23/11/2017 – Junto al Padre Mateo Bautista, máster en Pastoral de la Salud y Licenciado en Teología Moral y Espiritual, seguimos aprendiendo cómo afrontar la muerte de un ser querido.
La vida de San Agustín y su testimonio ante diferentes duelos son de gran ayuda para saber cómo podemos asumir este gran sufrimiento. En esta oportunidad, el Padre Mateo compartió un escrito de San Agustín, en el libro de las Confesiones, donde describe cómo vivió la muerte de su mejor amigo. Luego el sacerdote comentó: “Aquí San Agustín confiesa que nunca había experimentado la muerte de tan cerca. Muchas veces vivimos como si fuéramos inmortales, y sólo tenemos presente a la muerte cuando la experimentamos a nuestro alrededor”.
“Cuando hablamos de la muerte pensamos en los demás, pero no reflexionamos sobre nuestra propia muerte. Tenemos que empezar por el autoduelo, el duelo de la propia muerte. La meditación sobre la muerte, como una realidad personal que tengo que asumir y plantearme, es sabiduría para la vida”.
Por otra parte, Agustín expresa que su vida pierde todo sentido. “Agustín pensaba que el sentido de su persona era otra persona. Si decimos que otra persona es lo absoluto de la vida, la estamos endiosando y seguramente haremos un duelo desde el ensimismamiento y el egocentrismo, como hizo el Santo en este caso. Agustín habla de él mismo, no se plantea nada sobre su ser querido. Sólo ve el sufrimiento desde sí mismo, desde su apego, desde su proyecto de amistad que se derrumba”.
“Cuando hacemos el duelo desde nuestra perspectiva estamos fallando en el amor. Cuando muere un ser querido, tenemos que trabajar nuestro egoísmo, nuestro apego, para purificar nuestro amor. El centro no es quien queda vivo sino quien fallece; y el que fallece, desde su plenitud, es quien nos alienta para superar la crisis”, finalizó.
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