05/04/2016 – Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta». Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?. El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: «Muéstranos al Padre»?
Juan 14,8-9
En tiempos de ateísmo ideológico, práctico, en tiempos de fundamentalismo, de materialismo el ambiente invita, a veces hasta urge a que muchos hombres tengan ésta pregunta en su corazón ¿Quién es el Dios verdadero? ¿Dios existe? Si existe ¿cómo saber con seguridad que es así? ¿Dios es real o es un invento de nosotros para consolarnos frente a cosas y situaciones que nos superan? ¿No es una evasión al problema de la convivencia humana, del hambre, de la injusticia, de la guerra, etc? ¿Dios nos termina siendo un narcótico de la conciencia?
Nosotros en nuestra fe cristiana respondemos que vivimos, nos movemos y existimos en El y proclamamos la dicha de creer y llamamos a otros para que igualmente crean. Pero la creencia para que sea atractiva y convoque a otros supone una clara expresión de aquello en lo que afirmamos nuestro creer y mucho más una auténtica expresión que manifiesta una fe que se hace testimonio. Esta posibilidad surge cuando la imagen de Dios está bien formada en nosotros, cuando no hemos recortado ni lo hemos hecho a nuestra semejanza, a nuestra pobre semejanza humana. Y es verdad que conquista como la miel atrae a la mosca.
Cuando la imagen de Dios está bien formada en nosotros, cuando nos hemos dejado configurar en el rostro real del Dios viviente que en Cristo s e nos revela y cuando recuperamos aquella semejanza que hemos perdido entonces sí comienza a generarse una predicación sin palabras y solo con presencias del rostro real de Dios
Dice por allí un verso: De papel me hice un Dios a mi gusto, lo pinté, de mis manos el salió, lo colgué en la pared. Y es verdad que mientras vamos de camino y aparezca en el escenario real de nuestra vida el rostro de Dios llevamos dioses amuletos que vienen a querer reemplazar el verdadero rostro.
Es un canto moderno que habla de cómo aquello que no entra dentro de los esquemas de la racionalidad o que escapa a un modo determinado de sentir lo terminamos por hacer a nuestra medida por no animarnos a encontrarnos con la inmensidad de lo que representa, a no animarnos a soltar las amarras interiores, las del corazón, las de los sentimientos, las de los afectos, las de la razón para entrar en otra dimensión, la dimensión de lo trascendente, de lo eterno, de lo creacional y lo transformante de Dios.
Hay modos distintos de hacernos éste Dios de papel, muchas veces nosotros hacemos éste Dios de papel usándolo como un amuleto, otras veces como un Dios que cubre nuestras necesidades, a veces como un Dios sobre protector, cuando no como un Dios verdugo o un Dios fatalista para al final encontrarnos con un Dios mentira. Son todas imágenes deformadas de Dios con las que convivimos y las que hay que transformar en nosotros para ir al encuentro con el Dios verdadero.
¡Bienvenidos al “Hoy puede ser”! En la mañana de hoy intentamos encontrarnos con el rostro real de Dios. ¿Cuáles son… Posted by Radio María Argentina on martes, 5 de abril de 2016
¡Bienvenidos al “Hoy puede ser”! En la mañana de hoy intentamos encontrarnos con el rostro real de Dios. ¿Cuáles son…
Posted by Radio María Argentina on martes, 5 de abril de 2016
Ese del que habla el Evangelio cuando Jesús le dice a Felipe: no me pidas que te muestre al Padre, quien me ve a mi ve al Padre. El dios amuleto.
A veces cuando decimos Dios decimos amuleto. Aunque no queramos decir amuleto, aunque en nosotros no esté la intención de hacer de Dios un instrumento a nuestro gusto y placer, lo hacemos porque nos trasciende su imagen, porque está más allá de nosotros y lo utilizamos a Dios como alguien que viene a liberarnos de la mala suerte. Eso es lo que hace el amuleto. Es como si fuera una cábala Dios.
Es la cábala que utilizan los jugadores, hablando de fútbol cuando entran a la cancha se hacen la señal de la cruz , pero como tienen la cábala los técnicos la misma camisa, el mismo pantalón, el mismo saco o sentarse los jugadores en el mismo lugar donde se sentaron en el banco de suplentes en el partido anterior que ganaron. Entre otras cosas dentro de las cábalas está la imagen de la Virgen que llevan al vestuario y hacerse la señal de la cruz cuando entran a la cancha.
Cuando tenemos un examen importante bajamos todos los santos como decimos o hacemos un poquito más de oración. Pero este Dios es el de la buena suerte no es el Dios que salva. Recurrimos a El cuando tememos que pueda irnos un poco mal o para asegurarnos en todo caso que nos vaya bien.
El dios cubre necesidades
Hay otra imagen de Dios deformada con la que nos vinculamos a veces que es el dios cubre necesidades. Dios aparece así como tapando huecos. En realidad somos necesitados, radicalmente necesitados de Dios. “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón solamente encuentra reposo cuando está con vos” decía San Agustín.
Esta necesidad de absoluto que hay en nosotros tendemos a cubrirla y la cubrimos con un Dios tapa agujero que nunca termina de cubrir lo que nos hace falta porque entre otros objetos de consumo que salen al encuentro de ésta realidad que somos nosotros necesitados radicalmente aparece Dios también como un objeto más de consumo y así mientras vamos a los nuevos templos que convocan hoy a las multitudes, estadios, teatros, shopings, super, hiper, cines. Mientras vamos buscando como en las nuevas liturgias con las que nos vinculamos en masa a encontrarnos en los nuevos templos con quien pueda cubrir alguna necesidad en nosotros también de paso vamos al templo a la casa de Dios como una visita más, como un estar más con aquello con lo que cumplimos para que ésta necesidad interior de la presencia de Dios en lo nuestro tape el agujerito que tenemos.
Este hombre necesidad que somos nosotros, que tenemos dentro, cuando se encuentra necesitado se inventa un Dios cosa, un Dios consumo. Esta caricatura de Dios es la cuestionada hoy por mucha gente que piensa y se pregunta sobre la verdadera imagen de Dios. Hay ateos que argumentan más o menos así la cosa. El ateísmo creciente en el hombre civilizado es normal. Dios servía para recurrir a algo cuando las necesidades sobrepasaban al hombre. Hoy con el desarrollo de la ciencia y la técnica el hombre se basta a si mismo, no necesita de Dios. Antes una lluvia era si Dios quería. Hoy sabemos que el servicio meteorológico adelanta si va a llover de acá a cuánto tiempo y con bastante precisión por cómo se mueven los factores que determinan el clima ambiental, entonces antes que le rogábamos a Dios para que llueva o para que deje de llover, ahora lo consultamos en la tele, en internet, en la radio y averiguamos para saber si sembramos o no sembramos, si nos abrigamos o no nos abrigamos, que ropa llevamos cuando salimos de viaje o consultamos por otro lado.
Cuando las cosas son así el Dios cubre necesidades va como perdiendo rating y no tiene lugar a no ser que purifiquemos la imagen de éste mismo Dios y descubramos cuanto la imagen verdadera de Dios el orar y el rezar para que intervenga sigue teniendo razón de ser aun cuando al clima ambiental lo podamos con mucha más precisión leer y entender y a partir de allí saber cómo comportarnos por lo que nos regala el avance de la ciencia y la técnica.
Cuando una persona niega a Dios hay que preguntarse si niega al Dios verdadero o niega al Dios que nosotros hemos inventado. Si Dios es objeto de consumo no es un Dios en el que se pueda creer o en todo caso solo alcanza para consumir cuando hace falta sacarse alguna culpa o cuando hace falta vincularse a El desde algún lugar donde por alguna deformación que tenemos de Dios no nos comprometemos con El y con lo que supone su mensaje sino solo con aquello que corresponde a la imagen que de El tenemos. Por ejemplo si en nosotros hay una imagen de Dios ley y para nosotros Dios, el que trasciende todo, el jefe, el que manda tiene una ley que nos invita a cumplir.
No cumplirla nos genera culpa y cumplirla nos produce un cierto descanso. Cuando en realidad el Dios en el que nosotros creemos es un Dios amor donde nuestro modo de comportarnos apunta a vivir según aquello que él mismo nos propone como camino de amor y liberación. Nos hemos hecho un Dios a la medida nuestra, consciente o inconscientemente. La invitación es descubrir y terminar con éste dios que nos creamos, que nos inventamos, que nos resulta más cómodo para convertirnos al Dios verdadero, al que nos revela Jesús de Nazaret.
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