03/11/2014 – “La rivalidad y la vanagloria son dos carcomas que debilitan a la Iglesia; por ello es necesario actuar con humildad y concordia, sin buscar el propio interés”, afirmó el Papa Francisco en la misa de la capilla de la Casa Santa Marta.
Comentando la carta de san Pablo a los Filipenses, el Santo Padre observó que la alegría de un obispo es ver en su Iglesia el amor, la unidad y la concordia. “Esta armonía –ha subrayado– es una gracia, la da el Espíritu Santo, pero nosotros debemos hacer por nuestra parte, todo lo posible para ayudar el Espíritu Santo a hacer esta armonía en la Iglesia”. Por eso, san Pablo invita a los Filipenses a no hacer nada “por rivalidad o vanagloria”, ni a “luchar el uno contra el otro, ni siquiera para mostrarse, para presumir de ser mejor que los demás”. Y añadió: “Se nota que esto no es sólo algo de nuestro tiempo”, sino “que viene de lejos”.
“Y cuantas veces en nuestras instituciones en la Iglesia, en las parroquias, por ejemplo, entre los colegas encontramos esto, ¿no?, la rivalidad; hacerse ver; la vanagrloria. Se ve que son polillas que comen la consistencia de la Iglesia. La rivalidad y la vanagloria vana contra esta armonía, esta concordia. En cambio la rivalidad y la vanagloria, ¿qué aconseja Pablo? ¿Qué debe hacer cada uno de nosotros con toda humildad?: considerar a los otros superiores a sí mismo. Él sentía esto. ¿Eh? Él se califica ‘indigno de ser llamado apóstol’, el último. También se humilla fuertemente. Este era un sentimiento suyo: pensar que los otros eran superior a Él.
Así, el Papa ha citado a san Martín de Porres, “humilde fraile dominico,” que la Iglesia recuerda hoy: “Su espiritualidad estaba en el servicio, porque sentía que todos los demás, incluso los más grandes pecadores estaban por encima de él. Realmente lo sentía”. A continuación, el Pontífice ha reiterado que san Pablo nos exhorta a no buscar el propio interés:
“Buscar el bien de los demás. Servir a los demás. Pero esta es la alegría de un obispo, cuando ve a su Iglesia así: un mismo sentir, la misma caridad, permaneciendo unánimes y estando de acuerdo. Este es el aire que Jesús quiere en la Iglesia. Se pueden tener diferentes opiniones, eso está bien, pero siempre dentro de este aire, esta atmósfera: de humildad, caridad, sin despreciar a nadie”.
Refiriéndose también al Evangelio del día, Francisco ha añadido: “Es feo, cuando en las instituciones de la Iglesia, de una diócesis, en las parroquias, encontramos gente que busca su interés, no el servicio, no el amor. Y esto es lo que Jesús nos dice en el Evangelio: no buscar el propio interés, no ir por el camino del contracambiar”.
O sea “si yo te he hecho este favor, tu me haces esto”. Y la parábola de invitar a cena a aquellos que no pueden contracambiar nada. Es la gratuidad. Cuando en la Iglesia hay armonía, hay unidad, no se busca el propio interés”.
El Papa ha invitado, finalmente, a hacer un examen de conciencia: “¿cómo es mi parroquia… cómo es mi comunidad? ¿Tiene este espíritu? ¿Cómo es mi institución? Este espíritu con sentimientos de amor, de unanimidad, de concordia, sin rivalidad o vanagloria, con humildad y pensando que los demás son superiores a nosotros, en nuestra parroquia, en nuestra comunidad … y tal vez nos encontraremos con que hay algo para mejorar. Hoy, ¿cómo puedo mejorar esto?”.
Zenit / Rome Reports
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