Homenaje a la paternidad

viernes, 13 de junio de 2014
image_pdfimage_print
Padre e hija

13/06/2014 – El Padre Ángel Rossi propuso en homenaje a los padres en su día un lindo sobre un padre que desde lejos contempla a sus hijos y lo rápido que van creciendo. Y reflexiona sobre la paternidad como esa dimensión de familia tan honda y particular cuando funciona bien. “Hay un cariño de padre, una seguridad de padre que es propio de ellos y que se complementa tan bien con ese otro cariño, ternura y trabajo de las madres. Un corazón necesita estas dos alas para caminar con dignidad, que muchas veces son ellos mismos y otras veces algun tío, amigo o padrinos” comentó el sacerdote jesuita.

Un abrazo cariñoso a todos los papás que con sus gestos sencillos y honrados nos hacen entender un poquito la paternidad de Dios con nosotros.

Cuenta la historia de Charles Péguy: es la experiencia de un leñador, un hombre de campo que mientras está trabajando cerca, contempla a sus tres hijos que están jugando en la puerta de la casita.

Deja hablar al corazón y entonces dice: “Está viendo desde el bosque a sus tres hijos, dos hijos y una niña de los cuales él es padre ante Dios y que le van a suceder y sobrevivir en la tierra. Poseerán sus casas y sus tierras o por lo menos sus herramientas de trabajo, si es que eno hay tierras. Ellos harán como él, trabajarán. Heredarán su hacha y su podadera, sus sierras y sus limas y su asada para cavar la tierra. Sus buenas herramientas que le han servido tantas veces y que están acostumbradas a sus manos. Estas herramientas que a fuerza de usarlas les pusieron las manos callosas y relusientes y cuyos mangos con el uso tambiíen volvió él lisos y relusientes.

En el mango de sus herramientas le encontrarán a él, de alguna manera, sus hijos. Y con sus herramientas sus hijos heredarán la fuerza de su raza y de su sangre. Pero sus hijos con sus herramientas, con su raza y con su sangre heredarán también lo que está por encima de todo, lo que vale más que una casa y un trozo de tierra, lo que vale más que las herramientas. Heredarán lo que vale más y es más duradero que la raza y la sangre. Heredarán lo que está por encima de todo: la bendición de Dios que está sobre su casa y su raza, y que está sobre el pobre y sobre el que trabaja y cría bien a sus hijos, porque Dios lo ha prometido y Dios es fiel a sus promesas.

Desde el bosque el padre está viendo a sus tres hijos que están creciendo tanto. ¡Qué orgulloso se siente de esto en su corazón!. Ellos ocuparán su lugar sobre la tierra cuando él ya no exista. Ocuparán su lugar en la parroquia y su lugar en el bosque, su lugar en la Iglesia y su lugar en al casa, su lugar en el pueblo y su lugar en la viña… su lugar de hombre y su lugar de cristiano, y de feligrés, de campesino y de padre.

Y el padre piensa con ternura en ese tiempo en que él ya no existirá y en el que sus hijos ocuparán su lugar en la tierra y ante Dios. Ese tiempo en el que cuando su nombre salga a relucir por azar en alguna conversación, ya no será de él de quien se hable sino de sus hijos que llevarán su apellido honradamente ante Dios, con la cabeza alta y orgullosa como él, mejor que él.

Y al pensar en sus hijos que llegarán a ser hombres y mujeres le sube por el cuerpo una gran ternura, un calorcillo y un gran orgullo. ¿Será esto vanidad?, piensa. “Pero bueno, Dios me lo perdonará”. Y el padre se ríe pensando en la cara que tendrán sus hijos cuando tengan barba y piensa con ternura en su hija que será una buena mujer en su casa porque naturalmente será como su madre. Y llora. Y despué sse rie avergonzado. Y el pobre hombre que no ha llorado nunca y quiere hacerse el fuerte mira en torno suyo para ver si hay alguien que lo haya estado contemplando o si lo han visto. Y luego riendo para sus adentros se da prisa a secarse esas dos lágrimas sobre sus mejillas y sorbe y limpia con la lengua el agua salada que hay en las comisuras de sus labios.

Sí, en verdad que todo lo que se hace se hace por los hijos. Y son los hijos los que nos obligan a hacer todo como si nos llevaran de la mano. De modo que todo lo que se hace se hace por la esperanza.

Charles Péguy