Los adultos tenemos que ser inspiradores, modelos que inspiren y no qué solo moldeen

jueves, 29 de noviembre de 2018
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28/11/2018 Este miércoles por la tarde compartimos el último programa del año del ciclo, “La Familia en clave de encuentro”, un camino que compartimos de diálogo y búsqueda de sentido en familia y desde ella a partir de la Logoterapia.  Nos acompañaron en piso Cecilia Barovero, psicóloga y referente del espacio junto a Manuel Ruiz, profesor de Educación Física y responsable del  Proyecto de la Escuela Integral de Fútbol del Club Atlético Talleres de Córdoba, y Silvia Munne psicopedagoga colaboradora del ciclo.

Cecilia coordinadora del espacio, realizó una pequeña síntesis de apertura recuperando los programas anteriores y abriendo paso al diálogo con Manuel: “La familia es la clave del encuentro y nuestra idea fue ofrecer herramientas en relación a cómo recuperar  esta hermosa capacidad de encontrarnos en familia, de aprender a convivir pese a las diferencias y a encontrar respuestas de sentido sobre aquello que nos interpela. Hoy reforzamos la familia en clave de equipo, como se juega en la vida se juega en la cancha, cómo desde chicos debemos aprender a  jugar en y con valores”.

Manuel Ruiz, fue el invitado especial  a partir de su experiencia en el juego y desde su compromiso con la infancia y adolescencia en las escuelas de fútbol: “La familia está en primer lugar, debemos recuperar el lugar de la familia, entendiendo que hay distintas maneras de familia y eso es  un aprendizaje fantástico. Yo no me puedo desentender de la familia, desde el primer momento que nos encontramos de cara al juego  generamos un espacio de familia ; yo desde un principio me propuse recibir a cada uno, con un saludo, un apretón de manos, palabras apropiadas hacia el adulto y al niño entendiendo que muchas veces nos quedamos cortos de afecto, y el saludo tiene un valor fantástico como iniciador del mundo de los valores”.

El juego en palabras de Manuel es un buen puntapié para chequear y resignificar la propia experiencia de equipo, de familia: “La infancia y mi infancia cuando lo pienso está cargada de juego,  siempre el recuerdo en relación al juego es de felicidad, aún hoy a mis 67 años me ocupo de jugar; los adultos les pedimos a los chicos que jueguen y ellos no nos ven jugar. Con los valores pasa lo mismo, para recordar cómo me relacione con los valores vuelvo la mirada a mis viejos, desde el saludo, el dar gracias, el agradecer que tenía para comer junto a la posibilidad de compartirlo”.

Siguiendo la línea de los valores, los cuales han sido todo un camino de revisión a lo largo de este ciclo, él agregó: “El valor pareciera ser una palabra y más que una palabra es un verbo y no se descubre por repetición, es acción y se descubre por impacto y por emoción. Me sigo asombrando que cuando un chico aprende está cargado de emociones, si hay emoción hay aprendizaje;  las emociones son un estado del ser humano y no es privativo de los chicos”.

El juego: combo de posibilidades y límites

A modo de reflexión Manuel agregó: “El sentimiento más poderoso que existe es el amor, esa emotividad se liga a un sentimiento que provee lo mejor del ser humano. El juego es un combo perfecto de posibilidades y límites, tenemos el campo perfecto para educar y transferir. En el fútbol los jugadores son 11 distintos, amalgamar las decisiones de 11 es un desafío; tenemos que generar las posibilidades y los espacios para que los chicos descubran y se equivoquen, que hagan la experiencia del ensayo y error”.

Complementando el espacio Silvia Munne, psicopedagoga integrante del ciclo también sumó su aporte y mirada en torno al equipo que constituye la familia: “En esto del juego, del ganar y competir y del cómo jugamos es clave el encuentro, y eso pasa cuando reconozco que lo que hago es una tarea humanizante cuando miro al otro como otro, y le dedico tiempo, espacio;  eso es lo que los chicos están necesitando hoy. Los adultos tenemos que ser inspiradores, modelos que inspiren y no que solo moldeen”.