07/11/2014 – El Santo Padre Francisco recibió en audiencia a los participantes del Congreso ecuménico de los obispos amigos del Movimiento de los Focolares. El encuentro ha tratado el tema “La Eucaristía, misterio de comunión” y se ha celebrado en Grottaferrata del 3 al 6 de noviembre.
Francisco ha afirmado en su discurso que este encuentro anual en el que se reúnen personas de distintos países, iglesias y comunidades eclesiales “es una expresión, un fruto de lo que produce el amor a la Palabra de Dios y la voluntad de conformar la existencia al Evangelio”. Asimismo ha indicado que “estas actitudes suscitadas y acompañadas por la gracia del Espíritu Santo hacen germinar muchas iniciativas, hacen florecer amistades sólidas y momentos fuertes de fraternidad y de compartir”.
Por eso, Francisco les ha invitado a “hacer tesoro” de esta experiencia rica y a proseguir con valentía, siempre atentos a los signos de los tiempos y pidiendo al Señor el don de la escucha recíproca y la docilidad a su voluntad. De este modo, el Santo Padre se ha detenido en su discurso en un aspecto en particular: “la aguda conciencia del valor, en nuestro mundo turbulento, de un claro testimonio de unidad entre los cristianos y de una declaración explícita de estima, de respeto, y más precisamente, de fraternidad entre nosotros”. Esta fraternidad -ha afirmado- es un signo luminoso y atractivo de nuestra fe en Cristo resucitado.
A propósito, el Papa ha observado que si pretendemos responder, como cristianos, a las muchas problemáticas y dramas de nuestro tiempo, “es necesario hablar y actuar como hermanos, y de tal forma que todos lo puedan reconocer fácilmente”.
Según ha afirmado el Pontífice, este es un modo -quizá para nosotros el primero- de responder a la globalización de la indiferencia con una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que entre los bautizados deberá resplandecer de forma aún más nítida.
De este modo, ha enumerado una serie de realidades que interpelan “nuestra conciencia de cristianos y de pastores”: la falta de libertad para manifestar públicamente la religión y de vivir abiertamente según las exigencias de la ética cristiana en algunos países, las persecuciones de los cristianos y de otras minorías, el triste fenómeno del terrorismo, el drama de los prófugos causado por las guerras y otras razones, los desafíos del fundamentalismo o el secularismo exagerado.
El Pontífice ha observado que estos desafíos son un llamamiento a buscar con compromiso renovado, con constancia y paciencia, “los caminos que conducen hacia la unidad” y “para que nosotros los primeros podamos ser colmados de confianza y de valentía”. Y entre estos caminos, el Santo Padre ha señalado uno que es un camino maestro, “la Eucaristía como misterio de comunión”.
Asimismo, el Santo Padre ha querido recordar que el apóstol Pablo, desde su primera Carta a los Corintios, indica claramente la Cena del Señor como momento central en la vida de la comunidad, “momento de la verdad”.
“Allí se verifica en la máxima medida el encuentro entre la gracia de Cristo y nuestra responsabilidad. Allí, en la Eucaristía, nosotros sentimos claramente que la unidad es don, y que el mismo tiempo es responsabilidad, responsabilidad grave”, ha explicado.
Por eso, al finalizar, el Papa ha deseado que el congreso “traiga frutos abundantes de crecimiento en la comunión y en el testimonio de la fraternidad”. De este modo, ha concluido el discurso con su tradicional “os pido por favor que recéis por mí”.
En repetidas ocasiones, Francisco adviertte sobre el daño y el mal que hacen los chimes y el hablar a las espaldas de los demás. Esta mañana lo ha subrayado de nuevo añadiendo que es mejor acabar a puños que caer en el terrorismo de los chismorreos.
Así lo ha indicado el Papa durante una audiencia con los participantes de la 54ª Asamblea nacional de la Conferencia Italiana de Superiores Mayores sobre el tema “misión de la Iglesia y vida consagrada a la luz de la Evangelii gaudium”. Durante su discurso, el Papa ha compartido con los presentes algunos puntos de referencia “para el camino”: atracción y no proselitismo, descentrarse para poner en el centro a Cristo y vida fraterna.
El Pontífice destacó que “la vida religiosa ayuda, pero ayuda principalmente la Iglesia a realizar esa ‘atracción’ que hace crecer, porque delante del testimonio de un hermano o de una hermana que vive verdaderamente la vida religiosa, la gente se pregunta ‘¿qué hay aquí?’ ‘¿qué empuja a esta persona más allá del horizonte mundano?'”. Según Francisco, esta es la primer cosa: “ayudar a la Iglesia a crecer por el camino de atracción. Sin preocuparse de hacer proselitismo: ¡atracción!”
Recordando el Evangelio de este miércoles, el Papa ha señalado que renunciar a las posesiones para ser discípulo de Jesús es una decisión, en distintos modos, que se pide a todo cristiano. “Pero nosotros los religiosos somos llamados a dar un testimonio de profecía. El testimonio de una vida evangélica es lo que distingue al discípulo misionero y en particular quien sigue al Señor en el camino de la vida consagrada. Y el testimonio profético coincide con la santidad”, ha explicado el Santo Padre.
Zenit / Rome Reports
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