17/12/2018 – Osvaldo Bodean, prestigioso comunicador y docente de Concordia, Entre Ríos, recibió críticas y ataques del Gobierno entrerriano y de periodistas que están a favor del aborto, por publicar lo que pudo corroborar con varias fuentes acerca del hecho que se quiere ocultar.
En los últimos días, y por diversos medios de comunicación, circuló un documento firmado por “periodistas, comunicadores sociales y trabajadores de prensa” en el que repudiaron el artículo publicado en el periódico digital “Elentreríos.com” que reveló el episodio ocurrido en el hospital Masvernat, de Concordia.
En este centro de salud una niña sobrevivió a un aborto “no punible” practicado a una menor que resultó embarazada a raíz de una violación. Pero la víctima del aborto, es decir, la bebé que sobrevivió a esta práctica, agonizó varias horas, sin recibir asistencia de nadie, como también Radio María señaló apenas se conoció el caso.
El primer informe y otras varias notas que nos permitieron conocer esta tragedia, fueron escritos por el periodista Osvaldo Bodean, licenciado en Ciencias de la Información, con una larga experiencia en distintos medios de comunicación como conductor y director. Bodean, además, es profesor de las cátedras de “Medios, Lenguajes y Técnicas” y “Derechos Humanos” en el Instituto de Profesorado de Concordia.
En diálogo con nuestra emisora, Bodean explicó todo el proceso periodístico, de comprobación de fuentes, que le permitieron reconstruir la historia que los abortistas quieren ocultar o negar: “Luego de conocer la noticia, consulté seis fuentes, entre ellas, el director del Hospital Masvernat, quien me confirmó el hecho y dijo que no era viable que se le brinde la atención a la criatura”.
Además del audio de la nota a Bodean, a continuación publicamos la carta abierta con la que el periodista respondió a los ataques y cuestionamientos que le formularon por publicar el caso:
Hola a todos.
No los conozco, pero me alcanza con saber que son periodistas y que se sienten comprometido con la vida para sentirme seguro de ser comprendido en lo que voy a decirles.
Ejerzo esta vocación, que amo, desde hace una treintena de años. También la enseño en una institución educativa terciaria, donde soy docente. Tengo claro un primer pilar fundamental de nuestra labor: la subordinación a los hechos. Las interpretaciones, subjetivas, libres, sólo tienen sentido si primero miramos de frente lo que pasó. No hay sociedad posible si dejamos de reconocer lo que sucede, con independencia de si lo sucedido confirma nuestros prejuicios o ideas preconcebidas o las derrumba y nos obliga a revisarlas.
También creo que por hacer este trabajo de sacar a luz hechos, no deberíamos convertirnos ni en héroes ni en villanos. Es nuestro servicio a la sociedad. Porque sin realismo, sin hechos reconocidos como son, no hay tampoco libertades ni responsabilidad ni comunidad posibles.
Valga esta introducción para insistir con que sólo cumplí mi tarea. Enterado por una primera fuente, luego obtuve varias más, calificadas, absolutamente confiables y, por si faltara poco, llamé a los responsables del nosocomio, quienes jamás negaron lo sucedido.
Además de mis fuentes, hay una veintena de personas que asistieron a una reunión de funcionarios públicos donde fue relatado por los médicos del hospital exactamente lo mismo que finalmente publiqué. ¿Por qué hablaron en ese encuentro? Porque lo sucedido los había conmocionado. Tal vez por ello, no midieron la posibilidad de que todo ello trascendiera y llegara a un medio de comunicación.
Sé que un grupo de colegas entrerrianos han salido a hacer profesión de fe de la palabra del Ministerio de Salud y a descalificar mi tarea. No puedo ni debo obligar a nadie a coincidir conmigo, pero sí tengo claro que creer a pie juntillas la comunicación emanada de los órganos de comunicación oficiales implica decretar la muerte del periodismo. No habría existido Watergate. Rodolfo Walsh debería haber creído el relato de la dictadura. Diego Cabot debería haber rechazado los cuadernos de Centeno porque su contenido no coincidía con la versión oficial.
Si pudiera hablar con los colegas, en vez de contestar agravio con agravio, sólo les preguntaría cuántos de ellos han actuado haciendo periodismo; o sea, cuántos se contactaron con los médicos del Hospital, cuántos con las enfermeras, cuántos intentaron hablar con los asistentes a la reunión de funcionarios donde el caso fue puesto sobre la mesa. Cuántos se arrimaron a tribunales para saber los avances de la investigación judicial en marcha. No les preguntaría cuántos me llamaron a mí para saber cómo hice mi trabajo antes de juzgarla, porque ya sé la respuesta: ninguno.
No los canso más. Les mando un abrazo grande y la tranquilidad de que estoy absolutamente seguro de lo que hice; o sea, periodismo, contar hechos. Nada más ni nada menos.
Hasta cualquier momento.
P/D: Recemos por la bebita (sé que era una niña) que quiso vivir y no la dejaron, por su mamá adolescente que no le mintió a los médicos invocando una violación, y, finalmente, por todos los involucrados en esta historia tan triste, que ojalá sirva para un “nunca más”.
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