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28/01/2016 – Jesús decía a la multitud: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!»
Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.»
Mc 4,26-34
Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Oh Dios,
que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu
Santo; concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Hoy celebramos al doctor de la Iglesia Santo Tomás de Aquino. Que bueno que en este día de catequesis experimentemos Este misterio que Tomás de Aquino hizo forma de vida, porque al querer estudiarlo lo contemplo, lo amo y pudo entonces escrudiñar a modo de acercamiento el misterio de Dios para que nosotros, desde la fe, podamos conocerlo y acercarnos a Él.
En 4 años escribe su obra más famosa: “La Suma Teológica”, obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.
En Tomás, la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las otras ciencias, y hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras permanece en París, Tomás y los hermanos Predicadores elaboran en comunidad filosofía y teología, para después hacerla presente en la universidad.
Su interés era encontrar la síntesis entre la fe y la razón. Santo Tomás de Aquino murió en la abadía de Fossanova el día siete de marzo de 1274 cuando iba de camino al concilio de Lyon. Fue canonizado el dieciocho de julio de 1323 por Juan XXII. San Pío V, el once de abril de 1567, lo declaró Doctor de la Iglesia. León XIII, el cuatro de agosto de 1880, lo proclamó patrón de todas las universidades y escuelas católicas.
Nosotros somos beneficiarios del trabajo de este santo que nos ayuda a encontrar la luz en la vida de la fe. Ésta fe que hacemos práctica con nuestras obras.
Ser luz y no lucir es un contrasentir ¿Se puede llamar cristiano un bautizado sin luz? ¿Se puede ser cristiano y tener un corazón tacaño?
El Evangelio de hoy se resume en dos ideas. La primera idea es luz para iluminar y la segunda ley de oro en los labios del maestro “No hagas con otros los que no quieres que hagan con vos, porque la medida que uses con los demás será usada para con vos”; ésta ley de oro la tendríamos que tener en cuenta sobre todo al momento de juzgar el accionar de los demás. Cuando con aquel soy muy estricto pero conmigo tengo la manga larga. Es por esto que el Señor nos invita hoy a ser sinceros con nosotros mismos: el tema de la luz y de la generosidad con la que me muevo y me vínculo con los otros.
San Pablo II decía “el otro es un don de Dios para mí”, no una carga, una molestia. A su vez, considerarme a mi mismo como un don de Dios para mi hermanos. En ésta clave es donde tengo que evaluarme.
El Señor nos vuelve a decir “¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!”, como si estuviera diciéndonos presten atención porque esto es importante.
¡Buen día! En la catequesis de hoy te invitamos a compartir:¿Sos luz o sombra de tu casa? ¿Tenés un corazón generoso o mezquino? ¿En qué? Posted by Radio María Argentina on jueves, 28 de enero de 2016
¡Buen día! En la catequesis de hoy te invitamos a compartir:¿Sos luz o sombra de tu casa? ¿Tenés un corazón generoso o mezquino? ¿En qué?
Posted by Radio María Argentina on jueves, 28 de enero de 2016
Con éstas imágenes que nos acerca Jesús para que podamos entender el Reino, Jesús insiste una vez más en la luz, que no es para ocultarla.
Tomas de Aquino ha sido una luminaria en la cumbre del camino de la Iglesia. Él asoció la inteligencia con el corazón. Él intentó responder la pregunta ¿Quién es Dios? Obviamente que solo a la luz de la fe se puede llegar a un acercamiento a ésta verdad.
Jesús nos ha dicho “Yo soy la luz” y sin duda que en obras y palabras lo ha sido. En su pasión y muerte parecía que triunfaban las tinieblas, pero la luz venció. Los seguidores de Jesús somos hijos de la luz. Nacimos de las tinieblas pero en Jesús nacimos a la luz.
Nosotros pasamos de las tinieblas a la luz. El fruto de esa luz es la verdad, la justicia. Son haces de luz que se desprenden del cristiano que se siente identificado con Jesús.
Jesús nos habla de la medida también. Aceptar a Cristo luz es saber iluminar. El bautismo nos ha hecho prolongadores de la vida de Cristo. Asumiendo las obras buenas, esto que nunca nos tiene que cansar de pensarlo, decirlo y vivirlo: el mal se vence con el bien. Hay mucha gente buena, muchos santos sin tener que acudir a los altares.
Las obras buenas son luz para el mundo y nosotros tenemos que elegir por bien. Cuantas gente buena en el mundo, aún sin fe.
Las obras buenas tiene luz propia y el bien siempre sale a la luz. Las otras, las que tiene vanidad, orgullo y propaganda tienen una luz artificial, se apagan pronto. Es fácil hacer caridad con las obras de los otros. Pero cuando hacemos el bien desde el esfuerzo, en el silencio, tarde o temprano eso ilumina. Es luz que viene de Dios y es prueba del amor auténtico.
Palabra que los discípulos han recibido y tiene que ser compartida para que no pierda su sentido de luz. El cristiano no puede quedarse cómo con su luz sin compartirla. Es una exigencia a no medir la entrega de esa palabra recibida para que de la misma manera que llenó sin medida de luz mi propia vida llene la vida de los demás.
Cuantas actitudes que Dios nos dio para que sean luz para la vida de los demás han quedado estériles en nuestros corazones por mezquindad.
Para crecer en lo que se posee es necesario comunicarlo. Lo que no se comunica, lo que no se da se muere, se pudre, se pierde. Por eso podemos hablar de una fe vida y una fe muerta. La fe viva es la que se hace activa por el amor. La única luz que tiene sentido es la que se comunica a los demás. Al compartirla sucede esto de que cuando más das más te enriqueces.
Dios siempre nos gana en generosidad.
Desde la Evangelii Gaudium compartimos las siguientes palabras del Papa Francisco
24. La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora. Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo.
Padre Daniel Cavallo
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