poder del Señor. A Él le pedimos la gracia de poder ver cómo en el ir hacia adelante en el anuncio de la buena noticia, nuestro viaje cotidiano encuentra en Él la fuerza para adaptarnos a lo nuevo anunciando el poder que el evangelio tiene de transformar todo lo que toca.

El descanso del discípulo misionero está en el saber permanecer en el territorio de la misión. El discípulo descansa en el corazón de Dios (lugar de periferia donde está el gran desconocido) y en el corazón de los hermanos que esperan la buena noticia. En la misión los discípulos reciben la gracia de nuevas fuerzas para continuar anunciando.