La Solemnidad de la Santísima Trinidad se celebra una semana después de Pentecostés. Es el domingo dedicado al misterio más grande de nuestra fe: Dios es tres personas en una naturaleza. Las tres Personas de Dios-Padre, Hijo y Espíritu Santo-son un sólo Dios.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 234: “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe. Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo”.
Cuentan que San Agustín una vez se encontraba paseando por la orilla del mar, meditando sobre el misterio de la Trinidad, cuando vio a un niño llenando un hoyo en la arena con el agua del mar. El santo le preguntó por qué lo hacía, a lo que el niño respondió que intentaba vaciar todo el agua del mar en el agujero. Al escucharlo, Agustín le dijo al niño que aquello era imposible, pero el pequeño le respondió que, si aquello era imposible, más imposible aún era tratar de descifrar el misterio de la Santísima Trinidad.
Que esta celebración, en su grandeza y misterio, nos anime a interiorizar y ser comunicadores de la belleza del Padre, la verdad del Hijo y la bondad del Espíritu Santo.