“Con el diablo no se puede dialogar”, Papa Francisco en su homilía

viernes, 10 de febrero de 2017
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10/02/2017 – En  la debilidad de las tentaciones, que “todos” tenemos, la gracia de Jesús nos ayuda a no escondernos del Señor, sino a pedir perdón para levantarnos e ir adelante. Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en que reflexionó acerca del diablo que tienta tanto a Adán como a Eva, y también al Señor. Sin embargo, el Pontífice recordó que con Satanás no se dialoga, porque se termina en el pecado, en la culpa y en la corrupción. Lo que hay que hacer –  dijo – es seguir la Palabra de Dios.

Las tentaciones llevan a escondernos del Señor, permaneciendo con nuestra “culpa”, con nuestro “pecado”, con nuestra “corrupción”. Partiendo de la primera lectura del día, tomada del Libro del Génesis, el Papa Bergoglio se detuvo sobre la tentación de Adán y Eva, y después sobre la de Jesús en el desierto.

Es el diablo – explicó el Obispo de Roma – “el que se hace ver en forma de serpiente”. Es “atrayente” –  dijo – y con su astucia trata de “engañar”, es un “especialista” en esto, es el “padre de la mentira”, es un “mentiroso”. Sabe cómo engañar y cómo “estafar” a la gente. Lo hace con Eva: la hace “sentir bien” – prosiguió diciendo Francisco –  y así comienza el “diálogo” y “paso tras paso”, Satanás la conduce hacia donde él quiere.

En cambio con Jesús es diferente, para el diablo “termina mal”, recordó el Papa. Y añadió: “Trata de dialogar” con Cristo, porque “cuando el diablo enreda a una persona lo hace con el diálogo”, trata de engañarlo, pero Jesús no cede. Y el diablo se revela por lo que es, pero Jesús da una respuesta “que no es suya”, es la Palabra de Dios, porque “con el diablo no se puede dialogar”, de lo contrario se termina como Adán y Eva, “desnudos”.

“El diablo es un mal pagador, ¡no paga bien! ¡Es un estafador! Te promete todo y de deja desnudo. También Jesús terminó desnudo, pero en la cruz, por obediencia al Padre. Otro camino… La serpiente, el diablo es astuto: no se puede dialogar con el diablo. Todos nosotros sabemos lo que son las tentaciones, todos lo sabemos, porque todos las tenemos. Tantas tentaciones de vanidad, de soberbia, de avidez, de avaricia… Tantas”.

Hoy – añadió textualmente el Santo Padre – se habla tanto de corrupción. Y también por esto se debe pedir ayuda al Señor:

“Tantos corruptos, tantos peces gordos corruptos que hay en el mundo de los cuales conocemos la vida por los periódicos: quizás hayan comenzado con una pequeña cosa, no sé, para no ajustar bien el balance y aquello que era un kilo: no, hagamos 900 gramos pero que  parezca un kilo. La corrupción comienza con poco, como esto, con el diálogo: ‘Pero no, ¡no es verdad que te hará mal este fruto! ¡Cómelo, es bueno! Es poca cosa, nadie se da cuenta. ¡Hazlo, hazlo!’. Y poco a poco, poco a poco, se cae en el pecado, se cae en la corrupción”.

Hacia el final de su homilía el Papa dijo que la Iglesia nos enseña a “no ser ingenuos”, por no decir “tontos”. De modo que hay que tener “los ojos abiertos”, y debemos pedir ayuda al Señor  “porque solos no podemos”. Adán y Eva se “esconden” del Señor: en cambio, se necesita la gracia de Jesús para “volver y pedir perdón”. Y concluyó diciendo:

“En la tentación no se dialoga, se reza: ‘Ayúdame, Señor, soy débil. No quiero esconderme de ti’. Esto es valor, esto es vencer. Cuando tú comienzas a dialogar terminarás vencido, derrotado. Que el Señor nos dé la gracia y nos acompañe en este coraje. Y si somos engañados por nuestra debilidad en la tentación, que nos dé el coraje de levantarnos y de ir adelante. Para esto ha venido Jesús, para esto”.

Fuente: Radio Vaticana