08/10/2019 – Los trabajos de este 8 de octubre comenzaron en presencia del Papa Francisco en la oración de la Hora Media y la reflexión fue propuesta por el Arzobispo de Belém do Pará, Monseñor Alberto Taveira.
Monseñor Taveira recordó que el Salmo del día reconoce que la plenitud de la ley es el amor: “Estamos invitados a proclamar que la Palabra del Señor es más dulce que la miel silvestre que abunda en nuestras tierras, y afirmamos la certeza de que de la ley de Dios recibimos la inteligencia necesaria para la obra a realizar, comprometiéndonos a rechazar todos los caminos de la mentira”.
De manera libre, viniendo por invitación de la bondad de Dios, cruzamos las puertas para entrar en esta casa”, continuó Monseñor Alberto, “convocado a un compromiso exclusivo con el Señor y su Palabra de Vida y Salvación. En nosotros también, el Pueblo de Dios en la Gran Amazonía entra por estas puertas”.
El Arzobispo de Belén subraya que “llevamos con nosotros la responsabilidad descrita en la Gaudium et Spes: “Las alegrías y las esperanzas, las penas y las angustias de los hombres de hoy, especialmente de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las penas y las angustias de los discípulos de Cristo; y no hay ninguna realidad verdaderamente humana que no encuentre eco en sus corazones”. Porque su comunidad está formada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinación en busca del Reino del Padre, y han recibido el mensaje de salvación para comunicarlo a todos. Por eso, la Iglesia se siente verdadera e íntimamente ligada al género humano y a su historia. No podemos defraudar estas esperanzas”.
Para los participantes en esta asamblea sinodal, cruzar estas puertas significa el ejercicio de la autoridad y la dignidad”, dijo Don Alberto, “para responder a los anhelos de nuestro pueblo por sus derechos y dignidad, ya que, pastores elegidos por la misericordia de Dios, somos guardianes del bien y centinelas de la verdad”.
Viviendo en un mundo pluralista y diverso, llamados a vivir con tantas diferencias y a respetarlas, queremos tomar posesión de valores cuyas banderas pertenecen al Señor y nos corresponde a nosotros no defraudarles. De hecho, el Señor ama la justicia y odia la iniquidad, y especialmente aquellos que han recibido la unción para el ministerio episcopal deben revestirse de la justicia.
El Arzobispo de Belén concluyó: “Resuena en nuestros oídos el grito de los oprimidos, de los migrantes, de los huérfanos y de las viudas, y la sangre de tantas personas inocentes derramada a lo largo de nuestra historia, de las cuales los obispos están llamados a ser defensores, como se nos pidió en el Rito de la Ordenación”.
En este segundo día de trabajo del Sínodo para la Región Amazónica, algunos participantes tienen la oportunidad de manifestarse sobre la realidad local. Todos los interesados en usar la palabra tienen 4 minutos para defender su punto de vista, después de 4 demostraciones hay una pausa para meditar. La sinodalidad de la Iglesia está marcada por su significado semántico: caminar juntos. Que el Espíritu Santo ilumine a los Padres sinodales en este momento importante y rico de nuestra Iglesia.