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El llamado discipular se vive en lo concreto
martes, 26 de septiembre de 2006
Su madre y sus hermanos querían verlo, pero no podían llegar hasta él por el gentío que había. Alguien dio a Jesús este recado: Tu madre y tus hermanos están fuera y quiere verte. Jesús respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Lucas 8, 19-21
Hoy es la fiesta de San Cosme y Damián, es justo que recordemos a quienes han amado a Jesús. La Iglesia recuerda a sus santos porque ellos han amado a Jesús, porque estos hombres y mujeres de la historia son la familia de Jesús, en la familia de Jesús somos testigos todos, los santos son los mejores testigos de Jesús y son la familia de Jesús por que son como Jesús. Para ser testigos de Jesús hay que vivenciar a Jesús, hay que descubrir su pasión, su cruz, su palabra, su milagro, sus signos, su presencia, su vos, su rostro para poder penetrar en el misterio de Dios, es la gran vocación tuya y mía, hoy mientras estamos levantándonos para vivir y enfrentar tantas situaciones concretas , cargar cruces, disfrutar de las alegrías y tener logros en nuestro propósito de vivir, tenemos que decir que lindo que vayamos descubriendo la vida por dentro, una de las cosas tristes de la existencia es el vivir de tal manera que hacemos como se crece nuestro árbol pero no hecha raíces, una vida sin raíces, un mundo que no se hace conciente, una actividad que no nace de una reflexión, de una meditación, de un espíritu de oración, de encuentro en el corazón es una vida que se pierde.
La invitación a ser de la familia de Jesús sería la invitación a ser discípulo de Jesús, ser como Él, vivir es una invitación a descubrir ese misterio de Dios en nuestra existencia, en Jesús que es el Dios hecho hombre, nuestro Señor hijo de María y nuestro hermano y él es el que está presente en el acontecer diario, por eso la gracia de tener la fe para nosotros significa la posibilidad de tener una mirada determinada, una manera de obrar de tal manera que lo que enfrentamos en cada paso es para siempre. Para el cristiano cada momento de la existencia es algo para siempre, esto es lo que nos descubre el mundo de la fe, que cada paso nuestro hace que nuestra vida sea definitiva, alguien ha dicho que el hombre es el ser capaz de labrar su propio destino, forjar su eternidad, lo que me toca vivir lo vivamos para siempre, es decir lo que tengo que enfrentar, lo que Dios me pide hoy, lo que me ofrece la vida, lo que se me regala, aquello que se me pide y se me exige, aquello para lo que tengo que hacer fuerza para enfrentarme eso es para siempre hace que mi vida tenga un sentido definitivo eso es la gracia de ser cristianos que no vivamos en la epidermis de la experiencia humana, en el borde, en la superficie sino que nos animemos a penetrar, la fe es para penetrar la vida, la fe es para ver a Dios, para descubrir la verdad, el proyecto de Dios, la voluntad de Dios, el plan de Dios. LA fe es el don que nos hace capaces de conectarnos con la razón última de todas las cosas y la razón última no es una razón que está en la cabeza, es un ser existente, es comunión de personas que es vida, es persona, es el amor de Dios, es Dios mismo amando, existiendo y haciendo que yo exista, por eso mi vida no es una circunstancia aislada, no es un dejarse llevar sino que es un llamado a descubrir esa presencia, ese proyecto, esa relación que se me ofrece en cada cosa de la vida.
Si vamos a Jesús nos damos cuenta que tenemos que conectarnos con la existencia, no es algo volado, “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”, con el hermano concreto, con la enfermedad que tengo, con esta cruz, este tener que enfrentarme con mi propia pereza, con mi comodidad, con mi tentación a vivir del modo liviano, superficial, sin entregar todo, lo concreto es ser de la familia de Jesús, vivir de la fe será este tener que asumir que no puedo dejarme llevar por lo que yo quiero tengo que aprender a morir a mi pensamiento para dar lugar al pensamiento del otro, al deseo del otro que parece que es mucho más importante que el mío porque está aportando mucho más, a lo que necesitamos para vivir juntos, es ese enfrentar lo concreto, hacer lo que tengo que hacer, es ponerle alegría a lo que tengo que hacer, aunque no tenga ganas tengo que tener otra razón que las ganas y esa razón hace que sea para siempre mi vida,
que los pasos pequeños que estamos dando en el día de hoy sean los pasos que construyen nuestra santidad y nuestra plenitud, no dejemos de caminar decidiendo, aceptando y entregando con alegría lo que tenemos que entregar hasta el último día de nuestra vida.
Vivir en serio la vida, vivir cada momento de la existencia no es algo que está en el orden de las ideas sino como es algo a lo que está invitado el hombre que también es llamado a la fe, ese hombre que está llamado a vivir desde la fe en lo concreto de cada día, es un hombre que tiene una ayuda, una asistencia, porque nosotros desde la fe nos damos cuenta de que es Dios el que nos llama, no nos llama para hacer algo que este bien simplemente, nos llama para algo mas profundo, porque Él nos valora y nos respeta mucho más de lo que nosotros pensamos, quizás no nos damos cuenta todo lo que el Señor nos valora y todo lo que le significamos a Dios nosotros, el Señor toma en serio como persona, Él nos hizo de la nada, nos hizo como Él, tiene un designio, un proyecto para nosotros y nos respeta profundamente por eso el llamado que el Señor me hace a vivir lo concreto de mi existencia, esta tarea que me toca en la vida, esta responsabilidad, este servicio, tal vez puede quedarnos la sensación que vivir así es vivir exigido, triste, sumergido en un voluntarismo pero no tiene que ver con eso, la vida es una gracia, es un regalo y quien ejerce la vida al modo como también la recibe como regalo como don que no merece y que se recibe gratuitamente, el que descubriendo eso también vive ejerciendo la vida con agradecimiento y entregándose con decisión a lo que tiene que vivir es una persona que experimenta alegría, vivir lo que el Señor nos permite cada día, lo que nos pone en las manos significa vivir con agradecimiento y con alegría, no es algo triste.
El cristiano cómo hace la voluntad de Dios, porque parece que para eso es el llamado de Dios para descubrir el designio de Dios y para hacer la voluntad de Dios, vivir esa alegría de entregarnos a la voluntad de Dios en lo concreto que nos toca vivir.
Muchas veces nos preguntamos qué querrá Dios de mí, qué me pedirá el Señor hoy o porqué Dios me permite estas cosas, qué me quiere decir, muchas veces no sabemos entender y andamos buscando qué es lo que Dios quiere de mí, muchas veces esa misma pregunta que nos hacemos que parece que muestra una verdadera sinceridad de parte de nuestro mundo interior de nuestro corazón, quizás en esa pregunta nos mareamos porque nos olvidamos de ser concretos, el amor de Dios es concreto, la voluntad de Dios es concreta. Toda persona tiene un llamado a la existencia, aceptar esa existencia, agradecerla es vivir como discípulo de Jesús, toda persona dentro de su llamado a la existencia tiene un lugar, aceptar ese lugar, tiene una historia, reconocer lo bueno de esa historia, vivir amargado por las cosas difíciles que le tocó en esa historia es una infidelidad, es una falta a la verdad, un discípulo de Jesús tiene que ser concreto en aceptar los designios de esa historia, detrás de esas situaciones se esconde el misterio de la gracia, es el ingenio que tiene Dios, el obrar en nuestra vida a partir de nuestra manera de obrar, nosotros hemos quebrado la vida con el pecado y por eso nos duele vivir, el Señor se las ingenió para hacer que aquello que es motivo de tristeza por Cristo se transforme en un motivo de salvación, de liberación y de transformación, pero eso es a partir de la mirada de la fe como ese don maravillosos que Dios nos dio, toda persona tiene que aceptar en su historia la presencia de Dios si todavía no la puede aceptar quizás es porque no la ha descubierto, porque todavía está mirando con sus propios ojos, entonces no puede hacerse la pregunta qué quiere Dios de mí, hasta que no le pida a Dios la gracia de ver su presencia, hasta que Dios no se le descubra cómo podrá preguntarse, Dios qué quiere de mí. A veces la misma pregunta pregunta que nos hacemos que parece que somos sinceros quizás esa pregunta nos sumerge en un mundo de dudas, de inseguridades, de incertidumbre y de angustia, pero quizá lo que tenemos que aprender es a mirar lo concreto, aceptar la vida, enfrentar la cruz, aunque me duela, no me guste, me de miedo, me produzca una situación de inseguridad, enfrentar es la gran facultad que tiene una persona, por eso Dios lo llama a la santidad y a la plenitud al ser humano, porque el hombre es capaz por su libertad ayudada por la gracia de Dios de enfrentar y asumir las cosas concretas de la existencia, enfrentar mi vida, reconocer por dónde tiene que estar, entregar mi decisión allí donde tengo que estar, el ser discípulo de Jesús es algo concreto que me llega a penetrar y a comprender con la mirada de la fe mas allá de lo que veo y toco, detrás de todo lo que tengo que vivir hay un misterio de gracia y de don, el amor de Dios es generoso y disponible con la persona por eso en el Evangelio dice “El que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho” es un llamado concreto en nuestra existencia, a veces pensamos más en el dolor, en la dificultad, en los miedos para hacer lo que tengo que hacer por que llega un momento en la vida que tengo que madurar, no se puede quedar toda la vida viviendo desde los miedos, inseguridades, complejos, de sombras, de fantasmas, “La verdad los hará libres” dice Jesús, y la verdad pasa por lo concreto, qué tengo que hacer, cuál es mi lugar, cuáles son las palabras que tengo que decir, cuales son las palabras que tengo que callar, cuáles son los perdones que tengo que dar, los actos de libertad por los cuales tengo que encaminar mi existencia, aceptarlos aunque sienta que no puedo, que tengo miedo, buscar a Jesús para que obre en la vida en lo concreto.
Cuando Jesús dice en la Palabra “No son los que Señor, Señor, los que entrarán en el reino”, esta queriendo mostrar esto de abrazar la voluntad de Dios en lo concreto, en esta Palabra el Señor reclama una respuesta de fidelidad concreta del hombre al amor de Dios, también va a decir “Este pueblo me alaba con los labios pero su corazón está lejos de mí”, a veces capaz que creyendo que amamos a Dios vivimos lejos de Él, quizás amamos nuestro propio proyecto, nuestra propia manera de entender y de ver las cosas, de ejecutarlas, a veces creyendo que vivimos la fe nos estamos mirando al espejo nosotros mismos, no hay que engañarse la fe no es un fantasma, no es una proyección de los deseos personales, el llamado a la fe es el llamado a vivir con el corazón de Dios, a vivir con la fuerza que contiene el llamado a vivir el proyecto que Dios tiene para cada uno, el proyecto de Dios tiene una fuerza y una libertad particular que hay que descubrirla, vivenciarla, no se puede hablar de ella sino a partir del acontecimiento, el gran acontecimiento que hace posible la vida de la fe en cada uno es el mismo Jesús, uno lo ve a Jesús que hace la voluntad de Dios, “Lo mío es hacer la voluntad de mi Padre” el Padre tiene un designio, un proyecto sobre el Hijo y ese proyecto quiere ser elegido y buscado, y es buscado y elegido con fidelidad, a Jesús no le tiembla la decisión, aunque le tiemble su humanidad la decisión no impele hacia el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Si hay alguien que se dejó impresionar y llenar de estupor por la Palabra de Dios y que esa Palabra caló de tal modo en su corazón que también se encarnó en su vientre haciéndose hombre porque es la Palabra Eterna del Padre, esa es María, Jesús no desprecia a María lo que hace es reconocer en María la fidelidad de Dios y también la fidelidad de ella como signo y testimonio para todos nosotros. Los que son fieles y hace la voluntad de Dios son los que son verdaderamente discípulos, los que escuchan y los que buscan.
En estos tiempos debemos poner nuestro esfuerzo, nuestras búsquedas, nuestras ganas de vivir para entrar en el misterio de la escucha, primero hay que escuchar y María vivió la voluntad de Dios a partir de la escucha porque Dios siempre habla, manifiesta su voluntad, el discípulo de Jesús es el que hace la voluntad de Dios, el llamado a la santidad que nos propone la Iglesia “Ustedes serán mi pueblo y Yo seré su Dios, ustedes serán santos porque Yo soy santo” dice el Señor, es el llamado a participar de la vida misma de Dios aun con los límites que comporta vivir la temporalidad,. Se hace necesaria la capacidad de adquirir contemplación, serenidad en el corazón. El Señor no solo habla sino que su Palabra obra en los que lo escuchan y lo acatan, son capaces de obedecer, como María, ella verdaderamente es familia de Jesús, es Madre porque primero fue discípula, descubrió la voluntad de Dios y se lanzó a los designios que Dios le proponía y vivió concretamente la fidelidad a Dios aceptando una situación concreta, una maternidad incomprensible, irracional en la que Dios obró plenamente, solo fue necesario decirle a María, vas a ser la Madre del Hijo de Dios, solo una pregunta, “yo no convivo con ningún hombre cómo va a ser esto, el Espíritu obrará, su sombra te cubrirá” hay signos de la presencia de Dios “ahí está tu parienta Isabel que a pesar de su vejez ya está a seis meses de embarazo porque para Dios no hay nada imposible” y María dice “He aquí la esclava del Señor, que se cumpla en mí tu Palabra” y dice la Palabra subjetivamente “el ángel se alejó”, el Señor dialogó, fue aceptado y elegido, hay un signo de la confianza, la confianza obra en nosotros el esperar realmente lo que Dios nos ofrece y lo que nos propone. María comenzó a vivir la alegría mas grande que experimenta el ser humano la que expresa el Evangelio “Hay mas alegría en el dar que en el recibir” se va corriendo a visitar a su prima y allí saltó de gozo Juan en el seno de su madre Isabel por la presencia fiel de María que era también la presencia fiel de Jesús, que era el cumplimiento de los designios de Dios en la vida de María, escudando a Dios sabremos interpretar su voluntad. Que cada mañana me levante para que Dios me hable, para que me vaya haciendo un contemplativo de la escucha, para que se me dilate y se me llene de alegría el corazón con esa sabiduría que viene de Dios y que Él con su Espíritu irá madurando y yo con mi libertad iluminada por esa Palabra que es el designio de Dios pueda dar un sí para que sean posibles las cosas.
Padre Javier Soteras
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