María Mujer libre en la ofrenda

miércoles, 27 de noviembre de 2019
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03/12/2019 – Compartimos la reflexión nro 18 de nuestro camino de Consagración a María, en el marco del año jubilar mariano:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”Lc 1 ,46 -47

 

Cuando nosotros nos entregamos y nos donamos ,la donación y entrega que hacemos de nuestro ser es alegre y gozosa. Cuando la entrega que hacemos es una entrega en expectativa a recibir algo a cambio la alegría se opaca o desaparece. La entrega generosa, desinteresada es la entrega acompañada por éste don de la alegría y de gozo que contagia.

Cuando María llega a la casa de su prima, su presencia hace que el niño salte de gozo en el seno de Isabel y todo el ambiente se llena de esa alegría. María lo testifica a través del canto del Magníficat.

Todo es alegría. Hay un motor que genera ésta alegría: es la generosidad de su entrega sin reservas y sin esperar nada a cambio porque Dios ha encontrado un corazón donde poder ofrecerse a si mismo en el estilo propio que Dios tiene para ofrecerse hacia dentro del misterio trinitario, es decir donde las personas se dan, el Padre, Hijo y Espíritu Santo a si mismo todas eternamente donándose y recibiéndose mutuamente.

 

Dice el Papa Francisco:

“La parresía es sello del Espíritu, testimonio de la autenticidad del anuncio. Es feliz seguridad que nos lleva a gloriarnos del Evangelio que anunciamos, es confianza inquebrantable en la fidelidad del Testigo fiel, que nos da la seguridad de que nada «podrá separarnos del amor de Dios» (Rm 8,39).”

 

 

 


1Gaudete et Exsultate 132