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El amor de Dios es eterno
martes, 27 de noviembre de 2007
Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”.
Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.
Lucas 21, 5 – 9
A partir de hoy y hasta el día sábado vamos a escuchar que la liturgia de la Iglesia nos ofrece este texto del capítulo 21 del Evangelio de San Lucas, que por allí lo vamos a encontrar con el título del discurso escatológico de Jesús, el que nos habla de los acontecimientos futuros y escatológico porque son los relativos al fin del mundo, lo que es coherente con esta semana que estamos viviendo, la última del año litúrgico que hemos iniciado con la solemnidad de Cristo Rey.
Escuchamos en el Evangelio de hoy el segundo lamento de Jesús sobre su ciudad, su amada Jerusalén, pero anunciando su próxima ruina. Lucas lo cuenta como mezclando dos acontecimientos, el final de los tiempos pero también la caída de Jerusalén, la perspectiva futura la anuncia Jesús con un lenguaje que lo conocemos así como de género apocalíptico y misterioso, guerras y revoluciones, terremotos, epidemias, signos en el cielo, pero Jesús dice el final no vendrá enseguida y también nos dice no hay que hacer caso de los que vayan diciendo yo soy o el momento está cerca, de hecho la ruina de Jerusalén ya sucedió allá por el año 70 después de Cristo cuando las tropas romanas del Espaciano Itito para aplastar una revuelta de Judíos destruyeron Jerusalén y allí ya se cumplió aquella profecía, porque de su templo no quedó piedra sobre piedra.
Nos hace humildes ver que caducas son las instituciones humanas en las que tantas veces tendemos a depositar nuestra confianza y cuando ponemos demasiada confianza en las instituciones humanas solemos desengañarnos y disgustarnos y los judíos estaban orgullosos de la belleza de su capital y de su templo, el construido por el Rey Herodes pero no tiene que haber caído bien que Jesús diga está próximo a su fin.
El otro plano, el del final de los tiempos en el que habla Jesús en el final del Evangelio está por llegar, no es inminente pero sí va a llegar, el mirar hacia ese futuro no significa que comencemos a aguarnos la fiesta de esta vida, viste cuando pensamos que algo malo va a suceder no nos deja disfrutar el tiempo presente pero debemos hacernos sabios porque ¿la vida hay que vivirla en plenitud?, sí, pero responsablemente siguiendo el camino que nos ha regalado Dios y que es el que conduce a la plenitud, lo que nos advierte Jesús es que no seamos crédulos cuando comiencen los anuncios del presunto final al cabo de 2000 años. Cuántas veces ha sucedido lo que el mismo Jesús nos anticipó y a nosotros nos cuesta entender y hasta a veces caemos en la trampa, personas que se presentan como mesiánicas y salvadoras o que asustan con la inminente llegada del fin del mundo, nos dice Jesús: “Cuidado que nadie los engañe” el final no vendrá enseguida.
Esta semana y durante todo el adviento vamos a escuchar repetidamente la invitación a mantenernos vigilantes, alertas, esa es la sabiduría del cristiano, cada día es volver a comenzar la historia, cada día es tiempo de salvación si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas, al paso de Dios, a ese susurro de Dios que cada día se nos regala.
Recién decía que la caída del Templo ya es un hecho y que aconteció allá por el 70 después de Cristo, todavía vivían alguno de estos testigos que habían escuchado a Jesús hablar así en la imponencia del Templo y no olvidemos que esto no solo en el Templo de Jerusalén sino a lo largo de la historia los mas bellos edificios del hombre se construyen la mayoría de las veces sobre las ruinas de otros edificios destruidos y aquí mismo donde estaba el Templo de Jerusalén donde estaba Jesús con sus discípulos admirando la belleza ya habían estado dos Templos anteriores, esto viene a manera de comentario que por allí nos hace bien para comprender la profundidad de lo que Jesús está diciendo y de lo que todo Judío veía del Templo, el Templo construido por Salomón hacia el año 1000 antes de Cristo destruido después por Nabucodonosor en el 586, luego otro Templo sobre esa misma destrucción el construido por Sorobabel cuya piedra había sido colocada en el 516 y ahora este que era contemporáneo de Jesús que se había comenzado aproximadamente unos 19 años del nacimiento de Jesús y el Templo de Jerusalén destruido allá por el 70 después de Cristo fue reemplazado en el 687 después de Cristo por la mezquita de Omar que hoy continúa en ese mismo sitio, nada es eterno, solo el amor de Dios y allí estaban sus mármoles, su oro, sus tapices, toda la artesanía esculpida, era la admiración de los peregrinos no solamente de los Judíos sino de aquellos que pasaban por Jerusalén, se solía escuchar el comentario “Quien no ha visto el santuario no ha visto una ciudad verdaderamente hermosa” y allí en medio de esos comentarios entre sus discípulos que se apropian de esas mismas palabras aparece Jesús, eso que contempla llegará un día que no quedará piedra sobre piedra, todo será destruido.
Creo que hasta podemos imaginar en este momento cómo habrán sonado esas palabras en el auditorio, una de las que mas tarde será motivo de falsas denuncias contra Jesús pero sin duda esas palabras son las que muestran la fragilidad, la caducidad de las mas hermosas empresas y obras humanas, nada es para siempre solo el amor de Dios perdurará en la eternidad.
Te propongo que puedas hacer memoria de lugares cercanos o tal vez cercanos en los que estuviste, te contaron, viste en la tele, en los libros y dijiste esto es una maravilla, conocer esto y luego ya no importa lo que venga o esa expresión que a veces solemos escuchar, antes de morirme cuanto me gustaría tal o cual cosa y esto no para hacer un viaje sino para que nosotros también nos pongamos en el lugar de los discípulos porque ellos eran hombres como nosotros que se admiraban ante lo bello y estaban frente al templo que era el orgullo de ellos desde niños tal vez para poder comprender mejor el mensaje de Jesús “No quedará piedra sobre piedra”.
Si avanzamos en el mensaje de esta palabra recordando que nos hablaba del lujo del templo lleno de tesoros, orgullo del pueblo y pensaban algunos que este era el mejor modo de alabar a Dios y de reconocer su grandeza, sin embargo para Jesús esa belleza no garantizaba nada porque va a quedar destruido y por lo tanto no es tan importante gastar las energías, no es tan importante el dinero, no eran tan importantes aquellas piedras que de alguna manera construían esta maravilla, si nos ponemos a pensar nunca estamos lejos de esta situación, cuántos acumulan riqueza, capital, dinero, poder creyendo que con esto está el futuro asegurado mientras a su lado sigue estando la miseria y el hambre, ni siquiera nosotros estamos lejos de caer en esta tentación, cuando no tenemos claro aquello que hoy nos quiere hacer comprender Jesús, el porqué de construir, el porqué de mantener, aun el porqué de hacer lugares hermosos nuestros lugares de culto, no buscar seguridad en esto será fundamental, para los judíos de la época de Jesús un buen templo como el que estaban contemplando con mucho oro y plata aseguraba la bendición y la eterna presencia de Dios, esa era la seguridad, Dios no podía irse de ahí porque creían que lo tenía atrapado entre el oro y la plata, hoy también podemos apegarnos a cosas que terminan esclavizándonos, eso se entiende fácil cuando hablamos del alcohol, de las drogas, de las cosas materiales, del sexo, del poder, pero también tenemos que decir que hasta las cosas sagradas nos pueden esclavizar, de hecho algunos de estos judíos que escuchaban a Jesús estaban atados a las leyes y creían que por cumplirlas al pie de la letra agradaban a Dios pero olvidaban algo, el amor, el servicio humilde a los demás y la justicia, tal vez mientras nosotros miramos esa hermosa construcción de la que nos habla el Evangelio cuando pensamos en ese lugar que nos cautiva podamos recordar también aquella parábola de Jesús, la del Buen Samaritano, allí también pasaban un Levita y un Sacerdote que iban presurosos a la seguridad del Templo y por querer cumplir la ley se perdieron la posibilidad de ser agradables a los ojos de Dios, porque los mismos sacerdotes que ofrecían sacrificios a Dios cada día estaban también ellos apegados a la belleza del Templo, pero sus corazones estaban lejos y por eso tantas veces como la del buen Samaritano y tantas veces como Jesús les va a advertir cuando salían del Templo se olvidaban de Dios, es que ya habían hecho el acto de cumplir, habían pasado la prueba diaria o semanal de cumplir con Dios y ya se veían liberados de toda atadura, si el Templo se destruía dónde podrían poner ellos la seguridad del corazón, si hay Dios lo encontraban solamente allí, si la seguridad de que Dios estaba bendiciendo estaba solamente allí, destruido el Templo quedaba destruido Dios, se habían olvidado de lo importante Dios está en el amor pero porque se olvidaron se enojaron tanto con Jesús que les hablo un día “No quedará piedra sobre piedra”. Es importante vivir con la conciencia de no estar atado a las cosas como si fueran el Dios infinito y eterno, Jesús es el único que no se termina, que no se acaba, que no se desgasta con el paso del tiempo, él es el fin último del hombre, el sentido definitivo de su vida y todo lo demás por mas importante que sea debe orientarnos al encuentro definitivo con Él.
Que puedas mirar aquello que te parece que es eterno y no lo es porque vamos descubriendo que lo único eterno es el amor de Dios, podes pedirle a Jesús que te ayude a comprender lo pasajeras y caducas que son las cosas, aunque nos cueste entender también que los afectos si no están bien ordenados en tu vida, también estos nos pueden esclavizar, que puedas recorrer cosas en tu vida que parecía que si te faltarán no podrías seguir viviendo. Que bueno también hacer memoria de aquello que dijiste alguna vez si esto me falta no puedo seguir caminado y cuando faltaron y le dejaste el lugar vacío a Dios, Dios se encargó de llenarlo con creces, te pasó alguna vez? Seguro que sí. O cosas que hoy queres poner en manos de Dios el único eterno porque si no corres el riesgo de hacer eterno lo que querés o lo que tenés y eso no es de Dios.
Que puedas descubrir aquellas cosas que parecían que iban a ser eternas, en aquellas que tal vez hasta habías tirado el ancla para quedarte allí y no moverte porque ahí estabas seguro, como estos Judíos en el Templo, en ese Templo tan hermoso, tan firme, tan eterno como ellos lo veían, lleno de oro, lleno de preciosas esculturas, esto parecía que garantizaba la presencia de Dios y nadie los iba a mover de allí estando dentro del Templo.
Te animas a pensar y te animas a darle gracias a Dios porque seguramente habrás descubierto alguna vez que eso parecía tu seguridad desapareció, se fue, provocó el mismo dolor que provocó en los Judíos cuando escucharon “No quedará piedra sobre piedra” y no solamente cuando lo escuchan a Jesús lo podemos imaginar algunos años después cuando ocurrió. Sin embargo cuando eso que parecía ser nuestra seguridad desapareció hubo dos caminos, o renegamos de Dios y nos alejamos de Él, nos enojamos con Él o abrimos el corazón y ese hueco, ese vació que queda, ese templo destruido, eso hermoso que ya no queda piedra sobre piedra lo llena Dios con su amor. La invitación de la Palabra es a dejar que Dios llene tu corazón, dejar que Dios sea tu única seguridad, que puedas pasar haciendo el bien como un día lo escuchamos que lo hizo Jesús porque la seguridad, el corazón, el pensamiento está puesto en él.
La Palabra de Dios cuando nos habla de los últimos tiempos nos dice que si no nos disponemos bien nosotros nos podemos asustar, de hecho a lo largo de la historia tanto se ha dicho y escrito del final de los tiempos y cuando empezamos a leer y a escuchar sobre esto asusta, cuando hablamos de destrucción hablamos de dolor, de muerte, de angustia, de preocupación por lo que le va a pasar a mi familia, a mis hijos y eso nos asusta y algunos lo aprovechan, por allí también los tiempos han cambiado y algunos se van al otro extremo, ni siquiera quieren escuchar sobre esto, pero Jesús habla de una destrucción, no a la manera de aquellos que anuncian lo catastrófico, pero si de una destrucción de aquello que no deja de alejarnos de Dios
¿Cuándo Jesús habla así es para asustarnos? No, no puede entrar en nuestro pensamiento que Jesús diga esto para asustarnos, aquello que tantas veces nos han dicho cuando éramos niños y que por allí lo repetimos con nuestros hijos, no hagas tal cosa porque te va a pasar esto que es malo, la idea del castigo, la idea de que nos quieren asustar para que vayamos por el sendero del bien, Jesús no va por allí, jamás Dios puede querer la destrucción de la vida del hombre, es impensable que Dios quiera que vos sufras es que Dios nos amó tanto, nos ama y nos ha expresado tanto su amor y por eso es imposible pensar que quiere hacernos sufrir y padecer, que llegó a entregarnos a su propio hijo para salvarnos y después de tanto, de pedir a su Hijo que se haga hombre, en todo igual a nosotros menos en el pecado para que muriendo en la cruz y resucitando nos libere del pecado, después de semejante obra, de semejante sacrificio, Dios ahora como cuando un niño destruye de manera caprichosa el castillo de arena que le hizo su papá va a buscar la manera de acabar con nosotros y con toda la creación, imposible, no hay lógica, es tanto el amor que Dios nos tiene que jamás nos va a abandonar y cuando habla de destrucción no habla de dolor sino que habla de nueva realidad y esta que es nueva y es eterna.
Cada vez que se habla del fin del mundo y lo vivimos hace poco tiempo cuando llegábamos al año 2000 escuchábamos las noticias gente que quería acabar con su vida porque total llegaba el fin del mundo, tantos anuncios previos a este año 2000 que a lo largo de la historia algunos grupos históricos fanáticos han dejado entrever de que llegaba tal día y a tal hora el fin del mundo y esto llegó a generar suicidios masivos, el mundo cuando lo vemos así no tiene valor, y cuando el mundo está en un inminente fin y en un acabarse todo, todos nos vamos a alborotar, hay otros que en este tiempo no dejan leer, de releer las Escrituras con la esperanza de hallar oculto algún indicio que permita predecir el fin del mundo, hay gente que está buscando permanentemente algún argumento, alguna palabra en la Biblia para decir aquí está el fin del mundo, esto no es exclusivo de este tiempo, este miedo al final, este miedo a no saber cuándo va a ser el final estuvo siempre, el mismo San Pablo le escribe a los Cristianos de Tesalónica les hace esta advertencia porque había algunos que creían que ya estaba llegando, era inminente la venida de Jesús y se cruzaron de brazos a esperar y no hacían ya ningún trabajo, no se comprometían con nada, se estaban metiendo con todo, parece que nos está escribiendo a nosotros y es así nos sigue hablando a nosotros la Palabra, andan metiéndose en todo y no hacen nada y termina diciéndole San Pablo a los Tesalonisenses “El que no trabaja que tampoco coma” es el riesgo cuando escuchamos estos textos que hablan del final, Jesús en este Evangelio se dio cuenta de esa situación de inquietud en que se hallaba el pueblo y la aprovecha para hacerles un llamado especial, el mismo que está haciendo hoy a vos, porque lo importante no era la fecha en que el mundo había de sucumbir o en que el templo iba a pasar, para Jesús lo importante era la finalidad del mundo, para Jesús lo importante es que hoy podamos descubrir a la luz de esta Palabra que descubramos para qué estamos aquí, qué podemos hacer, qué quiere Dios de nosotros, cuál es el destino de la humanidad, es que Jesús en este momento presente como lo hizo cuando estaba con sus discípulos ante la belleza del Templo quiere que miremos el futuro con esperanza porque es lo que nos da fortaleza, para vivirlo al presente con pasión como nos decía Juan Pablo II, para Jesús este tiempo presente, este tiempo que se abre como esperanza es el tiempo definitivo de la salvación, por esto había que tomarse enserio el momento presente e interpretarlo como una señal de Dios que nos llama a hacer de este mundo de muerte un mundo de vida, para Jesús lo fue en su momento y lo sigue siendo hoy la posibilidad de cambiar aquello en que Dios no está presente, hoy Jesús nos sigue presentando la posibilidad de que aquello que es transitorio lo podamos convertir en la eternidad de su amor.
¿No te parece que si muchas veces no sabemos qué hacer con el presente en medio de tantas dificultades, incertidumbres, miradas egoístas, para qué serviría saber sobre el futuro, si cuando nos sentamos a hablar y no lo tenemos a Dios en el corazón, no tenemos su Palabra, su promesa de estar siempre con nosotros, si no hay alguien en ese grupo que comience a charlar y nos hace despertar viendo tanto egoísmo a veces nos desanimamos y a veces nos cuesta ver el futuro con esperanza, si no sabemos tantas veces qué hacer con el presente es porque no lo dejamos a Dios obrar, qué sentido tendría saber el futuro.
Lo importante es que la fecha no importa cuál sea, lo importante es saber que este mundo va a terminar pero no como fracaso sino que va a terminar como una nueva creación, la creación renovada que comenzó con la pasión, con la muerte y la resurrección de Jesús, lo importante entonces no es saber la fecha en que el mundo va a sucumbir, lo importante es preguntarnos cuál es la finalidad del mundo y de la humanidad. Lo importante es que en este presente, a la luz de la Palabra, con el deseo de vivir el amor hacia los demás ir descubriendo qué es aquello que esperas alcanzar, lo ideal, cuál es el futuro que querés y que te comprometes a construir, qué quiere Dios de nosotros aquí y ahora.
Es bueno que te preocupes por qué podes construir desde el lugar donde te toca estar, que te podes proponer desde Dios para renovar, en mi casa, con mi familia, trabajo, amigos. No te animas a contemplar la Palabra de Dios y pensar qué es lo que Dios hoy me está pidiendo que cambie en mi vida y que pueda renovar a mi alrededor para que el final de todo no sea un final de dolor sino de renovarnos en el amor de Dios, de descubrir que Dios todo lo pensó desde el amor.
Padre Gabriel Camusso
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