23/09/2019 – Fiesta de San Pío de Pietrelcina
“Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?» Jesús contestó: «A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna.».”
Mateo 19:27-29
Estos dos versículos del capitulo 19 del Evangelio de San Mateo nos ubica en el peregrinar de Jesús y sus discípulos camino a Jerusalén donde van a vivir el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección. Es decir que, Jesús y sus discípulos estaban viviendo en un contexto de presión y tensión.
Viendo este pasaje del Evangelio vemos un Pedro seguro de si mismo que está convencido de todo lo que ha dejado para seguir a Cristo y del peligro que él y el resto de los apóstoles están corriendo al seguir a su maestro.
Desde esta transparencia que nos muestra el evangelio del corazón humano nos parece algo atrevidos los dichos de Pedro cuando dice “Hemos dejado todo para seguirte” pero Jesús no lo reprende, no se enoja. Aquí Jesús les ayuda a comprender que, en todo esto hay dos verbos claves que nos permiten analizar la respuesta de Cristo y como va nuestro camino de discipulado. Estos verbos son “DEJAR” y “SEGUIR”.
En verdad es una gran cosa «dejarlo todo», pero hay una cosa todavía más grande que es «seguir a Cristo» porque, tal como nos lo enseñan los libros, son muchos los que lo han dejado todo pero no han seguido a Cristo.
Seguir a Cristo es nuestra tarea, nuestro trabajo, en esto consiste lo esencial de la salvación del hombre, pero no podemos seguir a Cristo si no abandonamos todo lo que nos impide seguirle.
No debemos olvidar que no se puede seguir a Jesús sin dejar algo y viceversa. Si hay otra motivación para dejar algo que no sea seguir al Señor, todo lo que dejemos corre el riesgo de hacernos sentir ante un enorme fracaso.
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