Las casas judías en tiempos de Jesús

miércoles, 10 de abril de 2013
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La población vivía principalmente en pueblos o aldeas. Las casas modestas eran de caña o ladrillos de adobe, amasados con los pies y cocidos al sol. Los muros se revestían con cal. Las casas sencillas presentaban el aspecto de una gran caja cuadrada compuesta únicamente de una planta baja dividida en dos, a veces por una diferencia de nivel: la parte más alta servía como cocina, comedor y dormitorio; la parte más baja como establo. Cuando los animales estaban en el campo, la parte inferior se usaba como taller.

Estaban cubiertas por un techo hecho de vigas entrecruzadas con ramajes, y todo ello recubierto de barro apisonado(podemos relacionar esto con el milagro del paralítico al que bajan por el techo, Mc 2, 1-12). El conjunto debía ser consolidado cada año antes de la estación de las lluvias. Estaba rodeado de un parapeto y provisto de una escalera exterior. Se utilizaba para tomar aire, dormir en la época de calor, secar las legumbres, hacer madurar las frutas y rezar (Hech 10,9).

No había chimenea. En una cavidad situada en el centro de la habitación se colocaban brasas o bien se utilizaba el brasero.

Las casas de los más ricos eran de piedra y argamasa. Las habitaciones se distribuían alrededor de un patio central. A veces disponían de un piso, la “habitación alta” que se reservaba para los invitados de paso. Esas casas poseían cisternas y baños. También calefacción central, con un sistema de cañerías de agua o aire calientes procedentes de un fogón. En época de Jesús hubo gran influencia de la arquitectura romana, sobre todo entre las clases pudientes.

(Tomado de “El libro de la Biblia", Editorial Altea, Madrid, 1989)

 

 

 

 

El libro de los Hechos de los Apóstoles:

 

De una casa en Jerusalén a una casa en Roma

 

CASA (en griego oikós, oikía): casa, familia

 

“En la sociedad antigua la “casa” era mucho más que la vivienda de un núcleo familiar; constituía la unidad básica de producción económica y organización social. Casi todos los bienes necesarios para la vida de la población, como hilo y textiles para vestimenta y otros usos, objetos de alfarería, implementos para el procesamiento de alimentos, así como herramientas para otras labores, se fabricaban en la empresa doméstica.

La “casa” tenía como base la familia extendida del patriarca; es decir, abarcaba a personas de varias generaciones y grados de parentesco, e incluía además a esclavos y libertos que laboraban en ella. La administración correcta del complejo doméstico se consideraba de vital importancia para el bien de la sociedad. El tema “sobre el manejo de la casa” aparece reiteradamente en los tratados sobre la estructura socio-económica y política de las ciudades griegas”.  Irene Foulkes, Ribla nro. 25

 

La casa, lugar del culto cristiano

 

* La comunidad reunida en oración: Hech 1,13ss; Hech 12,12

* La venida del Espíritu Santo: 2,2

* Lugar de la fracción del pan 2,46;  20,7; Rom 16,3-5; 1 Cor 16,19; Col 4,15; Fl 1-2

 

* Saulo persigue a los cristianos por las casas (8,3), se aloja en casa de Judas (9,11), recibe la imposición de manos y el bautismo en esa casa (9,17), enseña por las casas de Efeso (20,20), predica el Reino de Dios en una casa en Roma (28,16.23). Todas citas de Hechos.

* En casa de Cornelio: Hech cap 10, 6.17.22.30.32

Relato de Pedro sobre lo acontecido en casa de Cornelio: Hech 11, 11.12.13.14

* La casa de Tabitá en Joppe: Hech 9,36-41

* La casa de Jasón en Tesalónica: Hech 17,5

* Las casas cristianas en Corinto: Hech 18,1-3.7.8

* La casa de Felipe en Cesarea: Hech 21,7-10

* La casa de Publio, en Malta: Hech 28,7

 

Filipos: dos casas y una cárcel

 

 

Leemos Hech 16,11-40

 

La fundación de la Iglesia de Filipos

11 Nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. 12 De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, 13 y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí. 14 Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. 15 Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: «Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa»; y nos obligó a hacerlo.

La adivina de Filipos

16 Un día, mientras nos dirigíamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha poseída de un espíritu de adivinación, que daba mucha ganancia a sus patrones adivinando la suerte. 17 Ella comenzó a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando: «Esos hombres son los servidores del Dios Altísimo, que les anuncian a ustedes el camino de la salvación». 18 Así lo hizo durante varios días, hasta que al fin Pablo se cansó y, dándose vuelta, dijo al espíritu: «Yo te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de esta mujer», y en ese mismo momento el espíritu salió de ella.

El arresto de Pablo y de Silas

19 Pero sus patrones, viendo desvanecerse las esperanzas de lucro, se apoderaron de Pablo y de Silas, los arrastraron hasta la plaza pública ante las autoridades, 20 y llevándolos delante de los magistrados, dijeron: «Esta gente está sembrando la confusión en nuestra ciudad. Son unos judíos 21 que predican ciertas costumbres que nosotros, los romanos, no podemos admitir ni practicar». 22 La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron arrancar la ropa y ordenaron que los azotaran. 23 Después de haberlos golpeado despiadadamente, los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho cuidado. 24 Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una celda interior y les sujetó los pies en el cepo.

La conversión del carcelero

25 Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban las alabanzas de Dios, mientras los otros prisioneros los escuchaban. 26 De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron. 27 El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que los prisioneros se habían escapado. 28 Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, estamos todos aquí». 29 El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y, temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas. 30 Luego los hizo salir y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?». 31 Ellos le respondieron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia». 32 En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. 33 A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. 34 Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios.

La liberación de Pablo y de Silas

35 Cuando amaneció, los magistrados enviaron a los inspectores para que dijeran al carcelero: «Deja en libertad a esos hombres». 36 El carcelero comunicó entonces a Pablo: «Los magistrados me mandan decir que los deje en libertad; por lo tanto, salgan y vayan en paz». 37 Pero Pablo respondió a los inspectores: «Ellos nos hicieron azotar públicamente sin juicio previo, a nosotros que somos ciudadanos romanos, y nos pusieron en la cárcel. ¡Y ahora nos quieren hacer salir a escondidas! ¡De ninguna manera! Que vengan ellos en persona a dejarnos en libertad». 38 Los inspectores repitieron estas palabras a los magistrados; estos, al enterarse de que eran ciudadanos romanos, se asustaron 39 y fueron a tratar amigablemente con ellos. Luego los pusieron en libertad y los invitaron a alejarse de la ciudad. 40 Cuando salieron de la prisión, Pablo y Silas fueron a la casa de Lidia, donde volvieron a ver a los hermanos y los exhortaron. Después partieron.

 

Ø  Reconstruimos el texto y comentamos nuestras primeras impresiones

Ø  ¿Qué datos nos da el texto sobre Lidia?

Ø  ¿Qué acciones de Lidia  manifiestan su conversión?

Ø  El texto dice que ella y los de su casa recibieron el bautismo. ¿Qué rol tendría Lidia dentro de su casa?

Ø  ¿Qué datos nos da el texto sobre el guardiacárcel?

Ø  ¿Qué acciones del guardiacárcel manifiestan su conversión?

Ø  El texto dice que él y los de su casa recibieron el bautismo. ¿Qué rol tendría el guardiacárcel dentro de su casa?

Ø  Observemos a lo largo de todo el texto en qué momentos del relato se usa la palabra casa (tener en cuenta que la traducción puede decir también familia)

Ø  ¿Qué sentimientos guarda Pablo hacia esta comunidad de Filipos? Leemos Flp 1,3-11

 

La perspectiva de las pequeñas comunidades domésticas es una de las claves para comprender el libro de los Hechos. El movimiento de Jesús, después de su Resurrección y antes de la institucionalización de la Iglesia, se estructura en pequeñas comunidades domésticas. Todo el libro tiene una dinámica que parte del Templo y llega a la casa. La formación de pequeñas comunidades es lo que permite que la Palabra se haga presente en las ciudades y en las culturas. La pequeña comunidad es el lugar donde se mantiene viva la enseñanza de los apóstoles (la memoria de Jesús) y donde se vive la koinonía (tenían todo en común), la diakonía (no había pobres entre ellos) y la Eucaristía (Hech 2,42-47). Esta reconstrucción del movimiento de Jesús como construcción de comunidades domésticas será la tercera clave hermenéutica fundamental para interpretar el libro de los Hechos.

 

En Hech 16,11-40 el texto insiste cinco veces en la participación de toda la casa del carcelero en la fe y la salvación, el anuncio de la Palabra, el Bautismo, la Eucaristía y el gozo. El carcelero y toda su casa han encontrado a Dios en la liberación de Pablo y Silas. ¿Por qué esta insistencia en la casa? Porque esta era la estructura básica de la ciudad. La casa (oikos en griego) y su lógica o racionalidad (la oiko-nomía) era la base de la ciudad (polis) y la raíz de la ciudadanía (politeia). El evangelio lo recibe personalmente el carcelero, pero al mismo tiempo todos los de su casa. Hay una encarnación personal y estructural del evangelio en la ciudad.”

 

(Pablo Richard, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Ed. Verbo Divino).