21/09/2019 – Gabriela Gjukán es una laica consagrada, directora del nivel secundario del Colegio Santa María del Valle Grande, en el sur de la provincia de Mendoza. Gabriela participa del Programa Belén y forma parte de la Compañía de Cristo Crucificado de San Rafael. “Tengo 49 años, a mis primeros votos los hice a los 21. Nací en una familia compuesta por mis padres y mis dos hermanas mayores y un hermano menor. Los primeros años de mi infancia fueron bastante especiales porque mis papás estaban en una secta. Fue una situación bastante particular para mi familia. Así y todo fueron años muy felices, especialmente cuando se dio la gracia de Dios con la conversión de mis padres. En es e momento sentí que volvimos al redil. A mi me bautizaron de grande, tenía 8 años”, recordó Gjukan.
Gabriela agregó “Mi madre siempre fue una mujer muy piadosa a pesar de estar en esta secta, nos enseñó a rezar y nos dio una gran devoción al ángel de la guarda. Mi ángel era para mi algo muy particular, tuve un accidente grande a los 5 años. Recuerdo haber salido entera y eso me ayudó mucho en mi vida espiritual ya que mi mamá me dijo que quien me ayudó fue mi angel de la guarda. Luego pertenecí a los scouts y ahí vino la conversión fuerte de toda mi familia. Fue el primer paso para salir de la secta. Recuerdo volver de una de las reuniones en la Catedral y decirle a mi papa: ´Tengo que ir a misa, no se qué es, pero tengo que ir`. Y me dijo: ´Bueno, si has tomado una responsabilidad hay que cumplirla`”.
Por otra compartió: “Yo creo que Dios sabe en qué momento tiene que llamar a cada uno y me parece que a mí me llamó en el momento justo. Cuando tenía 14 años en San Rafael tuvimos una gracia muy enorme que fue la fundación del seminario diocesano y eso para nosotros fue un momento fuerte. Aprendimos a vivir el amor al sacerdote, el respeto hacia su personas, tenerlo en casa como alguien que se preocupa personalmente por nuestra familia. Mi primer retiro a los 14 años fue un encuentro espiritualmente con Jesús muy grande, eso se lo debo en gran medida a monseñor Leon Cruz que era nuestro obispo”.
En relación a su vocación dijo: “Estaba muy confundida y me contaron lo que es la vocación a la consagración en medio del mundo sin ser del mundo. Fue una decisión que se fue madurando desde los 19 a los 21 años. A esa edad hice los primeros votos privados y recién a los 24 se hizo más oficial. Pertenezco a una asociación privada de fieles que se llama Compañía de Cristo Crucificado y tenemos como carisma rezar especialmente por la unidad de la Iglesia y evangelizar a través de los medios de comunicación y de la educación”.
“Además soy la directora del nivel secundario de un colegio y tengo unas horitas de catequesis en primaria. Y soy parte del Programa Belén, que es una obra muy pequeña y gratificante. Es una agrupación que intenta ayudar a que las mamás sean mejores mamás. Nos reunimos unas dos o tres horas e intentamos que aprendan a ser mamás desde lo espiritual. Rezamos, cantamos y nos comentan como va el embarazo y sus controles”, relató Gabriela.
Por último, Gjukan compartió esta sentida oración:
Señor, no estoy acostumbrada a rezarte por radio,
y todo lo que quisiera agradecerte es imposible enumerarlo en unos segundos.
Porque es pública mi oración y porque tengo poco tiempo,
te agradeceré solo algunas gracias, pocas,
pero muy importantes en mi vida, y en mi vida de consagrada.
Te agradezco la conversión y el ejemplo de mis padres,
las personas que pusiste en mi vida para mi propia conversión
y especialmente los sacerdotes que me han guiado en tu Nombre.
Te agradezco mi Ángel Custodio,
y te agradezco el descanso que trae a mi alma
saber que son los Ángeles de la Guarda de nuestros alumnos,
de las mamás del Programa Belén
y de las almas que se benefician con la Productora San Gabriel,
quienes nos los traen a las obras de la Compañía de Cristo Crucificado de San Rafael.
Finalmente te agradezco, Señor,
que nos hayas entregado a tu Madre, Madre de la Misericordia,
por Ella te suplico la gracia de que seamos para los pobres,
los que están solos
y los que están alejados de la gracia, la ternura y la firmeza que necesitan,
y el abrazo de la Iglesia que es Una y que como Madre los recibe para llevarlos al Cielo.
Amén
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