¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a vos;
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra: todo mi ser.
Ya que soy toda tuya, ¡oh, Madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Amén