La humildad es fruto del encuentro

martes, 19 de noviembre de 2019

21/11/2019 – Compartimos la reflexión nro 10 de nuestro camino de Consagración a María en el marco del año jubilar mariano:

“«Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.» Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.»”

Lc 5,5-8

 

 

En la pesca milagrosa encontramos un acontecimiento similar a éste, que resulta del encuentro entre Dios y la condición humana. Simón recibe en su propia barca la visita del Señor allí vive un acontecimiento increíble ( Lc 5, 1 SS). Él ha intentado pescar toda la noche junto a sus compañeros de pesca. No consiguen nada y por indicación de Jesús se mete mar adentro, obedeciendo en la fe, y pesca como nunca había pescado antes. Tantos peces habían sacado que tienen que llamar a los compañeros de la otra barca para que le ayuden a llevar la cantidad de peces que han sacado.

¿Cuál es la reacción de Pedro? “Apártate de mí Señor, porque soy un pecador.” Es decir, la manifestación de la grandeza de Dios, genera en Simón el reconocimiento de quien es: yo soy un pecador. Pero rápidamente Jesús supera lo que, podría haber sido el riesgo de apartarse de Simón, y lo abraza desde el lugar donde Simón tiene más posibilidades de descubrir lo que es su próxima misión, o su nueva misión: desde ahora te haré pescador de hombres.

Simón no cabe en sí mismo después de semejante pesca. Tanto, que dijo “no me dedico más a esta pesca, me dedico a seguirlo.” Es como uno, cuando hace una cosa llega al culmen de la vida, “qué mas puedo pedir”, “me dedico a otra cosa”. Y tanta fue la alegría que tenía que no cabía dentro de sí..

Y el resultado es el resplandor y la alegría. La verdadera alegría brota de la verdadera humildad..

Dice el Papa Francisco:

“El primer paso decisivo de Pedro en el camino del discipulado, de discípulo de Jesús, acusarse a sí mismo: “Soy un pecador”. El primer paso de Pedro es este y también —añadió el Papa actualizando la reflexión— el primer paso de cada uno de nosotros, si se quiere ir en la vida espiritual, en la vida de Jesús, servir a Jesús, seguir a Jesús, debe ser esto, acusarse a sí mismo: sin acusarse a sí mismo no se puede caminar en la vida cristiana”.

 

1 Homilía en Santa Marta 6 de Septiembre 2018