17/08/2018 – El Padre Ángel Rossi reflexionó sobre la vida del General San Martín recordando dos anécdotas que muestran su grandeza.
Una de las experiencias, dijo el Padre Ángel, que muestra su perfil más humanitario, fue cuando él se encontraba en Mendoza, preparándose para cruzar a Chile, cuando fue testigo del nacimiento de un indio pehuenche, y el bebé nació en condiciones de extrema precariedad, algo que conmovió al libertador.
Agregó diciendo que “El gesto de su madre, que enseguida fue al río, metió al agua al recién nacido, el cual fue bañado con agua helada por su madre, como signo de que la vida que le esperaba a este niño iba a ser dura, este gesto de la madre con su bebé era un acto de pobreza y de humildad, que conmovieron profundamente a San Martín, que se consagró como el padrino de aquel niño, como sintiendo la necesidad de protegerlo y como un acto de amor hacia esta madre”, relató el Padre Ángel.
Expresó que esta situación le hizo acordar una poesía de Baldomero Fernández Moreno, él lo pone bajo el título de “La cuna”, y dice:
Hoy no pudimos más y envueltos del crepúsculo azul de la penumbra nos fuimos por el pueblo lentamente a comprar una cuna y compramos de intento la más pobre, mimbre trenzado a la manera rústica, cuna de labradores y pastores, porque hijo, la vida es dura.
“Un símbolo tan lindo en esta cuna rústica, un poco como una analogía con aquel gesto de aquella india pehuenche que lo purifica en las aguas duras como anticipándole un poco como iba a ser su vida”, explicó el Padre Ángel.
Otra escena muy importante es la de San Martín sentado en su escritorio, y en la que luego entra un soldado, apodado Reyes, y le dice:
¡Buen día quiero hablar con el Señor San Martín, y San Martín le dice, con él habla, el soldado le responde, no quiero que se entere de algo que cometí.
San Martín le pregunta ¿Qué ha pasado soldado? Y él le responde: me he gastado toda la plata que le tenía para pagar a mis soldados.
San Martín le dice: ¿Cuánta plata necesita Reyes?, él le dice: 20 onzas, pero se las devolveré lo mas pronto posible.
San Martín saca de su cajón la plata para dársela, y le dice que no se entere el General porque va a sacar su enojo.
Al ratito entra el secretario y le pregunta que ha pasado que ha salido Reyes llorando, y el General San Martín le responde: Yo nada, no le he dicho nada…
Estas actitudes y otras tantas reflejan la grandeza del general San Martín, tan necesaria en estos tiempos difíciles de nuestro país, concluyó el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita.
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