El Papa hizo un llamado a la paz entre las dos Coreas

jueves, 14 de agosto de 2014
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14/08/2014 – “Un pueblo grande y sabio no se limita sólo a conservar sus antiguas tradiciones, sino que valora también a sus jóvenes, intentando transmitirles el legado del pasado aplicándolo a los retos del presente”, expresó el Papa en su primer mensaje en tierra coreana. Francisco arribó al aeropuerto de Seúl a las 15.45, hora local y fue recibido por la presidenta de la República, Park Geun-hye.

El papa Francisco arribó a las 15.45, hora local y fue recibido por la presidenta de la República, Park Geun-hye. Tras los honores militares y escuchar los himnos nacionales, la presidenta acompañó al Santo Padre al Salón de Honor del Palacio para un encuentro privado, en el que participaron también dos ministros coreanos, el cardenal secretario de Estado Pedro Parolin y el nuncio apostólico, monseñor Osvaldo Padilla.

Finalizada la visita de cortesía, se realizaron el intercambio de regalos y la presentación de autoridades. El regalo entregado por el Papa a la presidenta de Corea del Sur, fue un mapa de Roma grabado en cobre e impreso siguiendo los métodos tradiciones de calcografía, realizado por la Biblioteca Apostólica Vaticana, con ocasión del Gran Jubileo del Año 2000.

Durante su discurso pronunciado en inglés, el Santo Padre agradeció a la presidenta, miembros del gobierno y del cuerpo diplomático por el recibimiento, y la organización, que lo hicieron “sentir en casa desde el primer momento” y expresó que “es una gran alegría para mí venir a Corea, la “tierra de la mañana tranquila”, y descubrir no sólo la belleza natural del País, sino sobre todo de su gente así como su riqueza histórica y cultural”.

“Este legado nacional, señaló el Pontífice, sufrió durante años la violencia, la persecución y la guerra. Pero, a pesar de estas pruebas, el calor del día y la oscuridad de la noche siempre dejaron paso a la tranquilidad de la mañana, es decir, a una esperanza firme de justicia, paz y unidad. La esperanza es un gran don. No nos podemos desanimar en el empeño por conseguir estas metas, que son un bien, no sólo para el pueblo coreano, sino para toda la región y para el mundo entero.

Luego de reunirse con las autoridades del país, el Santo Padre dirigió un discurso a los obispos coreanos, alentándolos a ser custodios de la memoria y la esperanza de su pueblo, al tiempo que advirtió los riesgos de incorporar criterios mundanos de éxito y poder en la labor evangelizadora.

Francisco alentó a los prelados a ocuparse especialmente de la educación de los jóvenes, “desde los primeros niveles, donde la mente y el corazón de los jóvenes se forman en el amor de Dios y de su Iglesia, en la bondad, la verdad y la belleza, para ser buenos cristianos y honestos ciudadanos”.

El Papa les advirtió que “el testimonio profético y evangélico presenta algunos retos particulares a la Iglesia en Corea, que vive y se mueve en medio de una sociedad próspera pero cada vez más secularizada y materialista”.

En Corea, Francisco también ha sorprendido utilizando un automóvil modesto y pequeño, bajando la ventanilla y salundando a todos a su paso.

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En otro orden, el gobierno de China prohibió a unos 80 jóvenes de su país participar de la Jornada de la Juventud Asiática que se está realizando en Daejeón. El comité organizador de la visita del Papa a Corea del Sur, Heo Young-yeop, declaró que la decisión de China nació de “situaciones problemáticas internas”.

Las mismas fuentes señalaron que el gobierno chino decidió hacer volver a algunos sacerdotes chinos residentes en Corea antes de la llegada del Papa a la península coreana. “A los curas los llamaron por teléfono funcionarios de la Oficina de asuntos religiosos, y les advirtieron que tendrían “problemas” si no volvían inmediatamente a la patria”.

Aica / Rome Reports