Discernir los signos de los tiempos

jueves, 14 de enero de 2010
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“¿Así que saben discernir el aspecto del cielo y no pueden discernir las señales de los tiempos?”

    Es casi un reto de Jesús a sus seguidores en aquellos tiempos. Y en este día, también es un reto a nosotros. Todas las mañanas comentamos los anuncios meteorológicos de cómo va a estar el tiempo
    Hoy, último día del calendario, es una fecha histórica. Sin embargo, el Concilio Vaticano II nos vino a decir que la atención a los signos de los tiempos, de la historia, se inserta en nuestro cristianismo de un modo ineludible, que nos tenemos que colocar de nuevo en la línea de la Encarnación, esto es: en la línea de un Dios que se hace carne, y por tanto de un Dios que se hace historia. Y por tanto estamos llamados a vivir con intensidad, con pasión, esta bisagra que tiene que ver con el fin de un año y el comienzo de otro. Esto implica abrir nuestra mente y hacer un discernimiento a las señales de los tiempos que estamos viviendo.
    Esto es clave para cualquier cristiano: los acontecimientos históricos entran en la trama del Reino, en la trama de lo sagrado. No se trata de que el progreso de la historia introduzca por sí mismo la gracia. No se trata de que la civilización por sí misma va a construir el reino. No es una relación de causa-efecto, porque ni la historia por sí misma, ni la naturaleza, tienen en sí la capacidad de revelar el misterio de Dios.
    La Palabra, para nosotros, viene de arriba: mediante la iniciativa de un Amor gratuito, que se compromete con nosotros. La historia profana por sí sola no es fuente de salvación. Pertenece a otro orden. Esto, traducido a la práctica: alimentar al hombre no significa salvarlo, pero salvarlo impone la obligación de alimentarlo. Promover la cultura no significa salvarla, no significa evangelizar, no significa que vamos a convertir a la fe a la civilización humana. Pero convertir a la fe es promover la cultura.
    Esto es muy importante en el tema de discernir los signos de los tiempos, especialmente porque muchos católicos pueden vivir indiferenciadamente su cristianismo en el siglo XIII o en el Siglo XXI. Muchos católicos somos verdaderos desertores de los problemas de nuestro tiempo. La historia ni siquiera nos descubre. No entendimos el pasado, deformamos el presente y tenemos miedo al futuro. Y el miedo al futuro engendra impotencia y teje una trama de alucinaciones catastróficas, de previsiones apocalípticas que tienen su sustrato en el miedo. Y justamente aquellos que tienen más miedo a comprometerse con la historia y con el presente son los que tienen mas tendencia a fantasear todo tipo de cataclismos y convertirse en pájaros de mal agüero todo el tiempo. Son los que viven ausentes en medio de las realidades concretas, los que dejan a los demás el peso de las elecciones decisivas que hacen al bien de los hombres y al bien de los pueblos. Ellos siguen mirando prudentemente, en la butaca, nunca en el escenario. Y frente al progreso permanecen en una actitud siempre de defensa. Frente a una humanidad que crece levantan insistentemente escudos oxidados de prejuicios. Y esto no es discernir los signos de los tiempos.
    Para los cristianos, cuando el futuro deja de estar abierto, la vida se queda sin fuerza, sin aire. Los cristianos estamos llamados a expresar la fidelidad a la fe en la línea de la Encarnación. Y esto significa poseer la inteligencia para discernir los signos de los tiempos, la inteligencia del momento presente, es decir, adoptar una postura histórica. De ninguna manera un cristiano del siglo XXI puede ser igual a un cristiano del siglo XII. Esto no tiene nada que ver con ‘casarse con una técnica de vanguardia’ o con ‘andar a la moda’. Estas son adhesiones epidérmicas al hoy, y en el fondo son también una negativa a insertarse vitalmente en el mundo. Esto tiene más que ver con servirse del mundo que con servir al mundo, y son un engaño.
    Asumir la dimensión histórica es creer en una salvación indeterminada que hay que descubrir en la etapa actual de la historia de la salvación. Hoy nosotros estamos sometidos a una prueba muy comprometedora, que se va a medir por la capacidad de creer y aportar y ofrecer soluciones, por la lucidez que tenemos para descifrar los acontecimientos. Son tiempos realmente difíciles.
    Dice  Arturo  Paoli “El bogado del diablo del mañana tendrá que preguntarse si la fe ha sido tan heroica que ha dado a ese hombre que espera en el más allá la gracia de comprender su tiempo y su comunidad y de obligarle a hacer ciertas opciones…”
    No permanezcamos escondidos, vestidos de turistas, agazapados en algún refugio al costado de la batalla de la historia. No esperemos que los demás construyan la historia.
    “La fe en Jesucristo se podrá conservar y difundir solo a través de la fe en el mundo” Teilhard de Yardin.
“Sin el mundo no hay salvación” (Concilio Vaticano II). “Lo espiritual está siempre reclinado en el lecho de lo temporal”. En el lecho del hoy, en el lecho de nuestro presente. Este es el misterio de la encarnación, de un Dios que se hace historia.
    Se trata de evitar cómodas excusas de nuestra pereza que tratan de que no nos comprometamos con el tiempo presente. El presente contiene el germen del futuro. Para nosotros el futuro comienza hoy. Ya ha comenzado de veras, y estamos llamados a ser sus sembradores.

Para decidir si sigo poniendo esta sangre en tierra, Este corazón que va de su parte, sol y tinieblas
Para continuar caminando al sol por estos desiertos Para recalcar que estoy vivo en medio de tantos muertos.
Para decidir, para continuar, para recalcar y considerar Sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros

ay fogata de amor y guía Razón de vivir mi vida

Para aligerar este duro peso de nuestros días, Esta soledad que llevamos todos islas perdidas
Para descartar esta sensación de perderlo todo Para analizar por donde seguir y elegir el modo.
Para aligerar, para descartar, para analizar y considerar Sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros
Para combinar lo bello y la luz sin perder distancia, Para estar con vos sin perder el ángel de la nostalgia
Para descubrir que la vida va sin pedirnos nada Y considerar que todo es hermoso y no cuesta nada.
Para combinar, para estar con vos, para descubrir y considerar Sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros
Victor Heredia

    ¿Cuál es el pulso de la historia en este tiempo? ¿por dónde pasa el río de la vida? A cada uno le tocará desde una posición un lugar concreto. Pero es importante que nos preguntemos por qué nos aburre tanto o por qué tenemos tanta desconfianza en la relación con la historia. Es muy fácil caer en la tentación de abstraerse. Esto se ve claramente en las vidrieras de las librerías: media vidriera totalmente poblada de literatura de recetas de evasión del desafío de tomar una posición en cuanto lo que tenga que ver con la histórico. Y tiene que ver con volcarse a sí mismo, y buscar correntadas que nos aparten de la complejidad, de la desconfianza, del sinsentido que sentimos en relación a la historia: ¿para dónde va? Y la otra mitad, repleta de análisis sociales, políticos, económicos, sobre cómo sacar el mejor partido de la historia, o de ‘deconstrucción’, es decir, de cómo pegarle mazasos a esta civilización inútil que ya se cae sobre sus pies de barro.
    Y justamente entre una y otra cosa está el compromiso del cristiano. Y el cristiano fiel a la historia es el porvenir del hombre. Porque acá está la fuga y la reconstrucción, pero ¿quién hace la propuesta? O más aún ¿quién pone el cuero, es decir, quién se compromete con la propuesta? Sobre todo cuando tenemos tantos signos de quienes se comprometen y les va mal.
¿Por qué este aburrimiento, esta desconfianza, esta falta de compromiso? Seguramente hay muchas explicaciones, ricas, complejas. Yo tomo solo una: todavía arrastramos una oposición entre espíritu y materia que consiste en creer que lo temporal ensucia: la materia, la política, ensucian, que no hay que mancharse las manos con la sociedad. Y entonces nos parece poco correcto comprometernos con estas atmósferas presentes, donde se están cocinando las  decisiones del futuro. Lo espiritual siempre reclinado en el lecho de lo temporal.
    La salvación, el Reino de Dios, so sobrevuelan por encima del mundo como nubes entre el cielo y la tierra, sino que se preparan y están verdaderamente dentro. Jesús lo dijo con una metáfora: nada más íntimo, mas mezclado  a la masa que la levadura. Nada más invisible dentro de la masa que la levadura.
    Ranner decía “la eternidad no es un añadido futuro a la vida, de prolongación de nuestra existencia hasta el infinito, sino que se encuentra ya en lo más íntimo del hombre como fruto de su actividad espiritual.” Concretamente, la semilla de la eternidad está en el presente. Está hoy, germinando o no. Y para que crezca, tienen que morir algunas cosas. De manera que hay eternidad si yo he eternizado mi vida. ¿te gustaría que tu vida, así como está hoy, fuera eterna? ¿no necesitas vida eterna para prolongar tus amores, tu misión? ¿no necesitás vida eterna porque no te alcanzan las manos para cambiar la historia? ¿no necesitás vida eterna para alimentar y nutrir a más? Entonces, no tenés vida eterna ¿para qué? ¿qué has hecho con el tiempo que se te ha dado, con la historia que se te ha regalado?   
    Para el cristiano, día tras día, minuto tras minuto, tiene una densidad que tiene que ver con el Reino: la trama del Reino se teje en la trama de la historia, no después ni más arriba, ni más abajo, ni mas adentro ni mas afuera. Exactamente en la trama de la historia. Y es este el gran desafío. No es a través de la evasión, fuera de la trama del tiempo sino justamente en el acontecimiento. Como Cristo: acontecimiento perfecto: Dios venido a la historia
ESTA HISTORIA Raly Barrionuevo
Vamos desandando este camino, vamos resistiendo en este olvido,,
que esta lleno de vida este dolor que esta lleno de sangre este dolor
somos trashumantes de la historia, somos artesanos de memorias,,
esta lleno de rostros nuestro amor, esta lleno de sangre
soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria, y soy esta historia
Brota nuestra luz de las cenizas, lagrimas de amor y de injusticia
esta lleno de barro nuestro andar, esta lleno de vientos
soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria, y soy esta historia
Vamos desandando este camino…vamos resistiendo en este olvido…
somos trashumantes de la historias, somos artesanos de memorias…

¿Para qué nos necesita hoy la historia? ¿Nunca te has preguntado, en vez de “¿qué quiero de la vida?”, “¿qué quiere la vida de vos?” ¿cuál es tu lugar en el reino?
Tenemos que aprender a conjugar los verbos, aprender a usar la riqueza de nuestra lengua existencial. Por eso anteayer hablamos de las metas, del futuro, ayer de celebrar el pasado. Y hoy del presente, aprendiendo a conjugar la existencia.
Un ejemplo de esto tiene que ver con la frescura y la flexibilidad y el despeje, la apertura mental para saber cambiar –si es necesario- el rumbo en cada momento. Y esto tiene que ver con discernir los signos de los tiempos, con vivir en el presente, que es uno de los mandatos evangélicos: “cada día tiene su afán”, “danos hoy nuestro pan de cada día”.
Un ejemplo sencillo de esto tiene que ver con el juego entre la preparación y la espontaneidad.
Por ejemplo, cuando preparamos los programas, llegado el momento de ponerlo al aire hay dos desafíos: uno, tenerlo todo por escrito y leerlo, o animarse a correr el riesgo de dejarse llevar por las circunstancias en contacto con el presente. En ese caso, me quedo sin interacción. Y hay quienes frente a la historia elijen esta actitud: prepararse, formarse, estructurarse, dejar de lado toda espontaneidad, dejar de lado las circunstancias, y perder el contacto con el presente. Entonces ni recogen ninguna idea que el presente les trae, ni captan el ambiente, es decir, se abstraen el presente. El otro desafío, en el segundo caso, al estar en contacto con el presente, se entrelazan opiniones, ideas, se busca la mejor forma de reflexionar
En el otro extremo está la pura improvisación, de la cual sale mediocridad, falta de respeto, insulto
El primer extremo: la repetición penosa de todo lo preparado,  es también un insulto a la espontaneidad y a la vida.
Picasso decía “hay que empezar a dibujar para saber qué quieres dibujar”, pero lo decía después de toda una preparación, un aprendizaje, una experiencia. Prepárate bien, empieza, y déjate llevar. La combinación entre la preparación y la espontaneidad del momento. Pero solo se puede tener la libertad de esa espontaneidad, la ligereza para reaccionar en el instante preciso ante la situación actual como nadie lo había previsto si hay una preparación. Entonces se puede recoger el fruto. Ahí está el trabajo: arar la tierra, prepararla, poner todo de sí, y después dejar el resultado librado a la plenitud de ser de cada encuentro.
Hay un famoso diálogo del director de cine francés que le pide al torero Jaime Ostos que quería filmar una escena de toreo. Entonces le explica al torero cómo quiere que sea la toma, detalladamente. El torero lo escucha con atención y paciencia y luego dice: ‘ahora explíquele todo eso al toro’. ¡Nunca se sabe por dónde va a salir el toro!
De la misma manera, nunca sabemos por dónde va a arrancar el 2010. Por eso debemos estar preparados para que arranque por cualquier parte. Nosotros somos muchas veces como ese director de cine: pensamos que las vicisitudes van a venir a nosotros por aquí, tenemos toda la película hecha, dirigimos al toro con algunos pases, y después el aplauso de la historia, nos retiramos con grandes aplausos. No es así la cosa. Hay que estar preparado para saber que el toro puede salir por cualquier lado.

La escuela psicológica “Gestalt” ha trabajado sobre la dinámica de la  percepción que la gente tiene como forma-fondo: cuando el fondo se torna forma y la forma se torna fondo. Por ejemplo, cuando miramos un paisaje: si ponemos la atención en uno de los elementos de ese paisaje, todo lo demás se transforma en fondo. Enfocamos en algo, y todo lo demás queda turbio. Si cambiamos la atención hacia otra cosa del mismo paisaje, lo que enfocamos pasa a ser forma y lo demás fondo.
De la misma manera, podemos escoger de todo el entorno, de todo el bombardeo visual, escoger una cosa y todo lo demás es fondo. Esto puede ser también a nivel auditivo: puedo estar por ejemplo concentrado en una receta y escuchando música de fondo. De pronto me llama la atención algo, algo me interesa y entonces sigo haciendo la receta pero presto atención a lo que estoy escuchando.
Esto muestra que no podemos atender realmente dos cosas al mismo tiempo. Si lo hacemos es porque vamos pivoteando de atender más una cosa y después la otra. En realidad, la atención no es múltiple. Siempre está enfocada. La mente está ocupada en una cosa, y cuando hacemos dos o tres, lo que mejor nos sale es ir con rapidez de una a otra cosa. Pero la verdad íntegra y genuina es que solo hay una forma verdadera clara en cada momento.
Esto tiene que ver con que desde la misma  percepción de nuestro circuito perceptivo, de visión y atención, la naturaleza nos está diciendo que hay que entrar y salir de las situaciones, que hay que dejarse invadir por el presente para ver con claridad la forma con que en cada momento se está dibujando o estamos eligiendo ver. ¿dónde se produce la perturbación? Cuando yo intento ver todo al mismo tiempo. Entonces, nada veo claro, todo veo borroso.
Cuando yo intento mirar el presente desde el pasado lo veo interferido, exactamente igual a lo que sucede cuando enfoco mal con una cámara fotográfica. Y cuando quiero ver el presente desde el futuro me pasa lo mismo: la mezcla, la duda, el querer abarcarlo todo. El no vivir al día hace que nuestras figuras no se vean ni claras ni precisas, y que continuamente el fondo empañe la forma, o el presente esté invadido por el pasado o por el futuro, o el futuro esté invadido por el pasado. El lienzo de nuestra vida se torna borroso, en vez de líneas claras y definidas.
Esa claridad, esa definición es justamente lo que realza el nivel humano, el nivel artístico, el nivel de vitalidad, el nivel de energía en nuestras vidas.

El próximo programa que va a comenzar –con el programa de hoy se cierra el ciclo de “Entre Nosotros”- se llama “EL DIA ES HOY”. Interesante: es una invitación a entrar limpia y claramente en cada una de las formas que vamos eligiendo en cada minuto, en cada instante. Del relieve del friso de nuestro presente, siempre estamos eligiendo un detalle, un contorno, algo que monopoliza nuestra atención.
¡Qué interesante si asociamos esta estrategia de percepción a lo que inicialmente nos decía Jesús: “presten atención a los signos de los tiempos”. El cristiano presta atención al friso de la historia y rescata del fondo de la historia la forma que Dios le pide en cada momento.

Es fácil como una mañana de sol, tranquilo, como una mañana…
Y es dulce, dulce, dulce como un caramelo de amor, es dulce, muy dulce.

Buscando, que hacer para llegar a Dios nos dicen, sigan al sol.
Ese sol que vive en el corazón, es el representante exclusivo de Dios.

Así que…Tranquilo, manso y tranquilo, Tranquilo…

Es grande, grande, grande, inmenso como el interior,
es grande, muy grande, muy grande
y brilla, brilla, brilla mil veces más fuerte que el sol, calienta.

Y arriba, y arriba, y un poco más alto, y arriba y un poco más alto hacia el sol
más arriba y un poco más alto, más alto, más alto

Tranquilo, manso y tranquilo Tranquilo…
Con las buenas ondas, achicando el pánico
Tranquilo, manso y tranquilo Tranquilo…

Cuando circunstancias inacabadas son suficientemente fuertes, la persona, por mucho éxito que tenga en muchas otras cosas, nunca está satisfecha. Eso incompleto pugna por hacerse forma, por dominar el centro de la vitalidad de la mente hasta que quede acabada.
Con esto cierro nuestro compromiso con el presente y con la historia. Hay gente que dentro de la historia elige el lugar más cómodo. Y esa falta de compromiso va a estar molestando y lo va a dejar insatisfecho.
La percepción del presente en torno al pasado: el pasado deja huellas en la memoria. Las cosas cambian y la percepción y expectativas respecto de algo no tienen ya nada que ver con las que tuvimos en el pasado.

Zorba el griego dice:  “…en este momento pienso en el almuerzo y en el pilaf con la canela espolvoreada. Ante nosotros se halla el pilaf, así que nuestro espíritu se haga pilaf. Mañana será el dignito de la mina el que está frente a nosotros. Entonces mañana nuestro espíritu será el dignito de la mina. Nada de cosas a medias tintas, ¿comprendes, patrón? Las penas, patrón, me parten el corazón, pero este veterano cubierto de cicatrices cierra al instante la herida y ya no se la ve. Estoy acribillado de heridas, cicatrizadas, patrón, y por eso resisto. Pero nueva ruta, nuevos proyectos. He dejado de acordarme de lo que ayer me ocurrió y he dejado de preguntarme qué me ocurrirá mañana. Lo que ocurre hoy, en el minuto presente es lo que me interesa. Y digo ¿qué hace Zorba en este momento? Duermo. Pues entonces, duérmete bien. ¿qué hace Zorba en este momento? Trabajo. Pues entonces, trabaja bien. ¿Y ahora qué haces, Zorba? Estoy besando a una mujer. Pues entonces, bésala bien, Zorba. Olvídate de todo, que en el mundo, solo existes tú y ella”