“La oración nace de la convicción de que la vida es un misterio asombroso”

miércoles, 24 de junio de 2020
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24/06/2020 –  Durante la Audiencia General celebrada este miércoles 24 de junio en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco señaló que “la oración nace de la convicción de que la vida es un misterio asombroso”.

En una nueva catequesis sobre la oración, el Papa se centró en la figura del rey David, “predilecto de Dios desde niño que fue elegido para una misión única que jugará un papel central en la historia del pueblo de Dios y de nuestra misma fe”.

Antes que nada, destacó el Papa, “David era un pastor: un hombre que se preocupa de los animales, que los defiende cuando detecta un peligro, que les da su sustento. Cuando David, por voluntad de Dios, tiene que preocuparse de su pueblo, no realizará acciones muy diferentes” de las de un pastor.

De su primera labor como pastor, “David aprendió mucho. De esa manera, cuando el profeta Natán le muestra su gravísimo pecado, David entenderá de inmediato que ha sido un mal pastor, que privado a otro hombre de la única oveja que amaba, que ya no era un humilde servidor, sino un pobre enfermo, un cazador furtivo que mata y depreda”.

“Miremos a David, pensemos en David: santo y pecador; perseguido y persecutor; víctima y verdugo. Es una contradicción. David ha sido todo esto. Y también nosotros encontramos en nuestra vida acciones con frecuencia opuestas. En el transcurso de la vida, todos los hombres pecan con frecuencia de incoherencia”.

Sin embargo, “hay un hilo rojo en la vida de David que da unidad a todo lo que sucede: su oración. Esa es la voz que no se apaga nunca. El David santo, reza; el David pecador, reza; el David perseguido, reza; el David perseguidor, reza; el David víctima, reza; y también el David verdugo, reza. Ese es el hilo rojo de su vida: un hombre de oración”.

La oración de David “asume los tonos de júbilo o los del lamento. Siempre es la misma oración, sólo cambia la melodía”.

Con esa acción, “David nos enseña a entrar en diálogo con Dios: la alegría como culpa, el amor como sufrimiento, la amistado como enfermedad. Todo puede convertirse en la palabra dirigida al ‘Tú’ que siempre nos escucha”.

“David, que ha conocido la soledad, en realidad, no ha estado solo nunca. En el fondo, ese es el poder de la oración, en todo aquel que le da espacio en su vida. La oración te da nobleza, y David es noble porque reza. ¡Pero es un verdugo!, que reza, se arrepiente y la nobleza regresa de la oración. La oración te da nobleza”.

La oración “es capaz de garantizar la relación con Dios, que es el verdadero compañero de camino del hombre en medio de las miles de travesías de la vida, buenas o malas, pero siempre la oración. ‘Gracias, Señor. Tengo miedo, Señor. Ayúdame, Señor. Perdóname, Señor’”.

“Es tanta la fe de David que, cuando era perseguido y debió escapar, no dejó que nadie lo defendiese. ‘Si mi Dios me humilla así, Él sabe’, porque la humildad de la oración te deja en las manos de Dios. Esas manos llenas de amor y las únicas manos seguras que tenemos”, concluyó el Papa Francisco su catequesis.