“Un joven que no protesta no me gusta”, aseguró el Papa en entrevista con la TV brasileña

miércoles, 31 de julio de 2013
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En un programa de televisión de Brasil, el Papa Francisco advirtió sobre "el drama de este humanismo deshumano que estamos viviendo" con "la feroz idolatría del dinero" y llamó a "no caer en la globalización de la indiferencia". Francisco conversó con un periodista de la red Globo de la televisión brasileña.

El diálogo con el periodista Gerson Camarotti fue grabado en la residencia Sumaré, del arzobispado de Río de Janeiro, que fue donde Francisco residió durante su visita a Brasil. La conversación fue serena y respetuosa. El Papa desgranó su pensamiento reflexionando ante las preguntas del periodista que estaba sentado del otro lado de una mesa. Francisco contestó en castellano y el canal subtituló sus respuestas en portugués.

El Papa habló hasta del clima de estos días, que no le pareció tan frío, comparándolo con el clima porteño. Dijo que era como "un otoño normal". "Yo me sentí recibido con un afecto que no conocía, muy cálidamente -dijo-. El pueblo brasileño tiene un gran corazón". Relativizó la rivalidad entre ambos países, al decir que "hemos negociado bien: el Papa es argentino y Dios es brasileño".

"Siento que tenemos que dar testimonio de cierta simplicidad, incluso de pobreza", dijo al señalar que a nuestro pueblo lo ofende que "los consagrados estemos apegados al dinero". Señaló que muchas veces es conveniente que los párrocos tengan un coche porque deben movilizarse de un lado a otro para atender muchas necesidades, pero afirmó que "no es un buen ejemplo que un sacerdote tenga un auto último modelo".

Preguntado por su alojamiento en el hotel Santa Marta, Francisco expresó que no es tanto por motivos de simplicidad, ya que el apartamento papal es grande, pero no lujoso. Señaló que eligió el hotel por su modo personal de ser. "Me quedé en Santa Marta para no tener que estar sufriendo la soledad". En Santa Marta viven, dijo, entre 40 obispos y sacerdotes que trabajan en el Vaticano y que paran allí otros clérigos y laicos. Contó que comparte el desayuno, el almuerzo y las comidas, y que necesita estar entre la gente para no tener un problema psiquiátrico. Que sería una falta de pobreza porque tendría que gastar mucha plata en psiquiatras.

Sobre la seguridad durante su visita al Brasil, afirmó, en tono tranquilo a la vez que firme: "Yo no tengo miedo. Soy inconsciente. Sé que nadie se muere en la víspera. Cuando me toque, lo que Dios permita será".

“Cuando usted va a ver a alguien no lo hace detrás de una caja de vidrio”, dijo sobre la modificación del papamóvil de como estaba dispuesto originariamente. Agradeció cuanto lo cuidaron ambas seguridades -la de la Santa Sede y la del Brasil- "pero las dos saben que soy un indisciplinado". Apuntó que no era por ser un "enfant terrible", sino porque quiere estar cerca de la gente.

Preguntado acerca del traspaso de católicos a filas evangélicas, dijo no conocer en detalle la situación del Brasil, pero habló de la cercanía que los sacerdotes deben tener con la gente. "Para mí es fundamental la cercanía de la Iglesia. La Iglesia es madre. Ni usted ni yo conocemos una madre que se comunique por correspondencia".

Contó el caso de un sacerdote en la Argentina que fue a un pueblo donde hacía muchos años que no había atención sacerdotal católica. "Estoy enojada con la Iglesia porque nos abandonó", le dijo una señora muy culta, que al igual que otros había buscado que le hablaran del Evangelio, lo que necesitaba, en un pastor protestante. Pero cuando el sacerdote ya se iba, abrió un ropero y le mostró una imagen de la Virgen que tenía allí para que el pastor no la viera. Iba al pastor pero las raíces de su espiritualidad estaban en el ropero, observó.

Sobre los escándalos financieros, el Vatileaks y casos similares, que lamentó, dijo que "en la Curia romana hay muchos santos, cardenales, obispos, sacerdotes, laicos santos", que calificó como "gente de Dios y que ama a la Iglesia". Apuntó que "hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece". Pero en concreto, ante el caso de un sacerdote que ingresó dinero de Suiza ilegalmente, estimó que obró mal y la Iglesia, en ese y otros casos, tiene que dar la sancion merecida.

Reveló que en las congregaciones de cardenales previas al cónclave en que salió elegido se habló de reformas en la Curia y que al mes de su elección él nombró una comisión de ocho cardenales para que lo asesoren al respecto. Dijo que ya hay propuestas serias que hay que madurar, y se tratarán en una reunión del 1 al 3 de octubre. Pero por otro lado, recordó que los teólogos desde hace siglos dicen: "La iglesia siempre se tiene que reformar". Precisó al respecto que "hay cosas que sirvieron para otras épocas y que ahora no sirven más y que hay que reacomodar".

Sobre las protestas de los jóvenes, reconoció: "Un joven que no protesta no me gusta". Estimó que los jóvenes buscan la utopía, que interpretó como "respirar y mirar hacia adelante". Dijo que hay que escucharlos y cuidarlos para que no sean manipulados.

Afirmó que este mundo actual que estamos viviendo ha caído en "la feroz idolatría del dinero" y señaló que una política mundial economicista sin ética que la controle se concentra en el centro y deja las puntas de la sociedad -los jóvenes y los ancianos- mal atendidas, descuidadas, descartadas. Consideró que el porcentaje de jóvenes desocupados que hay en Europa "es alarmante".

Denunció que hay chicos que mueren de hambre, hombres que mueren de frío en las calles en invierno, y eso no es noticia. Pero bajan tres o cuatro puntos de las bolsas de algunos países y se lo considera una catástrofe. Es "el drama de este humanismo deshumano que estamos viviendo", expresó, al tiempo que animó a "no caer en la globalización de la indiferencia".

Al ser consultado en relación con otras confesiones, estimó importante "fomentar una cultura del encuentro en todo el mundo". Y señaló que es importante "podar el egoísmo" y que a un chico que tiene hambre lo eduquen y le quiten el hambre, "no pelearnos entre nosotros a costillas de los demás". Cada uno puede dar razón de su fe con altura, pero urge salir de uno mismo. "Las confesiones no pueden irse a dormir tranquilas mientras haya un solo chico que muera de hambre". Recordó que según nuestra fe cristiana "vamos a ser juzgados según nuestras obras de misericordia".