Ser cristiano no es fácil, pero hace féliz

jueves, 13 de septiembre de 2018
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13/09/2018 – A partir del Evangelio de Lucas de hoy (Lc 6, 27-38), el Papa Francisco, en su homilía de la misa celebrada en la Casa Santa Marta, aclaró una vez más las características distintivas del “estilo cristiano”: “Ser cristiano no es fácil”, pero hace “feliz”: el camino que nos indica el Padre celestial es el de la “misericordia” y el de la “paz interior”. El Señor, especificó el Papa, siempre nos muestra cómo debería ser “la vida de un discípulo”, a través, por ejemplo, de las Bienaventuranzas o las Obras de Misericordia.

 

De una manera particular, la liturgia de hoy se centra en “cuatro detalles para vivir la vida cristiana”: “ama a tus enemigos, haz el bien a los que te odian, bendice a los que te maldicen, ora por los que te maltratan”. En su homilía, el Papa señaló que los cristianos nunca deben entrar “en el chisme” o “en la lógica de los insultos”, que lo único que genera es “guerra”. Por el contrario, el Papa exhortó a buscar siempre tiempo para “orar por las personas molestas”.

“Éste es el estilo cristiano, ésta es la forma de vida cristiana. Pero si no hago estas cuatro cosas: Amar a los enemigos, hacer el bien a los que me odian, bendecir a los que me maldicen y rezar por los que me maltratan, ¿no soy cristiano? Sí, eres cristiano porque has recibido el bautismo, pero no vives como un cristiano. Vives como un pagano, con el espíritu de la mundanalidad”.

Es verdad que es más fácil “hablar a las espaldas de los enemigos o de los que son de un partido diferente”, pero la lógica cristiana va contracorriente y sigue la “locura de la Cruz”. El objetivo final, agregó el Papa Francisco, “es llegar a comportarse como hijos de nuestro Padre”.

“Sólo los misericordiosos se parecen a Dios Padre. “Sed misericordiosos, como su Padre es misericordioso”. Este es el camino, el camino que va en contra del espíritu del mundo, que piensa lo contrario, que no acusa a los demás. Porque entre nosotros está el gran acusador, el que siempre nos acusa ante Dios, para destruirnos. Satanás: él es el gran acusador. Y cuando entro en esta lógica de acusar, maldecir, tratar de hacer daño a otro, entro en la lógica del gran acusador que es destructivo. Quien no conoce la palabra “misericordia”, no la conoce, porque nunca la ha vivido”.

La vida, por lo tanto, oscila entre dos invitaciones: la del Padre y la del “gran acusador”, “que nos empuja a acusar a los demás, para destruirlos”.

¡Pero es él quien me está destruyendo! Y tú no puedes hacerlo al otro. No puedes entrar en la lógica del acusador. “Pero padre, debo acusar”. Sí, acúsate a ti mismo. Te hará bien. La única acusación lícita que tenemos los cristianos es acusarnos a nosotros mismos. Para los otros sólo misericordia, porque somos hijos del Padre que es misericordioso”.

Fuente: Vatican News