10/10/2025 – (Fuente: Vatican News) En su discurso a los representantes de la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada, el Papa León XIV reiteró su compromiso de apoyar a las minorías cristianas en países como la República Centroafricana, Burkina Faso, Mozambique y Perú, su tierra de misión. Practicar la fe sin temor a la persecución, afirmó, es la piedra angular de toda «sociedad justa», ya que protege el espacio en el que se forman las conciencias.
Una verdadera reconciliación no puede existir sin la garantía de poder profesar libremente la propia fe. Este derecho no es un «privilegio» otorgado por las instituciones, sino una condición esencial para la formación de sociedades justas, en las que la conciencia humana tenga amplio margen para formarse y expresarse concretamente. Este principio sustenta la reflexión que el Papa León XIV ofreció a la delegación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, recibida en audiencia esta mañana, 10 de octubre, en el Aula de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano.
No abandonemos a los cristianos perseguidosEl Pontífice inició su discurso recordando la creciente hostilidad y violencia perpetrada contra diversas comunidades religiosas, incluida la cristiana. En consonancia con la misión de la fundación —establecida en 1947 para abordar el sufrimiento de la posguerra—, el Papa reiteró: «No abandonemos a nuestros hermanos y hermanas perseguidos». En este sentido, se hacen eco de las palabras de San Pablo en la Primera Carta a los Corintios:
“Si un miembro sufre, todos sufren con él”.
Necesidad de verdad y sentidoEl derecho a la libertad de culto se deriva de un axioma fundamental: «Todo ser humano lleva en su corazón una profunda necesidad de verdad, de sentido, de comunión con los demás y con Dios». Una necesidad que surge de lo más profundo del alma humana y que hace de la libre profesión de fe no una opción, sino un elemento esencial.
“Enraizada en la dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios y dotada de razón y libre albedrío, la libertad religiosa permite a las personas y a las comunidades buscar la verdad, vivirla libremente y dar testimonio de ella abiertamente. Por lo tanto, es una piedra angular de toda sociedad justa, ya que salvaguarda el espacio moral en el que la conciencia puede formarse y ejercitarse”.
No hay paz sin libertad religiosaLa libertad religiosa, continúa León XIV, «no es simplemente un derecho legal ni un privilegio concedido por los gobiernos». Es más, constituye «el pilar de la auténtica reconciliación». Su negación priva a los seres humanos de la capacidad de responder a la «llamada de la verdad» y conduce a la lenta desintegración de los vínculos éticos y espirituales que sustentan a las comunidades. «La confianza da paso al miedo, la sospecha sustituye al diálogo y la opresión engendra violencia», afirma el Pontífice, citando a su predecesor, Francisco:
“No hay paz posible sin libertad religiosa, ni libertad de pensamiento y de expresión, ni respeto por las opiniones ajenas”.
Promover de la libertad de culto en la vida cotidianaEl Papa también recuerda la enérgica defensa que la Iglesia ha hecho de la libertad religiosa a lo largo de los siglos. La Declaración Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II afirmó el reconocimiento de este derecho en el marco jurídico e institucional de cada país.
“Por lo tanto, la defensa de la libertad religiosa no puede ser algo abstracto; debe vivirse, protegerse y promoverse en la vida cotidiana de las personas y las comunidades”.
El compromiso de Ayuda a la Iglesia NecesitadaLa misión de Ayuda a la Iglesia Necesitada se inscribe en este marco: promover el perdón y la reconciliación, acompañar y dar voz a la Iglesia allí donde haya necesidad, donde se vea amenazada o sufra. Durante más de veinticinco años, continuó el Pontífice, el Informe de la Fundación sobre Libertad Religiosa ha dado testimonio y voz a quienes no la tienen, revelando el sufrimiento, a menudo oculto, de muchos. El compromiso de Ayuda a la Iglesia Necesitada también se extiende a las comunidades que con demasiada frecuencia se encuentran aisladas, marginadas o bajo presión.
«Constructores de paz»La reconstrucción de una capilla, el apoyo a una monja, la provisión de una emisora de radio o un vehículo: todas estas son acciones que «fortalecen la vida de la Iglesia» y el tejido «espiritual y moral» de la sociedad. La asistencia ofrecida, especialmente a las minorías más vulnerables, convierte a los miembros de la fundación en verdaderos «constructores de paz». La República Centroafricana, Burkina Faso, Mozambique —y también la diócesis de Chiclayo, Perú, donde el Papa tuvo el «privilegio de trabajar»— son solo algunos de los lugares donde la Iglesia local, a través de la fundación pontificia, se convierte en un «signo vivo» de armonía social y fraternidad, mostrando al mundo que «un futuro diferente es posible».
«Nunca se cansen de hacer el bien»El Papa concluyó su discurso exhortando a los presentes a «nunca cansarse de hacer el bien», pues los frutos de su trabajo «se manifiestan en innumerables vidas y dan gloria a nuestro Padre celestial».
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