La consolación en el discernimiento espiritual

viernes, 14 de marzo de 2014
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14/03/2014 – El sacerdote jesuita Ángel Rossi presentó una conferencia en la que que nos adentró en las reglas de discernimiento de San Ignacio. En esta segunda parte, se centra en la consolación espiritual como modo habitual al que Dios nos invita. Ambas profundizan en los dos grandes movimientos espirituales: desolación y consolación.

La semana pasada transmitimos la primera parte de esta conferencia, dedicada a la desolación. Podés volver a escucharla haciendo clic aquí. 

Hoy desde las 22,30hs, se emitirá la segunda parte de la conferencia, que se dan en el marco de los próximos Ejercicios Ignacianos que se emitirán en Radio María desde el 19 de marzo, de lunes a viernes, entre las 8 y las 9,15hs. Este año el espacio estará a cargo del Padre Fernando Cervera sj.

 

Consolación y desolación

Hay dos reglas de San Ignacio que muestra las dos grandes estados del corazón: consolación y desolación. La consolación debería ser nuestro estado habitual, inflamados en amor a Jesucristo, al creador, un espíritu que se sienta fortificado en su fe y esperanza, con fervor interior. Eso que en Brochero llamábamos “el celo misionero”, una persona atraído por las cosas de Dios. Ante este estado de consolación, San Ignacio dice que hay que aprovecharlo para cuando lleguen momentos de desolación, y a la vez vivirlo en humildad, sabiendo cuánto necesitamos de el Señor.

La otra situación es la de desolación espiritual, cuando sentimos oscuridad en el alma, turbación en ella, compulsión a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, que nos llevan a desconfiar, y nos sentimos sin esperanza, sin amor, con ánimo perezoso, tibios y tristes, con el alma como separada de Jesús nuestro Creador y Señor. Hay que estar atentos a los pensamientos que nos vienen en la desolación, porque así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolación, son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación).

Ante esto, dice San Ignacio, manténgase firmes, confíen que ya pasaré, pónganse en manos del Señor y no cambien nada (no tomar grandes decisiones) y si está tentado haga completamente lo contrario, pero por sobretodo crezcan en confianza a Dios.