El perfume, bálsamo para la vida

martes, 26 de marzo de 2013
image_pdfimage_print

 

 

 

Uso del perfume o bálsamo en la antigüedad

 

El término griego myron  designa a un ungüento fuertemente aromático y de costoso valor. Estos un­güentos se obtenían disolviendo los perfumes sobre una base de aceite (y no de alcohol como se hace hoy en día). Dado que la característica fundamental de este un­güento es su fuerte aroma, muchas veces se traduce directamente por perfume..

 

Este bálsamo perfumado tenía  usos cúlticos y profanos. Se lo utilizaba en los sacrificios ofrecidos a los dioses, en las ta­reas de embalsamamiento de los muertos, para la belleza del cuerpo y como signo de ale­gría. Su uso se remonta en el mundo antiguo hasta el 3.000 a.C.

 

Se diferencia la palabra myron  de la palabra elaion, que es la que se usa para designar el aceite común de cocina.

 

Uso del perfume o bálsamo (myron) en el Antiguo Testamento:

 

El uso en el culto: En Ex 30,25,  el término designa  la mezcla de perfumes y aceite utilizada para ungir  la tienda el encuen­tro;   en 1 Cro 9,30 designa la mezcla de perfumes que hacen los sacer­dotes. Sólo una vez se lo menciona dentro de un rito funerario (cf. 2 Cro 16,14).

 

Como mercancía valiosa: Este bálsamo era un elemento de costoso valor. Se lo cuenta entre los tesoros de Ezequías (Is 39,2) y como elemento de comercio con Tiro (Ez 27,17) Ungirse con myron aparece entre las costum­bres de los ricos criticados por Amós en 6,6; práctica que también reprocha la Sabiduría en 2,7 como cosa de impíos.

 

 

 

Para el cuidado corporal: Como signo de embellecimiento y de alegría aparece en Sal 132,2, Pr 27,9 y Jdt 10,3. En esta cita, se menciona el perfume entre los elementos que Judith utiliza para seducir a Holofernes:

" … se bañó toda, se ungió con perfumes exquisitos, se compuso los cabellos poniéndose una cinta, y se vistió los vestidos que vestía cuando era feliz, en vida de su marido Manasés" (Jdt 10,3). De aquí se puede inferir que el cui­dado del cuerpo con pefume o bálsamo es signo de  alegría, remite  al goce de la sensualidad y es un recurso para seducir. El texto es claro: Judit se prepara así para aparecer nuevamente seductora, como cuando era feliz, en vida de su marido.

 

El Cantar pone en boca de la novia la atracción y admiración provocada por el aroma del novio, mejor que cualquier otro perfume (Ct 1,3). Aquí la palabra adquiere este sentido figurado de perfume o aroma, no ya como el elemento -aceite o bálsamo- sino refe­rido al olor. En el mismo sentido se usa en el versículo siguiente, donde la novia es atraída para correr detrás del olor de este myron. Así, la atracción sexual que despierta el novio es referida por la atracción que provoca el perfume de su cuerpo.

 

También el novio habla de la atracción sexual en términos que evocan a los aromas y los perfumes. En 4,14 hace una larga enumeración de diversas especies per­fumadas: todos los mejores perfumes  se encuentran en la novia.

 

Para la unción real y sacerdotal: los reyes eran ungidos (mesías en hebreo) al derramarse óleo perfumado sobre su cabeza (1 Sam 16,11-13), al igual que los sacerdotes (Ex 29,4-7).

 

Otros textos:

Llevar el buen olor de Cristo: 2 Cor 2,15

Bañar el pie en óleo: Dt 33,24-25

 

Perfume de Lunes Santo 

Por María Gloria Ladislao

 

Después del Domingo de Ramos, que es un día de gran concurrencia a los templos y procesiones, la Semana Santa continúa con intensidad. Allí está, en primer lugar, el Lunes Santo con su atrayente perfume.

En el Lunes Santo la lectura de la misa nos presenta el pasaje de la unción de Jesús, realizada por María, la hermana de Marta y Lázaro de Betania, unos días antes la Pascua.

 

"María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume" (Jn 12,3).

 

Teniendo en cuenta el modo en que se usaba este perfume o bálsamo (myron en griego) en el mundo antiguo, podemos tratar de “olfatear” algo del sentido de este gesto que hace María.

 

Es sabido que, por aquellas tierras polvorientas, un signo imprescindible de hospitalidad es ofrecer al huésped agua para lavar sus pies. Si al baño con agua se agrega una fricción de los pies con aceite, es un gran honor y un verdadero alivio para quien llega del camino. Esta tarea que implica estar a los pies, es por supuesto un servicio humilde, solamente hecho por la mujer hacia el marido, los hijos hacia el padre o los esclavos a los amos.


El bálsamo se utilizaba también en los ritos funerarios, y de allí la palabra embalsamar. Los cadáveres se cubrían con una mezcla de perfumes antes de ser sepultados.

 

En el antiguo Israel, el myron cumplía también otra función muy especial. Era el elemento que se usaba para marcar, ungir, a reyes y sacerdotes. Quienes recibían el cargo de rey o sacerdote para desempeñar su función a favor del pueblo, eran instituidos por medio del rito de la unción. Esta unción era la señal de su investidura (cf. 1 Sam 16,11-13; Ex 30,22-33). En hebreo, la palabra ungido se dice mesías. Es decir que tanto reyes como sacerdotes eran mesías, ungidos para desempeñar su servicio de gobernar o de interceder por el  pueblo.

 

A lo largo de los siglos, había ido creciendo en el pueblo de Israel la expectativa por "el" Mesías. Algunos lo esperaban rey, otros lo esperaban sacerdote, otros, según las palabras de Isaías, esperaban que tuviera características de profeta (Is 61,1). 

 

En aquella cena, pocos días antes de la Pascua, María de  Betania quiso darle todo esto a Jesús. Mujer servicial, lo honró  poniéndose a sus pies, dando al  Maestro lo mejor, lo  más  valioso. Con   el   amor apasionado y sensual de la novia del Cantar  de los Cantares, llenó de perfumes a su amado. Con la fe de su corazón  reconoció al  Ungido. Ella, modelo  de  discípula, realizó  anticipadamente lo  que   Jesús dejará como mandato a su comunidad en la última cena: "Lávense los pies unos a otros" (Jn 13,14).

 

Ella brindó a Jesús, aún vivo, las caricias y los cuidados que el Amigo no podría tener en sus últimas horas y en su muerte. Se adelantó a su sepultura.

 

* * *

 

He escuchado que últimamente algunas parroquias realizan en Lunes Santo la celebración comunitaria del sacramento de la Unción de los Enfermos. ¡Qué hermosa práctica! Ahí está Cristo sufriente, en los hermanos y hermanas más heridos de la comunidad. Ahí está Cristo sufriente, esperando la compañía, la caricia, el amor, hechos concretos en unas manos que tiernamente expanden el myron del alivio.