29/05/2018 ¿Qué habrá pasado por el corazón del joven rico en los momentos previos al encuentro con Jesús, según nos relata el Evangelio (Mc 10: 17-27)?
Imaginamos que tal vez, en su camino al encuentro con el Maestro, se haría preguntas como éstas:
“-¿Le pregunto o no le pregunto? -¿Qué hago? -Y ¿si me responde que sí? -Mejor no le pregunto. -Pero, ¿me voy a quedar toda la vida con la duda? -Le pregunto. -Pero, ¿estaré dispuesto a aceptar? -Le pregunto igual.” Y le preguntó. Y el Señor le respondió. Y fue lo que él se imaginaba. Pero no se animó. Y se fue triste. No quiso seguir a Jesús. Porque prefirió quedarse con sus bienes.
“-¿Le pregunto o no le pregunto?
-¿Qué hago?
-Y ¿si me responde que sí?
-Mejor no le pregunto.
-Pero, ¿me voy a quedar toda la vida con la duda?
-Le pregunto.
-Pero, ¿estaré dispuesto a aceptar?
-Le pregunto igual.”
Y le preguntó. Y el Señor le respondió.
Y fue lo que él se imaginaba.
Pero no se animó. Y se fue triste.
No quiso seguir a Jesús.
Porque prefirió quedarse con sus bienes.
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