El Señor nos visita cotidianamente

lunes, 26 de octubre de 2009
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Hola, buen día, buena jornada a todos aquellos que nos sumamos en la frecuencia de Radio María, que alegría estar compartiendo la buena noticia del Evangelio de Jesús junto a Uds. Disponemos el corazón para la escucha de la Palabra y sobre todo disponiendo el corazón para estar alertas para estar bien despiertos, para estar atentos al Señor que viene.

Vamos a tratar de ir descifrando en esta mañana la palabra de Jesús que viene a nuestro encuentro

 

Vamos a disponernos con la oración pidiendo a nuestra Madre que acompañe este momento y que sea nuestra educadora, nuestra formadora, sea quien nos lleve a Jesús y que como en las bodas de Caná nos diga: hagan lo que él les diga

 

 

¡Oh Purísima Virgen María que en tu inmaculada concepción, fuiste hecha por el espíritu santo, tabernáculo  escogido de ¡ruega por nosotros!

¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.

¡Oh Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!.

¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.

¡Oh Purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles, en el Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!

¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Envía Tu Espíritu para darnos nueva vida, Y renovarás la faz de la tierra.

¡Oh Dios que iluminas los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar para siempre de sus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor, Amén

 

 

Hemos comenzado este domingo a vivir esta vigésima novena semana durante el año y el evangelio es el de San Lucas capítulo12 del versículo 35 al 38.

 

“Jesús dijo a sus discípulos: estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas, sean como los hombres que esperan el regreso de su señor que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada, les aseguro que el mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. Felices ellos si el Señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así.” Palabra del Señor

 

El tiempo intermedio hasta la vuelta del Señor, este tiempo que vivimos nosotros, el tiempo de la Iglesia, nos dice el evangelio que exige una actitud, esperar, el Señor volverá y esto es una seguridad, el discípulo no puede dormirse porque tarde en volver, debe permanecer alerta, debe estar siempre en esta tensión de la espera, solo así el discípulo se asegura la acogida por parte de Jesús cuando vuelva, solo así se asegura la comunión con él en el gozo y en el amor, solo el siervo vigilante servirá al Señor, el que esté despierto, el que esté atento. Esta imagen que podemos hacerla realidad desde nuestro pensamiento, pensar en aquel servidor que cuando ve venir de lejos a su señor le abre la puerta para que entre, así nos espera el señor.

Desde hace unos años escuchamos en el anuncio que nos hace la Iglesia sobre la necesidad que tenemos los cristianos de insertar la fe en lo profundo de la vida humana, la fe vivida en el mundo, la necesidad de que los que seguimos a Jesús, participemos con los demás hombres en aquellas cosas que van transformando el mundo, el poder ser parte activa en medio de la sociedad, el no escondernos, el no evadirnos, el no tener miedo a embarrarnos con aquellas cosas de todos los días y ser parte. Hubo épocas en que los cristianos parecían desentenderse de lo terreno y de lo temporal, el pensamiento del cielo o el pensamiento del infierno – como ausencia de Dios – paralizaba y no dejaba hacer nada. El Señor ya viene, y con esta imagen tan “ya viene” no comprometernos, eso también fue parte de un tiempo, hoy – sobre todo después del Concilio – la Iglesia nos habla de este ser parte activa en la transformación del mundo. Qué es lo que piensa Jesús con esto, el Evangelio nos saca de la realidad porque no tiene nada que ver con la vida, al contrario, hoy Jesús nos dice “pónganse el traje de trabajo, lleven ceñida la cintura y mantengan las lámparas encendidas, dos actitudes de estar atentos, dos actitudes de poner manos a la obra, dos actitudes de estar siempre listos para ponernos a trabajar, eso es lo que piensa Jesús. Llevar puesto el delantal, es estar prestos para el trabajo, es el uniforme de servicio, el atuendo del viajero. Hacemos memoria aquí cuando Moisés da las instrucciones para celebrar aquella primera Pascua, tenían que estar vestidos así, con la túnica ceñida a la cintura, listos para salir a caminar. Tener la lámpara encendida es estar siempre a punto incluso durante la noche, no tener que perder tiempo.

Cada uno de nosotros debemos estar alertas, siempre listos para actuar, cuando la palabra de Dios nos invita a estar vigilantes, podremos darnos cuenta cuánto bien podemos hacer, aún mientras vamos realizando nuestra propia actividad, esto de poder ayudar al prójimo, a aquel que está a nuestro lado.

Por eso es que nos tenemos que preguntar, ¿estoy preparado para salir en cada instante, en cada momento, estoy siempre listo? El evangelio de hoy nos invita a que nos parezcamos a los que aguardan a que su amo vuelva de la boda para que cuando llegue puedan abrirle, puedan recibirlo. ¿Porque y para quién tenemos siempre que estar disponibles, para la llegada o para el retorno? El detalle “retorno de la boda”  indica que se trata de una hora tardía e indeterminada, antiguamente y sobre todo en la época de Jesús, solamente para  una fiesta de boda se llegaba tarde a casa, para el pueblo de Israel la boda podía durar desde un día hasta siete, de acuerdo a la posibilidad de celebración que tenía el novio, por eso la hora de regreso era indeterminada, de uno a siete días. Y sí, Jesús viene,  el único riesgo es que no estemos esperándolo porque él también va a llegar de improviso y tenemos que estar siempre a punto para recibir a Jesús. Si nos quedamos solamente mirando hacia arriba como los apóstoles en el día de la asención nos olvidamos de mirar al lado nuestro donde él sigue viniendo de muchas maneras, en esta propuesta diaria. Ser fieles a la oración es ser fieles a la escucha de Jesús que viene, el está en todo hombre que necesita de mí, tuve hambre y me diste de comer, él está cuando estamos escuchando nosotros al hermano que lo necesita, está en la palabra de la Iglesia, él viene en los signos de los tiempos, en lo que va pasando todos los días. Jesús viene en mis alegrías y en mis penas, Jesús viene en lo sencillo y en lo cotidiano y nos invita a reformar, no nos olvidemos que debemos estar con la lámpara encendida y con la túnica ceñida. Debemos aceptar aquello que Jesús con su presencia mediadora con sus instrumentos que llegan a diario nos está proponiendo. Dichosos esos criados si el amo al llegar los encuentra en vela, nos dice hoy el evangelio. Velar es – en sentido estricto – renunciar al sueño de la noche, en un sentido mas simbólico es luchar contra la negligencia para estar en estado de disponibilidad. Les aseguro, dice el evangelio que el amo se ceñirá el delantal, los hará recostar y les servirá uno a uno.

De la imagen que yo tenga de Dios, de la imagen que yo tenga de su hijo Jesucristo, que nos fue regalado para nuestra salvación, de esa imagen voy a estar viviendo la espera. Si la imagen que yo tengo es la de un Dios que me creó y que hoy me deja a la deriva y se olvida de mí, no lo voy a esperar tanto. Si la imagen de Dios es la imagen de un juez que está mirando si me equivoco para señalarme el error, voy a esperar su venida con miedo. Si es un Dios Padre, como el que nos revela Jesucristo, un Dios que nos dice a través de Jesús que no va a quedar sin recompensa aún un vaso de agua que demos en su nombre, si es esta la imagen de Dios mi Padre, no voy a perder un minuto para ser generoso y caritativo con quien se acerca a mí, y lo voy a estar esperando. Lo importante es poder sincerar esta imagen que tenemos de este Dios que viene, descubrir si esta presencia de Dios nos da paz o nos da angustia para ir purificando y dejar que este Dios sea nuestro Padre. Lo importante es refrescar de que forma tenemos presente a Dios, de que manera nos lo imaginamos, y también descubrir esta presencia que en Jesús viene todos los días a nuestra casa, con la palabra, con el hermano, con nuestra propia familia.

En este evangelio de Lucas podemos ver una advertencia, una bienaventuranza y una promesa. Cuando leemos este texto no es difícil captar el mensaje pero van las tres muy unidas, la advertencia tiene que ver con la vigilancia expectante, la cintura ceñida y las lámparas encendidas, no podemos eludirla, él viene y el que viene está a punto de llegar, viene en la voz de la iglesia y en la necesidad del hermano. Estás parábolas de Lucas 12 y 13, podemos llamarlas las parábolas de la inminencia del fin, en ellas aparece claramente  que la venida del Señor debe suscitar en nosotros espera y confianza. Hay que estar preparados.

El segundo punto es la bienaventuranza, es la felicidad de quien, teniendo plena conciencia de su condición de criatura mantiene con fidelidad la actitud de vigilancia durante la espera. Esta felicidad está confirmada cuando al llegar al final de la parábola, cuando se describe el retorno del dueño de casa la alegría de encontrar a sus servidores vigilantes. Estar vigilantes porque no conocemos el momento en que va a llegar. Pero lo más importante es la promesa, Jesús la formula claramente para sus servidores buenos y fieles, les aseguro que se ceñirá su túnica, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos, y no es cualquiera, es el dueño de casa que viene de una fiesta que ha durado días. Es Jesús que va a ponerse a servirnos desde su salvación y desde el gozo que nos da su encuentro, es la promesa de la comunión plena y definitiva entre los servidores y su amo, entre Dios y aquellos que vivimos esta mirada del encuentro. Él mismo nos dijo que no vino para ser servido sino para servir, por eso nos puede hacer esta promesa, por eso nos dice que entre nosotros el primero debe servir a los demás, en esto estriba sin duda el misterio escondido en la palabra de Dios, el mayor servirá al menor.

Jesús aún después de resucitado siguió sirviendo, les sirvió de cocinero a sus discípulos cuando volvían de pescar. Tenemos que creerle a la promesa de Jesús porque hizo algo mucho mas humillante que el servirnos y que el lavarnos los pies, se dejó escupir por los criados y colgar desnudo entre criminales tenido en cuenta como uno mas de ellos. Las promesas de Jesús se cumplen, son reales, son para vos y son para mí hoy un deseo que quieren hacerse realidad, pero el que no ama no puede comprender ciertas cosas, solamente el amor nos puede hacer entender esto. La promesa no es cuando él venga por segunda vez en gloria sino cuando mas cercano es tu encuentro con el hermano y más es el gozo. Te invito a compartir el gozo de la entrega, el gozo de haber ayudado al hermano.

Aunque no estemos todo el día pensando en la venida del Señor, la invitación a la vigilancia sigue siendo válida porque es estar alertas, esta venida del Señor que será el momento de nuestra propia muerte que siempre es imprevista y nos angustia y nos da miedo pero sobre todo la invitación es estar alerta en lo cotidiano. El que es fiel en lo poco es fiel en lo mucho nos recuerda Jesús. Si somos fieles a las venidas cotidianas del Señor en nuestra vida, vamos a estar bien despiertos y vigilantes cuando él venga a nuestro encuentro en el momento de la muerte, si nos dormimos y nos dejamos estar puede que no lo veamos.

Cuando nos dejamos iluminar por la palabra de Dios, el que escucha al maestro, no puede quedarse quieto, no puede conformarse con haberlo visto o con estar con Jesús, sino que sale a anunciarlo como peregrino y misionero al encuentro del hermano.

Recordamos el texto de las cinco vírgenes necias que no tenían suficiente aceite en sus lámparas para la llegada del esposo.

Que el aceite de la esperanza y el amor, no falte nunca en nuestra reserva, hoy se lo pedimos al Señor que es una manera de estar atentos y vigilantes, es una manera de estar presentándole al Señor esta necesidad, mirar hacia delante, ayer se nos decía que no nos dejáramos apegar a las riquezas porque nos estorbarán en el momento decisivo, es sabio el que vive despierto y sabe mirar al futuro, no porque no sepa gozar de la vida y cumplir sus tareas del hoy, pero sí porque sabe que es peregrino en esta vida y lo importante es asegurarse la continuidad en la vida eterna.

En las cosas de aquí abajo afinamos mucho los cálculos para alcanzar el presupuesto, para conseguir éxitos comerciales, pero ¿somos igualmente espabilados en las cosas del espíritu? Vamos a recordar la imagen de este Dios que te da paz y que también te provoca angustia su espera recordando que él se sentará y se pondrá a servirnos.

 

Dios se hace presente en nuestras vidas de una manera muy especial cuando regalamos a los demás la presencia de Jesús, por eso es bueno animarnos a compartir la vida, animarnos a compartir de qué manera el Señor va viniendo, de que manera se va haciendo presente es también una muy buena manera de convertirnos en misioneros.

 

Si Dios es un padre que ama y cuida a sus hijos, si tenemos esta imagen cercana de la amistad y con los amigos se celebra y se comparten, también las dificultades, pero con los amigos es lindo compartir las alegrías. Así tiene que ser nuestra vida cristiana, de celebración, de fiesta, de alegría, porque es Jesús el que permanentemente viene a nosotros y de advertencia de estar siempre dispuestos para que nos encuentre despiertos. La fe en Jesús es ante todo, gozo y confianza, por eso como cristianos tenemos que trabajar todos los días y pedirle al Señor que nos ayude a vivir así este estar despiertos y vigilantes, con un rostro siempre alegre porque es la esperanza la que nos mueve, porque vivimos todos los días la verdadera fiesta de la vida, que es Jesús resucitado en medio de nosotros. Esto se celebra, esto se vive, esto se agradece, esto se testimonia. Esto lo tenemos que dejar que se note en nuestras expresiones. Cuando comprendemos que ser cristiano es algo mas que una serie de preceptos, ceremonias o cosas que hay que cumplir, estamos en condiciones de iniciar una nueva vida, una vida atenta a la voz del Señor, una vida vigilante a los signos de la realidad que nos hablan de él.

 

Pidamos a nuestro Padre del cielo que nos ayude a vivir con alegría y con esperanza esta venida, que nos ayude a descubrirlo en Jesús que golpea la puerta, a Jesús que sale a nuestro encuentro necesitando una palabra oportuna, a Jesús que sale a nuestro encuentro en el hermano que necesita que lo escuchemos, que necesita aliento y una palabra de esperanza.

Anímate a estar atento y vigilante, anímate a ser parte de la bienaventuranza, anímate a ser parte de la promesa segura que nos va a invitar un día por toda la eternidad a sentarnos y a servirnos con el gozo de su presencia.

 

Muchas gracias por compartir estas catequesis conmigo, que Dios los bendiga

 
Padre Gabriel Camusso