Cada 10 de agosto la Iglesia celebra a San Lorenzo. Cuando en el año 257 d.C, Sixto II fue nombrado Papa, Lorenzo fue su hombre de confianza. Lo ordenó como diácono (sólo eran siete) y le encomendó la difícil tarea de custodiar los bienes de la Iglesia. Casualmente por esta labor es considerado también uno de los primeros catalogadores porque empezó a llevar el primer inventario escrito y detallado de los bienes de la Iglesia.
Por esos días el Emperador Valeriano proclamó un edicto de persecución contra los cristianos, a quienes prohibió reunirse en sitios públicos para realizar sus cultos. Muchos sacerdotes y obispos fueron condenados a muerte, y los cristianos que pertenecían a la nobleza o al senado fueron despojados de sus bienes y enviados al exilio. En medio de este caos fue detenido el mismísimo Papa Sixto II mientras celebraba una misa cerca de un cementerio y fue decapitado in situ junto a otros cuatro diáconos que lo acompañaban en la celebración eucarística. Felizmente, Lorenzo no se encontraba ahí.
La leyenda dice que presintiendo estos sucesos y poco antes de morir, el Papa entregó a Lorenzo los más valiosos tesoros y joyas que tenía la Iglesia. Luego de la decapitación del Papa, Lorenzo logró esconder durante algún tiempo el tesoro, pero ante el inminente peligro decidió enviarlo a Huesca, donde vivían sus padres, adjuntando una carta y un inventario, donde fue escondido y olvidado durante siglos.
Existe una lluvia de meteoros -observables a simple vista- llamada Las Perseidas, pero son más conocidas como “Las Lágrimas de San Lorenzo” porque durante la Edad Media y el Renacimiento, las Perseidas fueron avistadas muchas veces durante las noches en que se recordaba su muerte, el 10 de agosto, día en el cual fue asado y martirizado. Con esos antecedentes, no fue difícil que la gente devota de la época, asociara las Perseidas con las lágrimas que Lorenzo vertió mientras estaba en la hoguera.
Las Perseidas no es la mayor lluvia de meteoros, pero sí la más popular y observada del Hemisferio Norte debido a que transcurre en agosto, mes de buen tiempo y vacacional por excelencia. Su período de actividad es largo y se extiende entre el 16 de julio y el 24 de agosto. Su punto máximo es el 11 de agosto.
Actualmente, los restos del santo se encuentran en la Basílica de San Lorenzo de Roma, y todos los años el día 10 de agosto el relicario con su cabeza quemada se expone en el Vaticano para ser venerada. También se dice que la iglesia conserva todavía la parrilla original. Por cierto, en la iconografía y en el arte religioso, San Lorenzo es representado siempre, llevando consigo la parrilla en la que lo asaron.