Un argentino misionando en Ángola

jueves, 7 de enero de 2016

470664_10150849014434039_1119397290_o

07/01/2016 – El P. Ceferino Cainelli, es argentino y desde hace 8 años vive en Ángola, en donde trabaja en conjunto con sacerdotes de otras comunidades. Pertenece a la Sociedad de misiones Africanas, de descanso por Córdoba, pasó por los estudios de Radio María para compartir su experiencia en tierras de misión.

“La Sociedad de misiones Africanas es una comunidad misionera que nace en el año 1896 y que tiene como carisma el primer anuncio en el continente africano. Somos una sociedad de vida apostólica, sacerdotes venidos de todos los continente que trabajamos especialmente en África en 16 países y en los países de origen animando y despertando el espíritu misionero” contó el P. Ceferino.

Sobre su lugar de misión, contó que “Angola es un país dentro de África que cuenta con aproximadamente 20 millones de habitantes, yo me encuentro en la periferia de Luanda, la ciudad capital que ha crecido notablemente. Somos un equipo de sacerdotes de la sociedad de misiones africanas, “Es una pastoral amplia porque es un territorio grande. La parroquia está dividida en 6 sectores por lo que cada uno trabaja en una zona que en realidad cada una es  como una gran parroquia. Nos dejamos sorprender por todas las cosas que vamos encontrando en el día a día y procurando dar una respuesta desde el anuncio del evangelio en éstos pueblos”.

“La sociedad de misiones africanas trabaja especialmente para el crecimiento del clero local. Desde el inicio de nuestra presencia en Angola, hace 18 años, hemos trabajado mucho en la Pastoral Vocacional ayudando a la iglesia local a que pueda ir creciendo en el número de sacerdotes. Actualmente esta diócesis cuenta con 6 sacerdotes, y algunos jóvenes que quieren ingresar en nuestra comunidad misionera, asique vamos a comenzar la formación de algunos jóvenes en sus primeros pasos” explicó.

Ser misionero

El P. Ceferino reconoce que su vocación apareció en el interior de su familia que era practicante, pero de un modo más fuerte al ingresar en un grupo misionero: “Llegando a mi edad adolescente tuve la gracia de participar de un grupo misionero que me ayudó a hacer una experiencia más concreta de encuentro con los otros, en la Prelatura de Deán Funes. Ibamos  a misionar, y allí fue naciendo este llamado”.

En cuanto a su actividad de cada día, destacó el continúo trabajo en “abrir puertas y ventanas para compartir el evangelio que hemos recibido”.