17/01/2014 – “El don de ser hijos de Dios no se puede vender por un malentendido sentido de normalidad, que induce a olvidar su Palabra y a vivir como si Dios no existiera”, reflexionó el Papa en la homilía de Santa Marta. “Existe la tentación de querer ser normales, cuando sin embargo se es hijo de Dios. Cuando eso ocurre, se ignora la Palabra de Dios y se sigue la palabra del propio querer, eligiendo en cierto modo vender el don de una predilección para sumergirse en una uniformidad mundana", sostuvo Francisco.
“Esta tentación la ha tenido el pueblo judío en el Antiguo Testamento más de una vez- recordó el Papa- cuando, en el episodio de la liturgia del primer libro de Samuel, los jefes del pueblo piden al mismo Samuel, ya envejecido, establecer para ellos un nuevo rey, intentando autogobernarse. En ese momento, el pueblo rechaza a Dios: no solo no escucha la Palabra de Dios, sino que la rechaza. Y la frase reveladora de este anuncio es la de los ancianos de Israel: ´Queremos un rey juez, porque así estaremos también nosotros como todos los pueblos`”.
“De este modo -indicó el Papa- rechazan al Señor del amor, rechazan la elección y buscan el camino de la mundanidad, de forma análoga a tantos cristianos de hoy. La normalidad de la vida exige al cristiano fidelidad a su elección y no venderla para ir hacia una uniformidad mundana. Esta es la tentación del pueblo, y también la nuestra. Muchas veces olvidamos la palabra de Dios, lo que nos dice el Señor, y tomamos la palabra de moda. La apostasía es precisamente el pecado de la ruptura con el Señor. La mundanidad es sutil. Es verdad que el cristiano debe ser normal, pero hay valores que el cristiano no puede tomar por sí mismo. El cristiano debe retener en sí la Palabra de Dios que le dice: ´tú eres mi hijo, tú eres elegido, yo estoy contigo, yo camino contigo`".
“Resistiendo por tanto a la tentación de considerarse víctimas de un cierto complejo de inferioridad, de no sentirse un pueblo normal. La tentación viene y endurece el corazón y cuando el corazón está duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar. Jesús decía a los de Emaús: '¡insensatos y lentos de corazón!' Tenían el corazón duro, no podían entender la Palabra de Dios. Y la mundanidad suaviza el corazón, pero mal: ¡nunca es algo bueno el corazón suave! El bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas estas cosas en su corazón, dice el Evangelio. Recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la elección", agregó el Papa en la misa de Santa Marta.
Para concluir, Francisco pidió a Dios la gracia para superar los egoísmos: “El egoísmo de querer hacer lo mío, como yo quiero. Pidamos la gracia de superarlos y pidamos la gracia de la docilidad espiritual, eso es de abrir el corazón a la Palabra de Dios y no hacer como han hecho estos nuestros hermanos, que han cerrado el corazón porque se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no entendían la Palabra de Dios. El Señor nos da la gracia de un corazón abierto para recibir la Palabra de Dios y para meditarla siempre. Y de allí tomar el verdadero camino".
Zenit / Rome Reports
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