Mensaje del Papa a superioras religiosas

viernes, 10 de mayo de 2019
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10/05/2019 – Durante una semana las religiosas de la Unión Internacional de Superioras Generales han celebrado en Roma su asamblea plenaria. Las religiosas han estado debatiendo sobre propuestas para transmitir esperanza al mundo.

En el día de hoy, el Santo Padre les dirigió un mensaje muy especial. El Discurso no fue leído, sino que fue entregado a las asistentes.

“Nadie nos puede robar la pasión por la evangelización. No hay Pascua sin misión: «Vayan y anuncien el Evangelio a todos los hombres»” (cf. Mt 16,15-20), estas son algunas de las palabras con las que el Papa comienza su alocución a las Superioras Generales reunidas en la ciudad de Roma.

El Papa constata el momento difícil que pasa la vida consagrada, particularmente lo que se refiere a la disminución numérica y apunta dos tentaciones: “la tentación del desánimo, la resignación o el “arrocamiento” en lo de “siempre se ha hecho así”.

Por eso el Papa insiste: “no tengan miedo de ser pocas, sino de ser insignificantes, de dejar de ser luz que ilumine a cuantos están inmersos en la “noche oscura” de la historia. No tengan miedo tampoco de «confesar con humildad y a la vez con gran confianza en el amor de Dios su fragilidad» (Carta a todos los consagrados, 21 noviembre 2014, I, 1) … tengan pánico de dejar de ser sal que dé sabor a la vida de los hombres y mujeres de nuestra sociedad”.

El servicio, afirma el Pontífice, es animado por la oración de adoración y de alabanza; por eso, “Cuanto más unidos estemos al Señor, más cerca estaremos de la humanidad, particularmente de la humanidad que sufre”.

En su mensaje, el Obispo de Roma subrayó la importancia de muchos trabajos que las hermanas realizan desde las periferias en que viven: “La periferia de la educación, en la que educar es ganar siempre, ganar para Dios; la periferia de la sanidad, en la que son servidoras y mensajeras de la vida, y de una vida digna; y la periferia del trabajo pastoral en sus más variadas manifestaciones, en el que, testimoniando con sus vidas el Evangelio, están manifestando el rostro materno de la Iglesia”.