A través del rosario hacemos camino de oración en el silencio de la meditación de los misterios

miércoles, 15 de noviembre de 2006
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Los apóstoles regresaron entonces del Monte de los Olivos a Jerusalén a la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón, el celote, y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos íntimamente unidos se dedicaban a la oración en compañía de algunas mujeres ,de María la madre de Jesús y sus hermanos.
Hechos 1, 12 – 14

Todos en oración junto a María, la madre del Señor, los once apóstoles que quedaron después de la muerte de Jesús y de su Resurrección. Ya no estaba Judas en medio de ellos, Si Judas el de Santiago pero no aquel Iscariote. Estaban todos reunidos en oración con María, algunas mujeres y también algunos hermanos que se sumaban a ésta suplica de intercesión en espera de la venida del Espíritu Santo. Cuando rezamos el rosario con nuestras manos vamos muy sencillamente repitiendo aquel gesto de Pentecostés. Nos unimos en espíritu de Comunión a todos los hermanos que con María están orando en éste tiempo pidiéndole al Padre que derrame de una manera nueva el Espíritu en Jesús. El Espíritu que viene a renovar y a transformar la faz de la tierra. Cuando vamos rezando el rosario, misterio tras misterio, vamos enunciando el misterio y desde ese enunciado del misterio vamos metiéndonos en la contemplación de algo de lo que allí se dice de la vida de Jesús. Y en el Espíritu y con María vamos dejando que la presencia del Señor, el único capaz de hacer nuevas todas las cosas, vaya ganando nuestro corazón. Queremos cambiar la historia , su rumbo, su destino. Creéme que con el timón del rosario en la mano es posible hacerlo. Porque en la oración de súplica, de intercesión, en el Espíritu junto a María del Rosario enunciando y contemplando los misterios, la presencia del Señor va ganando nuestro corazón si nos damos tiempo, el tiempo suficiente para abrirnos a aquel escenario que queremos contemplar. Cual? El de la Anunciación, el de la Visitación, el del Nacimiento, el de la Presentación del niño o aquella misteriosa pérdida suya en el templo conversando con los doctores de la ley. Cual sino el misterio que elijamos, como puede ser el Bautismo de Jesús, su auto revelación en las Bodas de Caná, el anuncio que hace al comienzo de su vida pública: Conviértanse, el Reino de Dios está cerca o la Transfiguración de la presencia del Señor frente a Pedro, Santiago y Juan en el Monte Tabor o de la Institución de la Eucaristía, el recuerdo o la memoria de la Ultima Cena o cualquier misterio de dolor o misterio de resurrección donde nosotros vamos adentrándonos en la oración del rosario, en el enunciado del misterio. Si nos detenemos de cara a el podemos meternos en aquella espiritualidad que ha desarrollado la iglesia a través del tiempo en la veneración de las imágenes, que enriquece mucho nuestra devoción con elementos sensibles, como por ejemplo es la propuesta que de hecho hace el método de oración de San Ignacio de Loyola que Juan Pablo II lo recuerda en Rosarium Virginis Marie. Consiste en meternos en el acontecimiento con todos nuestros sentidos y nuestra imaginación haciendo una compositio lochi que es una composición de lugar que me hace estar presente allí a mi, como un humilde servidor, dice San Ignacio. Entonces en el momento que el ángel le anuncia a María el nacimiento del hijo de Dios, yo estoy allí viendo como si estuviera sirviendo en la casa de María, como ella está conversando interiormente sin poder entender de que habla porque es en su interioridad donde recibe éste don maravilloso del anuncio. Si la percepción de la gracia de Dios que envuelve particularmente el ambiente y una imagen de María delante mío profundamente ungida por el Espíritu, en profunda emoción, conmovida interiormente, levantando los brazos y agradecida a Dios por el misterio de la vida que ha tomado su corazón y su vientre en el mismo hijo de Dios que ha venido a nacer y engendrarse en ella. Y allí en ese lugar, desde esa imagen, desde la contemplación de ésta Virgen que recibe el anuncio del ángel. Allí me quedo con esa imagen y comienzo desde el Padre nuestro y el Ave María hacer que todos los que van poblando mi corazón, hermanos, amigos, parientes, compañeros de trabajo vayan pasando por aquel lugar del corazón donde la madre de Dios me habita interiormente y con ella puedo orar de cara al Padre pidiendo e intercediendo por los que necesitan. Este adentrarnos haciendo composición de lugar en el enunciado mismo del misterio nos ayuda a corresponder a la lógica de la Encarnación con la que Dios ha querido acercarse a nosotros en la persona de Jesús. Dios ha querido elegir la persona de Jesús de Nazaret para revelarnos el misterio de la redención. Cuando yo hago ésta composición de lugar y con imágenes me introduzco en el lugar donde se está anunciando el Evangelio estoy siguiendo la lógica de la Encarnación y la lógica también de la mediación. Dice Juan Pablo II: el enunciado de los varios misterios del rosario se corresponden también con ésta exigencia de concreción. Es cierto que no sustituye la oración del rosario el Evangelio, ni tampoco se refieren a todas sus páginas. El rosario no remplaza la lectura orante de la Palabra sino por el contrario la supone y la promueve. Si los misterios que consideramos del rosario con la contemplación del lugar donde estamos no viene asistido por la introducción que hace en ellos la Palabra de Dios, con mayor riqueza renunciamos desde la Palabra de Dios y tiene mayor fuerza porque ya no solo es la composición imaginativa del lugar que me hago en la contemplación del misterio sino que es la Palabra viva y eficaz de Dios que es penetrante como espada de doble filo y que transforma todo lo que toca lo que viene a anunciar y enunciar el rosario en el misterio que estamos contemplando.

Para dar un fundamento bíblico y mayor profundidad a la meditación de los misterios del rosario es muy útil que el enunciado de los misterios siga la proclamación del pasaje bíblico que corresponde, que puede ser más o menos largo según sea lo que estamos contemplando. Otras palabras nunca tienen la eficacia que tiene la Palabra con mayúscula, inspirada por Dios. Esta es escuchada con la certeza que es Palabra de Dios, pronunciada para el hoy, para el aquí y el ahora, para mi, para la circunstancia en la que me encuentro. Cuando yo acojo de éste modo la Palabra entro en la metodología de la repetición del rosario sin la pesadumbre o el aburrimiento que produciría la simple reiteración de una información ya conocida. No se trata de recordar una información sino, en el rosario, dejar hablar a Dios. En alguna ocasión solemne y comunitaria ésta Palabra puede ilustrar con algún breve comentario cuando los tiempos lo dan y cuando las circunstancias así lo requieren. Se lee la Palabra, se la comenta brevemente y se introduce en la lectura del misterio. Para que todo esto ocurra es clave que nuestra interioridad esté en sintonía con la gracia que se derrama en la oración del rosario y la interioridad se abre a la gracia proclamada en el rosario cuando nosotros hacemos silencio para la escucha y la meditación que vienen a alimentar el espacio de silencio interior. Después de enunciar el misterio y proclamar la Palabra esperamos unos momentos antes de iniciar la oración vocal solo para fijar la atención sobre lo que estamos meditando. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos de la práctica de la contemplación y de la práctica de la meditación en un mundo donde no abundan los espacios que son tan necesarios para la salud interior. Se hace cada vez más duro y más difícil el silencio. De hecho yo lo puedo comprobar en los templos donde ahora hace falta ubicar señales de audio muy potentes para que lo que se proclama desde el altar pueda ser bien escuchado por todos. Porqué? Porque aprovechamos la tecnología? No, porque los decibeles de ruido que acompañan la vida social hoy son tal altos que hacen falta superarlos con un sonido de mejor calidad que permita atravesar el umbral de ruido con el que somos en el fondo incomunicados. La mejor manera de crecer en la comunicación es abrirnos a la gracia del silencio interior que nos pone en contacto con lo importante, con lo que vale la pena. En el rosario encontramos una gran oportunidad. Proclamamos la Palabra, si se puede una breve reflexión, sino solo la Palabra actúa haciendo nueva todas las cosas y todo esto en actitud interior de silencio. En el rezo del rosario en la obra que nosotros compartimos todos los días es el corazón y la razón de ser, es el método, es un camino, es estilo de vida. Esta es una escuela de reeducación donde María preside como directora nuestro quehacer escolar y nos va enseñando cuenta tras cuenta del rosario como tenemos que ir hilvanando una y otra cosa de nuestra vida hasta ser de nuestra convivencia un rosario donde las palabras y los gestos como las cuentas del rosario se van sucediendo unas de otras todas como hiladas, valga la redundancia, en la caridad con las que los vínculos se van renovando cuando el Espíritu de verdad nos asiste. Es también camino de oración y camino de rosario nuestro quehacer cotidiano cuando una tras otra de nuestras acciones se van hilando y se van articulando para desde el gesto sencillo de caridad y compromiso por construir una sociedad distinta vamos haciendo de nuestro estar en el mundo de hoy un estar que sea significativo y que lo transforme como de hecho lo hace el rosario. Forma parte el rosario en éste hacer nuestra radio todos los días, el hecho de poner un programa tras de otro y una salida al aire tras de otra con la presencia de gente que viene a decir lo que a veces en otros medios no se puede decir y se escuchan las voces que no tan fácilmente se escuchan en otros lugares porque al no ser un instrumento comercial y al no tener limitaciones del mercado la radio se da la oportunidad con María de dar la voz a los que no la tienen y por eso podemos armar una programación que también está llamada a ser articulada como se van articulando las cuentas del rosario. Son como un rosario las tareas de los voluntarios en el ensobrado, como se va armonizando una persona con otra, una tarea con otra, hilados por la presencia de María, reunirse en un servicio que hace que todos los aportantes reciban mes a mes su boleta con su diario con la información de la obra que les pertenece por ser quienes aportan, sostienen y con María impulsan a seguir anunciando y proclamando la Buena Noticia. Es una escuela de rosario nuestra obra, ésta que el Señor nos regala cada día. También los que van aportando son una cuenta tras otra que vamos sumando a la extensión de una red que una radio tras otra se va sumando como las cuentas del rosario para hacernos de verdad presencia de María en el corazón de nuestra Argentina y ser un signo de esperanza para nuestra sociedad nacional en la búsqueda de un rumbo nuevo. Lo hacemos sencillamente impulsados por la voz del Pastor que nos ha dicho duc in altum: adentro, a lo profundo, yendo con la brújula del Concilio Vaticano II que nos guía y movidos por el Espíritu a buscar nuevos terrenos. Estos que son novedosos absolutamente para nosotros, los de la comunicación que nos permite estar en muchos hogares, en muchas familias, acompañando a los viajantes, en lugares de trabajo, a los taxistas, a los remiseros, a los colectiveros, a las ama de casa, a los que están en la fabrica, a los que están enfermos en los hospitales, a los que están privados de libertad y nos vamos sumando nosotros oyentes de la radio gracias al aporte de los que quieren sostener ésta obra y entienden la dinámica de la donación de si mismo para sostenerla, nos vamos sumando también nosotros como cuenta tras cuenta de una oración que es el corazón de los hermanos que entra en alianza en la escuela de María con el libreto del rosario en el corazón mismo de esta obra. Muchas gracias por formar parte de ésta familia y muchas gracias por permitirnos poder servir en éste lugar. Nos sentimos como delegados de los oyentes a poder servir en éste lugar acompañando a María en su servicio de evangelización a través de éste instrumento que se llama radio.

Seguimos en el enunciado en el misterio del rosario que estamos rezando y después de haber centrado nuestra atención en ese misterio es natural que el ánimo, que el corazón se eleve al Padre. Jesús en cada uno de sus misterios de vida nos lleva siempre al Padre: quien me ve a mí, le dice a Felipe, ve al Padre. Es al Padre quien Jesús continuamente se dirige, porque Jesús como dice Juan 1, 18 descansa en el seno del Padre. El nos quiere introducir en la intimidad del Padre para que digamos con El abba papá, papito. En ésta relación con el Padre nos hermana a nosotros y entre nosotros nos hacemos capaces con María de abrirnos a la voz del Espíritu que viene a transformarnos y a transformar la realidad que tocamos con nuestras manos, que abordamos con nuestra inteligencia, que buscamos desde el bien el máximo de los bienes a que aspiramos: Dios y todos los modos de acercarnos por caminos distintos a El, poder aportar la transformación de un mundo nuevo. El Padre Nuestro está como en el fundamento de la meditación cristológica mariana del rosario que después se va repitiendo en un Ave María tras otro y hace de la meditación del misterio, un misterio que sea cristológico en el Padre con María. A la oración del Padre Nuestro le sigue las diez Ave Marías. Es éste como el elemento más extenso del rosario y a la vez lo convierte en una oración mariana por excelencia. Pero precisamente a la luz del Ave María es donde se nota con claridad que el carácter mariano no se opone al cristológico sino más bien lo subraya y lo exalta. La imagen más clara de esto la tenemos en las Bodas de Caná. Allí María claramente dice: hagan lo que El les diga. En cada Ave María ella nos devuelve al corazón esta gracia de orientación de la vida a la persona de su hijo: hagan todo lo que El les diga.

Padre Javier Soteras