06-09-2019 – En Historias de Santidad conocimos la vida del hermano José Marcos Figueroa, un hombre sencillo que hablaba de Dios con su manera de ser, con su vida y con sus pequeñas acciones cotidianas.
Fueron cincuenta y cuatro años de vida religiosa, de los cuales, cincuenta y dos transcurrieron en la portería del Colegio. Durante todo ese tiempo, trabajo y silencio marcaron su vida. No se lo conoció de otra manera.
Nos relató acerca de su vida y legado el padre Alejandro Gauffin, sacerdote jesuita, vicepostulador para la causa de canonización del Hno. Figueroa.
“Era un hombre muy callado, hablaba poco de sí mismo y la tarea que se le encomendó, luego de sus votos a su llegada a Santa Fe y hasta el día de su muerte, fue la de ser portero del colegio de la Inmaculada”, relató el padre Alejandro.
El padre Gauffin nos contó que “los que conocieron al hermano Figueroa refieren que era una persona muy cálida. Él sabía las historias de las personas y de las familias del colegio. Los que lo conocieron decían que el hermano hablaba poco pero sostenía con su mirada”.
El padre Alejandro reflexionó en torno a la vida del Hno José Marcos: “Todos estamos invitados a la santidad. La santidad no es patrimonio de unos cuantos, sino que es para que todos la busquemos y la pidamos. En esa tarea tenemos que estar todos. También vos y yo tenemos que trabajar por eso. Yo se lo pido al hermano.”
En la vida del siervo de Dios José Marcos Figueroa no hubo cosas extraordinarias. No hizo más que atender una puerta. Así respondió a su vocación a la santidad. Fue sólo un hombre al servicio de los demás y así quedó en el corazón de la gente.
Podés escuchar el programa completo, y saber más de la vida del Hno José Marcos, al inicio de esta nota
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